Capítulo III

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Dejó de lado la copa de sangre. Conocer el origen de la misma era algo a lo que restaba importancia, pues su única preocupación era que la servidumbre la tuviese lista para él cuando la pidiese.

-Shintaro - llamó sutilmente la voz de Akashi sentándose frente a él. La atención de los ojos del peliverde siguió puesta en la ventana, mientras intentaba ignorar la presencia de que quien estuviese allí - ¿Has salido de nuevo? - pregunto el pelirrojo. Ante aquella pregunta, su paciencia se desvaneció

-¿Eso a ti que te interesa? - pregunto esta vez Midorima dirigiendo su mirada hacia él. - No se si ya lo sabías, pero no tengo porqué rendirle cuentas a alguien como tú - agrego volviendo a sostener su copa. Evitaba perder la cordura ante la actitud del de ojos bicolor

-¿Alguien como yo? Recuerda que hablas con el líder de la familia Akashi - murmuró con molestia

-Y tú recuerda que hablas con el futuro de líder de todas las familias - expresó el más alto poniéndose de pie - Ya no soy el chico torpe de antes, Akashi. Desgraciadamente me veo obligado a seguir soportándote, sin embargo no creas que volvería a caer en el mismo error - finalizó saliendo de la habitación, dejando a Seijuuro con una sonrisa desafiante.

Caminaba con furia en los pasillos de la mansión a la cual se había visto obligado a vivir por los últimos cien años, mientras decía todas las palabras obscenas que se sabía en voz baja. Su mente estaba nublada, se sentía al borde de todo, de su vida, de su paciencia, de sus ganas de seguir.

No se detuvo, ni siquiera al escuchar el llamado de su hermana se detuvo. Quería salir huyendo lo más posible de ese lugar. Quería huir...

-Midorimacchi - canturreo una voz desde el techo. Se detuvo solo por el simple hecho de no haber oído esa voz en mucho tiempo. Volteo hacia arriba y allí lo vio. A aquel rubio colgando del techo de cabeza; en una pose tan extraña como lo era él.

-Kise Ryota - dijo soltando un pequeño suspiro - Volviste

-¿Que tal? - dijo dejándose caer desde el techo y aterrizando con delicadeza - Hacia tanto tiempo que no veía tu tensa y pasmada cara - dijo con una sonrisa amplia. De veces, se creía que Kise estaba realmente loco. Pero claro, eran simples rumores

-¿Los híbridos te trataron tan mal? - pregunto Midorima reanudado su caminar

-¿Que dices? Los híbridos no son tan malos - expresó Kise pegándose a la espalda del contrario, mientras caminaba de esa manera - Creo que me enamoré de uno... - agrego con voz soñolienta

-Inaceptable - respondió Midorima - Los vampiros solo pueden estar con los de su especie. No seas repulsivo

La carcajada del rubio se extendió a lo largo del pasillo, abarcando muchas de las habitaciones. Aquella acción provocó escalofríos en el peliverde, quien simplemente decidió seguir caminando

-Te enamorarás - dijo Kise después de aquella carcajada. Midorima se detuvo - Lo harás de nuevo, Midorimacchi. Y te aseguro, que no será de tu especie, y no sabes como me voy a reír cuando ese día llegue - sentenció Kise con aquella sonrisa de lunático, pero ojos de determinación

-No seas ridículo. - dijo Midorima saltando hacia la ventana y saliendo por la misma hacia el bosque. Era tonto, era ridículo. Aunque él se negaba a aceptar parte de las reglas, definitivamente esa jamás la rompería.
¿Enamorarse? ¡Ja! No, esa estupidez no se repetiría, no para Shintaro.

Corrió hasta internarse plenamente en el bosque. Iría a aquella cabaña, misma que había fabricado secretamente con Kuroko hacía unos años atrás. Aquel lugar que era su refugio. Al menos allí se quedaría hasta que pasara la tormenta que se venía avecinando.

Sus pies se encontraron con algunas ramas rotas. Ah... Sí. Este lugar se le hacía conocido. Seguía exactamente igual de destrozado como lo había dejado ya hacía unos días atrás. Sonrió. Solo por el simple hecho de haber actuado como una bestia le divirtió sumamente.

Aún había un árbol en pie. Era gracioso, porque era el único. Era como si fuese algún árbol bendito o algo así. La idea le hizo divagar, hasta que las gotas de lluvia que fueron apareciendo le ayudaron a reaccionar. Optó por caminar hacia él, mojarse no le preocupaba.

En el suelo alcanzó a ver un par de piernas, y fue allí donde se puso alerta. Camino un poco más y de manera silenciosa se acercó hasta ver el cuerpo que permanecía en el suelo. No se movía. Al acercarse a su rostro su impacto fue enorme. Allí estaba el chico de aquel día. Sus labios lucían morados, y sus mejillas habían perdido el color. Le removió un poco, más este no respondió

¿Que debía hacer? No sabía

¿Que hubiese hecho un vampiro normal? Consumir su sangre hasta dejarlo seco, claro. Era obvio. Pero... Simplemente no podía ser un vampiro normal.

Tomo su cuerpo y lo cargó en sus brazos para salir corriendo con él. Llego hasta su cabaña, y sin pensarlo más entró casi derribando la puerta. Las ropas de aquel chico estaban mojadas, y su piel estaba más fría que la suya.

Sin pensarlo tanto lo desvistió completamente, lo secó y lo metió a la cama, para después, encargarse de devolverlo a la vida.

No, no era fácil

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Abrió sus ojos, se sentía cálido y agradable. A su lado había una chimenea, y las sábanas en la cama eran más suaves que lo que acostumbraban a ser. Finalmente, noto algo. Estaba desnudo

¿Que había pasado?

Se preguntaba aquello de manera repetitiva. Rápidamente las imágenes de su último recuerdo cayeron en su mente sin ninguna compasión.

-¿Estas despierto? - pregunto una voz al pie de la cama. Su sorpresa fue enorme al encontrarse con con él, con ese chico...

-Shin...taro... - murmuró intentando incorporarse un poco. El contrario afirmó una vez con la cabeza

-Kazunari, ¿cierto? - pregunto el mayor, a lo que el pelinegro asintió - No esperaba encontrarte de nuevo de esta manera

-¿Me salvaste? - cuestionó Takao. La mirada de Midorima se desvió - Te... Te lo agradezco mucho - dijo con una pequeña sonrisa. El silencio del mayor dejó un ambiente incómodo. Y finalmente, la sonrisa en los labios de Takao se desdibujó

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Continuará pronto!
😊💜

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