Epílogo

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La mansión era un caos.

–Aominecchi, estás tardando demasiado –exclamó Kise caminando de un lado a otro en la habitación–. Si llegamos tarde será todo por tu culpa.

–Cállate maldición, lo sé. Odio tener que usar esta ridícula ropa.

–Vaya idiota –exclamó Kagami, quien pasaba por la habitación.

– ¿¡A quien le llamas idiota pedazo de mierda!?

–Kagami kun, muévete, tenemos que arreglarte ese cabello –dijo Kuroko llevando al pelirrojo casi a rastras.

– ¿Por qué tenemos que ir también nosotros Murochin? –preguntó con gesto vago Murasakibara, quien se tendía en el gran sillón de la sala.

–Se lo prometimos al príncipe, ahora levántate de allí y ayúdame con esto.
Furihata quien pasaba por allí no pudo evitar soltar una carcajada por el desastre que se formaba en todas las habitaciones.

– ¿Te parece gracioso? –preguntó Akashi seriamente, caminando detrás suyo

–En efecto. Todos en esta mansión están locos.

–Vaya ofensa. Más bien diría que es lo opuesto.

–Sí, sí. Mejor vamos adelantándonos –respondió el castaño tomando de la mano del pelirrojo y llevándolo casi a rastras fuera de la mansión.

Midorima permanecia de pie en el marco de la entrada de la mansión. Su hermana estaba a su lado. Tuvieron que hacerse a un lado cuando Furihata y Akashi pasaron rápidamente a su lado, y por ello no pudo Midorima evitar sonreír.

Posterior a ello, contempló el papel que tenía en sus manos, en el cual se encontraban escritas algunas simples palabras que significaban mucho:
Alianza con los humanos y los híbridos.

Lanzó un silbido al aire mientras enrollaba el papel. En cosa de segundos, un cuervo se situó en su brazo. Midorima colocó en una de sus patas el pequeño papel y lanzó el ave al aire. Su destino estaba lejos, hasta donde estaban sus padres.

–La libertad tiene un aroma bastante peculiar –comentó su hermana sonriéndole, como no lo había hecho en mucho tiempo.

–Concuerdo.

Acomodó su saco y ajustó sus lentes antes de salir de la mansión. A sus espaldas se encontraban los suyos, tanto vampiros como híbridos, quienes caminaban detrás de él, con dirección al pueblo.

Cuando arribaron a su destino, permanecieron agrupados junto al tumulto de gente que se encontraba situado en el lugar.

Era la coronación de Kazunari como rey.

Él le había pedido a los vampiros y a los híbridos que estuvieran con él en ese día tan importante, y con la promesa de que no atacarían a nadie, accedieron gustosos.

El rey, aunque estaba bastante enfermo, usó todas las energías que aún conservaba para coronarlo frente a todo aquel público. Ahora Kazunari no era más un príncipe, sino un rey. Midorima miraba con felicidad y orgullo a aquel pequeño y sonriente ser. A su amado y testarudo Takao.

En los años de su reinado, Takao se dedicó más que nada a hacer el bien. Miyaji lo había seguido sin titubear incluso a pesar de lo que había sucedido, y sobre todo tras la muerte de su padre.

Si bien no se había proclamado una alianza publica entre los humanos con los vampiros y los híbridos, Takao había dado órdenes específicas de que ningún cazador podía atacar a un vampiro o a un hibrido. Así que mientras Takao se dedicaba a proteger a los humanos y a su pueblo, tanto híbridos como vampiros se encargaban de protegerlo a él.

Kazumi conforme a los años que pasaban iba volviéndose toda una chica prodigio en el reino. Solía invertir su tiempo en inventar cosas nuevas y solía frecuentar a la hermana de Shintaro en sus tiempos libres.

En tanto a Midorima y Takao resta mucho por decir.

Takao conoció a los padres de Midorima y su relación con ellos se volvió bastante estrecha, aunque casi nunca se encontraban en la mansión.
Transcurridos algunos años decidieron casarse en una boda furtiva que Kuroko y Kise se dieron a la tarea de planificar. Y su noche de bodas se situó en cierta cabaña oculta en medio de lo más recóndito del bosque.

Cada mañana al despertar Takao era recibido con un sutil “buenos días” seguido de cientos de besos provenientes de aquel vampiro que no dormía.

–Buenos días, Shin chan.

–Lo son. Siempre lo son si estás a mi lado.

– ¿Cuál es el promedio de vida de un hibrido? –le preguntó Akashi a Furihata mientras ambos permanecían sentados en el pasto. Frente a ellos, Midorima y Takao reían tirados en el suelo, batallando entre sí en algún juego que al pelirrojo le pareció infantil.

–No lo sé –respondió simple Furihata mientras daba un mordisco a su manzana.

– ¿Cómo que no lo sabes?

–Nuestra líder Akira estaba cerca de los mil años.

– ¿Mil? –preguntó Akashi con sorpresa.

–Es lo que decían mis padres. Ella no nos reveló su edad, y a ciencia cierta no sabemos qué tanto vivimos. Solo que en un punto de nuestra vida nos quedamos hermosos y jóvenes por siempre. Aunque claro que no somos inmortales.

Akashi rió por el comentario.
–Así que esos dos tienen una eternidad por delante.

–Efectivamente, mi amor.

“El vampiro y el príncipe se enamoraron. Pero ese… era solo el comienzo”

El Príncipe & El Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora