Capítulo XIX

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Había llegado. Por fin había llegado. Estaba de pie frente a lo que parecía ser una especie de fortaleza, en la que los muros se confundían con la espesura de aquel siniestro bosque, gracias al color opaco acompañado del moho que recubría casi por completo la superficie.

Una cosa importante, y es que a pesar de que acababa de llegar, no estaba solo.

Una pesada mirada estaba puesta sobre él. Un momento estaba en su espalda, y al otro ya la tenía enfrente de sí. Le inquietó, tal vez un poco, la rapidez con la que aquel extraño ser se movía con tal velocidad. Pese a que él era sumamente veloz, encontraba a aquel sujeto en otro nivel.

-Tu persistencia es admirable, viejo.

La voz resonó en el lugar. Su cabello plateado* resaltaba sobre las penumbras del lugar, eso sin mencionar la sádica sonrisa que iluminó casi por completo su rostro.

-Shougo... Haizaki. - pronunció Midorima, intentando reprimir todo el odio que tenía acumulado hacia aquel sujeto.

El aludido arqueó una ceja, mirando en diferentes direcciones

-Uh... Sí. Gracias por recordarme mi propio nombre - alegó en tono sarcástico, extendiendo sus brazos hacia los costados. Ante el silencio del contrario, retomó el habla - ¿Vienes a rogarme para unirme a ti, "líder"? - preguntó haciendo comillas con sus dedos al mencionar la última palabra

-Es una petición, mas nunca un ruego - respondió Midorima, deseoso de saltar encima del peli plateado y golpearlo -. Una alianza es lo mejor... Para ti, y para tu clan. Es por eso que estoy aquí. - hizo una pausa, no queriendo expresar las últimas palabras. - Estamos dispuestos a olvidar todas tus faltas cometidas hacia nosotros, si aceptas...

-Declino tu oferta - interrumpió -. No estoy dispuesto a aceptar algo tan tonto como eso. ¿Servirte a ti? ¿Aceptarte como mi dueño?

-La alianza no consiste en...

-¡Silencio!

Uno tras otro vampiro salieron de aquella fortaleza saltando desde arriba de los muros, situándose justo detrás del de cabellos color plata, dispuestos a atacar en cualquier momento

-Retira la amenaza - pidió Midorima. Por un momento estaba sintiéndose completamente indefenso, y tal vez, inútil.

-Oh - Haizaki avanzó un poco hacia el frente, hasta casi pegarse frente a él -. ¿Te refieres a la guerra? - preguntó fríamente

-Si declinas a la alianza... Entonces también detén todo ésto de la guerra. Antes de que... - Midorima hizo una pausa. Por un momento pensó en todos. En los vampiros que vivían bajo su mismo techo, en Kuroko, en su hermana, en sus padres... En Kazunari. La sola idea de perderlos se propagó a lo largo de su pecho

-¿Antes de qué? - preguntó el contrario, torciendo sus labios en una sonrisa al mirar el semblante del peliverde

-Detén ésto...

-Haces bien en no subestimarnos... ¡Haces muy bien en no subestimarnos! - exclamó retrocediendo un poco y comenzando a aplaudir de manera escandalosa, siendo acompañado por el resto que se encontraba detrás suyo.

Midorima parpadeó un poco, debido a la intensidad del sonido.

-¿Qué tengo que hacer? - preguntó en voz alta, logrando que casi al instante el sonido de los aplausos se detuviera. Shougo le miró con un atisbo de ilusión

-Dámela. - respondió el peli plata, caminando hacia él nuevamente, y sosteniendo el cuello de la camiseta del peliverde

-¿Qué...? - alcanzó a decir con dificultad, sin saber a qué se refería

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