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— Me agrada la idea de que tu matrimonio no te afecte en la cama— Dijo aquel hombre alfa vistiéndose luego de un largo baño junto a su amante—

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— Me agrada la idea de que tu matrimonio no te afecte en la cama— Dijo aquel hombre alfa vistiéndose luego de un largo baño junto a su amante—

— El idiota de Frank ni me mira— Hablo una castaña también vistiéndose— Además no tengo tiempo para el, mi hijo es mi prioridad—.

— Evan no es tu hijo—Eduardo la miro y se acercó a ella para ayudarla— Me molesta que se llame como él—

La mujer rodó los ojos mientras delineaba sus labios y los pintaba de rojo ¡¿Y eso a ella que le importaba?!?

— Yo lo he educado y he gastado mucho dinero en el, por lo tanto es mi hijo — dijo con evidente molestia mirando al hombre ya maduro, que apesar de su avanzada edad no dejaba de verse guapo—No importa lo que pienses o digas. Ni mucho menos si es robado al igual que—.

— Ya ya tranquila se que pronto el capricho de ser madre se te irá y venderás al niño como lo hiciste con tu propio hijo— El hombre beso su hombro mientras subía la cremallera invisible de aquel vestido negro. Ella sonrió y se volteó para quedar frente a frente y besar sus labios, en un beso pasional— Quiero comprar un omega...para Nick--

La mujer se sorprendió ante aquellas palabras, pues no esperaba que su amante se convirtiera en uno de sus clientes en su "humilde" negocio. Suspiró y se vio por última vez en el espejo y camino hacia la puerta de la habitación caminando casi callendose por el efecto del alcohol aún en su cuerpo.

— Mañana ve a la bodega, tengo mercancía nueva y de diversas edades —Dijo con una sonrisa sínica y salió del lugar dejando al Alfa negando y riendo—.

Ella no era lo que parecía, desde hace años se dedicaba a robar bebés o niños pequeños para educarlos y luego prostituirlos o venderlos al mejor postor.

El día paso y al día siguiente Eduardo se encontraba en la bodega con el chico de 12 años...

— Buen día señor— Hablo una beta en lo que parecía una recepción — ¿Es nuevo?

El Alfa mayor asintió, pasados los minutos le entregaron una tarjeta y le indicaron el camino.

— Eduardo, que bueno verte por aquí, llegas a tiempo— Dice Marie quien ese día solo vestía como una mujer sencilla. Sonriendo de forma extraña cambia la mirada al pequeño y se acerca lentamente para hablarle— ¡Hola! Supe que querías un lindo Omega. ¿Puedes decirme cómo lo quieres?—.

El niño solo la ignoro y siguió caminando mientras veía a las jaulas donde se encontraban varios omegas atados como perros.

— Estos son Omegas que aún no están educados—lo siguió —No son lindos por lo que serán de compañía—.

El chico camino hasta el fondo donde vio una jaula con un niño pequeño que lo miraba con lágrimas en sus ojitos peculiares, estaba moribundo, tenía un collar de hierro en su cuello pero su aroma le encantó, no era lindo y estaba sucio pero lo quería para él...solo suyo.

Cruelmente Destinados|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora