Heridas

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-¡Hey! Parece que ya despertaste, no deberías moverte mucho o tus heridas se abrirán.- el albino me habló como si nada. Miré brevemente sus rasgos. Tenía el cabello corto y gris pero no parecía tener más de 20 años.

Llevaba una gabardina azul marino larga y vestía un sueter rojo con un unos jeans y botas.

Me quedé quieta estando a la defensiva y mirando a la ventana considerando si intentar escapar o no.

-¿Te encuentras bien?- me dijo extrañado.

-No, no lo estoy. Estoy herida y rodeada de al menos tres demonios.- dije hostil acercándome a mi posible salida.

-No somos demonios.- dijo fastidiado.

-¡Claro que sí! Lo percibo.-

-¿No serás tú uno? Un humano no podría sentir la presencia de demonios.- se burló.

-No digas estupideces, yo vivo para matar a todos los demonios. ¿Qué le hiciste a mis armas?- pregunté hostil.

-Bueno, si tu lo dices. Tus armas estan resguardadas, te las daremos cuando estemos seguros que no quieres asesinarnos.-

-No puedo prometer eso, son demonios después de todo.- seguía insistiendo.

-Mira, cuando te recuperes las tendrás, deberías descanzar.- y salió de la habitación dejando la puerta abierta.

Aprovecharé esta oportunidad. Abrí la ventana y comencé a salir por ella sacando mis pies. Al parecer estaba en un segundo piso pero no le veía el problema. Cuando llevaba medio cuerpo afuera oí una voz detrás mío.

-¡Trickster!- y sentí dos brazos en mi cadera jalándome nuevamente adentro.

-¡Sueltame!- empecé a patalear para safarme pero no funcionaba, antes de notarlo estaba nuevamente acostada en la cama.

-¡Hey! Tranquila linda. No muerdo.- decía un hombre que parecía tener más de 40 años. Tenía el cabello un poco más largo y tenia una gabardina roja.

-Te dije que trataría de escapar.- Entró el peliblanco más joven con una charola llena de comida.

-Tranquila linda, deberías comer algo, sería una lástima que una belleza como tú muriera de hambre.- me decía con una sonrisa coqueta que me ponía nerviosa.

-¡Prefiero morir antes de comer algo que me sirvan demonios!- grite alterada y molesta moviéndome errática tratando de safarme.

De pronto sentí una punzada en mi torso, me quejé involuntariamente. El mayor me soltó y alzó mi blusa.

-Mira lo que hiciste linda, se abrió la herida.- dijo regañándome.

De pronto, sus ojos viajaron más arriba contemplando con una sonrisa lasciva. ¡Me esta mirando los pechos!

Con todo mi enojo lo pateé en la cara mandándolo a volar unos metros. Yo solo me cubrí.

Miré al más joven y tenía un leve sonrojo en la cara, solo miró avergonzado a otro lado.

-¡Pervertidos!- grité con coraje y solo empeoré el dolor de mi abdomen.

Me quejé aún más alto y el menor salió de la habitación con prisa.

-Me gusta que las linduras sepan pelear.- se incorporaba el de rojo sobándose la nariz que sangraba. Sacó un pañuelo de su ropa y se limpió unos momentos hasta que dejó de sangrar y actuaba como si nada.

-Déjala ya Dante, cualquiera se alteraría si un viejo pervertido hace eso.- volvió a entrar el de azul con lo que parecían medicinas, vendas y alcohol.

Sparda Situation +18 (Dante, Vergil y Nero x Reader) Devil May Cry FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora