Después de que Marilla les compartiera esa noche durante la cena la buena nueva sobre su casamiento, dejándolos boquiabiertos a su hermano y a Anne, no tardaron en tomarse cartas en el asunto para empezar con los preparativos.
Y de tal modo en tres días, luego de conversar con el reverendo del pueblo y exponerle bien la situación a profundidad y desde el inicio, contada además por la misma protagonista, lo que ayudó a que éste dejara de ver la relación de forma pecaminosa; se pudo celebrar la boda en la casona Blythe y en la misma habitación del Sr. John a causa de su delicada salud. Rodeada la feliz pareja de los amigos más íntimos y de sus hijos, porque nada ni nadie más hacía falta.
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Hubo luego música y comilona en una pequeña recepción organizada por la Sra. Lynde y la Sra. Barry para agradecer sobre todo al reverendo y al doctor (quien también por supuesto se encontraba invitado) por sus colaboraciones.
Entre tanto, en medio de enfrascadas conversas sobre política y actualidad por parte de la mayoría de los presentes y del banquete de comida del que se podían servir estos a cada rato, Gilbert y Anne se escabulleron un momento de la reunión al igual que la feliz pareja agasajada, prefiriendo permanecer apartados del resto, y se sentaron un ratito en las escalinatas de la parte trasera a respirar aire fresco.
Adentro la música de violín, instrumento que sorprendentemente ese día se enteraron que Matthew sabía tocar a la perfección, no paraba de sonar. Siendo su principal bailarina la adorable y despreocupada Minnie May, que ajena a cualquier problema del mundo se esmeraba por demostrar todo lo que aprendiera en sus clases privadas de ballet, y a quien se unieron además alentados por el propio Matthew, los otros dos únicos jovencitos que se encontraban entre los invitados en el lugar. Diana y Jerry. Sin que nadie les impidiera entonces, al tratarse de una fiesta, el que se tomaran de las manos y pudieran juntos bailar. Sin censurarlos por relacionarse en contra de sus diferentes clases sociales.
-Ha sido cierto lo de que Diana y Jerry se gustan- fue lo primero que Gilbert acotó alcanzando a ver la alegre escena que se suscitaba en la cocina a través de la puerta entreabierta.
-Ya ves que no mentía- le hizo ver Anne –Y además es toda una suerte que su mamá se encuentre arriba conversando con Marilla y tu papá junto a la Sra. Lynde, y que aparte el Sr. Barry esté muy concentrado en la reunión con del resto de caballeros en la sala o de lo contrario hubiesen puesto el grito en el cielo- pensó en voz alta y miró por lo tanto al firmamento.
-Esperemos que no les molesten, porque hacen bonita pareja- Gilbert opinó
-En definitiva, yo también lo pienso- sonriendo Anne concordó
-Anne... ¿en qué pesabas hace un momento?- con curiosidad Gilbert de pronto quiso saber –Al mirar el cielo- especificó
-Ah sí... en lo misericordioso que es Dios y en lo dichosa que soy al haber podido llegar aquí y encontrarme con todos ustedes...- sin complicarse ella compartió -Y también oré para que bendiga nuestros caminos. El de tu papá y de Marilla, así como el tuyo, el mío y el de nuestros amigos. Hay tanto que agradecer- sin darle vergüenza revelar sus creencias, desde el fondo del corazón le contó, maravillándolo.
-Esto me lleva a pensar en algo...- Gilbert simplemente comentó, pero luego se dio a explicarse mejor, aun cuando se sintiera un tanto torpe al hacerlo -... ¿En si te gustaría algún día pasar por lo mismo?... es decir, no con una historia tan complicada y larga...- tuvo que rascarse la nuca para darse el valor para continuar
-¿A qué te refieres?- preguntó Anne enseguida con asombro e interés
-A que...si te gustaría casarte algún día... porque quizá... podríamos hacerlo tú y yo- al final consiguió sugerirlo y ella por un momento quedó sin aliento, sin poderlo creer.
-¿Yo?... ¿una esposa?- comentó riendo de forma nerviosa –La verdad no sé si lograría serlo en buena forma... pero...("Ningún mar en calma hace experto a un marinero")- se mencionó en voz baja esto último para sí misma al tiempo que intentaba calmarse y al ver que él la observaba con diversión a costa del embrujo que bien sabía le causaba, adoptando seriedad y altivez decidió contestar de una manera que consideró madura y apropiada –Pero podríamos intentarlo. Quién dijo miedo... cuando crezcamos-
-Claro, cuando crezcamos- corroboró él su aclaración sonriendo de lo más feliz y luego agregó para terminar de hacerla sonrojar como un tomate, como ya se estaba volviendo uno de sus hobbies favoritos –Es una promesa- y para ratificarlo le ofreció el dedo meñique, que ella un poco trémula enganchó con el suyo.
-Promesa- confirmó.
Reflejándose entonces el uno en las pupilas del otro, comprendieron sólo en ese instante la magnitud de lo que acababan de hacer, pero antes de que pudiesen reaccionar a totalidad, rompiendo el hechizo de las miradas, empezó a nevar.
Y mientras él se levantaba extendiendo su mano para dejar que en ella cayeran los copos de nieve para comprobarlo, ella avergonzada recordó algo que por sí misma había también prometido (*referencia al fic "El caballero de Anne") e ingresó de inmediato a la casa, acobardándose de continuar con el flirteo y lo que pudiera por consecuente esa noche pasar.
-¡Anne, a dónde vas, espera!- alcanzó apenas a proferir él pero ella era un vendaval, algo de lo que se había dado cuenta desde el día en que la conoció, y sabía así mismo desde ya a lo que se atendría al buscar pasar el resto de la vida con ella, pero no le importaba porque reconocía también que era magnífica y estaba en su corazón.
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Continuará...
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Algo adelantado en el tiempo
RomanceQué hubiese sucedido si en un momento decisivo, Marilla, sin que le importase nada más, se hubiese decidido a luchar por su antiguo y único amor... ¿En ese caso que habrían pasado a ser Gilbert y Anne? ¿Hermanastros, sólo amigos...?... o quizá algo...