CAPÍTULO 14

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                    Sonrío mirando la escena frente a mí, Junhoe luce un poco desalineado, recién levantado y luciendo como si no supiera donde se encuentra. Durante la semana que ha transcurrido había podido encontrarme con el chico en muchas posiciones extrañas en el sofá; durmiendo profundamente. Por lo que había deducido, no era bueno levantándose temprano, aquello me parecía adorable.

—Buenos días. — La mirada que el chico me dedica parece avergonzada. Sonrío en su lugar, entrando en la cocina sólo para preparar algo de desayunar.

Un golpe seco desde el sofá llama mi atención y me giro hasta mirar al chico desenredarse desesperadamente por las sabanas.

—¿Estás bien?

—¡Me quedé dormido! — Gimió saliendo del lio de sabanas y corriendo hasta la habitación, deteniéndose en el umbral sólo para gritar nuevamente. — ¡Yun-hyung iba a prepararme como barista para comenzar a trabajar con él!

El chico se adentra nuevamente hasta la habitación; toda su ropa continua dentro del pequeño closet y algunos cajones, porque no era justo que invadiera todo para mí, así que compartíamos. Suponía que el chico tomaría algún cambio y se metería a bañar, después saldría y tendría listo el desayuno para que pudiera comer un poco antes de irse, pero, minutos después, apenas estaba preparando las cosas, el chico salió de la habitación vestido con una sudadera que incluso le quedaba grande a él y un par de jeans ajustados.

—¿No vas a ducharte? — Cuestiono mirándolo moverse entre el desastre que es la sala.

—¡No tengo tiempo, estoy tarde! — Hace una pausa, toma su celular y sus llaves de algún lugar en la mesita de la sala y los guarda. Estira el cuello de la sudadera e inclina el rostro dentro. — ¡Además, no huelo tan mal!

No puedo evitar la risa que escapa de mis labios mientras ruedo los ojos, mientras el chico camina hasta la entrada del departamento, colocándose los tenis.

—¿No vas a desayunar tampoco?

—Debí haber estado en la cafetería a las nueve. — Mis ojos buscan el reloj de la pared detectando las manecillas; nueve con veintiuno. — ¡Estoy tardísimo! ¿Crees que me despidan sin haber iniciado? — Pregunta aun siendo un desastre, su cabello está en todas las direcciones y con sus manos trata de aplanarlo, lográndolo para verse lo suficientemente bien.

Nuestras miradas se encuentran, sonrió en respuesta, luciendo casi tan confundido como él.

—Come bien, no hagas mucho esfuerzo, prometo que arreglaré este desorden cuando regrese, ¿sí? — Recorro la habitación con los ojos, las colchas están esparcidas por todo el piso de la sala, la almohada llegó de alguna manera a la mesa del comedor y hay algunas playeras del chico regadas por ahí. — Llámame de inmediato si ocurre algo, vendré enseguida. — Mi ceño luce fruncido, por supuesto que iba a recoger todo, ni siquiera debía haberlo mencionado.

—Sí, yo-...— Mis palabras dudan, atorándose unos segundos. — Suerte.

Sé que iniciar una nueva disputa sobre el empleo que ha conseguido no nos llevara a nada, pese a que le haya mencionado que aportaría mayoritariamente con los gastos, el chico parecía muy decidido a encontrar un trabajo; cuando un par de días atrás me había contado que iría con su amigo de la cafetería supuse que estaba bien, al menos no era tan exigente o arriesgado.

Junhoe era obstinado y muy orgulloso, eso era algo que había aprendido con la escasa semana que llevábamos compartiendo departamento, era un chico muy quisquilloso y bastante peculiar, muy ruidoso y algo torpe, era toda la definición de lindo.

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