Capítulo XII

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Takao se limitó a permanecer de aquella forma. De nuevo, sus brazos con ayuda de la sabana se encargaban de cubrir su torso desnudo, justo como aquella vez. Su rostro realmente expresaba vergüenza en su máxima expresión, demostrándolo, con aquel tono rojizo que ahora abarcaba todo su rostro

Midorima admiró ligeramente aquello. Habían pasado demasiados años en los que no había visto aquella reacción en un humano, por lo que se dedicó a apreciarlo mientras podía; originalmente, los humanos con los que había tenido alguna especie de cercanía, se limitaban a mirarlo con pánico y temor, huyendo de él. Por esta razón es que aún le resultaba difícil aceptar todo lo que había pasado

-Debiste avisar que estabas aquí- reprochó con tono de voz de indignación el príncipe

-No quise alertar a Kazumi con mi presencia- alegó el vampiro en su defensa, optando por ponerse de pie y así mirar de frente al contrario

-Ya… ya veo…- murmuró el más bajo en respuesta, desviando la mirada por un momento

-¿Estas desnudo?- preguntó el peliverde al notar la insistencia con la que Takao sostenia aquella sabana contra su pecho

-¡No!- exclamó, volviendo a recuperar aquel tono rojizo en su rostro –S-solo… no traigo la camiseta… yo… en realidad… d-duermo más cómodo de esta manera, lo entiendes, ¿no?- dijo rápidamente

-En realidad no.- respondió Midorima –No duermo- confesó, dando un par de pasos por la habitación

-¿Eh?- pronunció el pelinegro con gesto de duda –Quieres decir que… ¿Ustedes no duermen?

-No te equivoques, los vampiros podemos dormir si así lo queremos, sin embargo no es una necesidad- explicó, deteniéndose finalmente al pie de la cama –En lo particular, dormir es una actividad que no me agrada ni me atrae

-¿Por qué?- cuestionó el príncipe, dejando que la sabana se deslizara hasta caer en la cama

-Nada en particular.- respondió el peliverde apartando la mirada.

El ambiente se tornó silencioso, y a la vez un poco incómodo para ambos, dejando que solo el sonido de la lluvia fuese el que retumbara por la habitación. En este punto, Takao optó por deshacerse de la sabana y ponerse de pie finalmente, a la vez que se colocaba una camisa y se dirigía a la ventana

-Me da gusto verte.- pronunció el más bajo sin voltear a ver al peliverde –Aunque, debo admitir que no esperaba que vinieras tan pronto o de esta manera- dijo esta vez, volteando hacia el

-No tenía planeado volver.- respondió Midorima en tono serio, dejando con un gesto de confusión al contrario

-¿Qué quieres decir?- preguntó Takao acercándose a él

-Todo esto… es una locura. Una locura que no debería continuar.- dijo el vampiro con semblante serio

-¿Por qué estás diciendo esto? Yo no…

-Lo que estamos haciendo no terminara bien, y lo sabes- interrumpió de nuevo Midorima –Lo he pensado demasiado, y no puedo… no podemos seguir simulando que somos amigos o algo así. No es tan fácil

-¿Simular?- pregunto Takao incrédulo –En ningún momento he simulado que soy un amigo tuyo

-Eso…

-No me vengas con eso ahora.- interrumpió esta vez el príncipe con semblante serio –Te di la opción de irte aquella vez, mas no lo hiciste…

-Yo…- el vampiro apretó los labios –Yo no quiero lastimarte.- murmuro con pesar. –Haces todo más complicado de lo que debería ser- dijo finalmente, recostándose un poco contra la pared

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