Capítulo IX

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La feliz unión, como era de esperarse, conllevó muchísimas habladurías. Constituyendo todo un escándalo que una mujer solterona y abnegada ya entradita en años decidiera sin importarle lo que pensara la sociedad a su alrededor respecto a su comportamiento, perder la cabeza como una adolescente y unirse en el otoño de su vida a un gran amor del pasado. En definitiva, algo que no se veía por esas tierras... y también generó gran conmoción por otra parte entre los jóvenes del lugar, la extraña relación familiar que pasaban a tener los hijos.

Por lo tanto Anne y Gilbert se vieron de repente y sin esperárselo dentro del ojo del huracán de rumores de quienes no alcanzaban a entender el comportamiento liberal de la nueva magna familia de la que ya formaban parte.

-Vendrían a ser algo así como hermanastros...- se escuchó a primera hora de ese nuevo inicio de semana, comentar a Jane

-Si es que así puede llegar a decirse, porque ella es adoptada- hizo recordar por su lado con malicia Josie Pye.

-¡Qué horror, pobre de Gilbert!, ¡Tener que convivir bajo el mismo techo con la huérfana fea todos los días!- comentó a su vez el grandulón insoportable de Billie Andrews.

-¡Pues que mejor para él si le gusta!- opinó a su vez encogiéndose de hombros y con una sonrisita pícara Moody y enseguida hubo mofas y risas generales por parte de la muchachada varonil en general, entendiendo todo lo que aquello significaba.

-Debe estar pasándola muy bien- comentó otro entre las risotadas, en tanto Prissy Andrews que era la mayor del salón y que muy pocas veces intervenía en los asuntos de los más jovencitos, en esa ocasión se animó a protestar llevada por la indignación, dejándolos perplejos

-¡Ya déjenlos en paz y no sean groseros! ¡Dejen de esparcir chismes improductivos y mejor pónganse a estudiar!-

-Yo creo que son como una familia moderna- comentó por su parte Tillie en voz baja a Diana que compartió por completo su opinión

-Estoy de acuerdo en eso, de seguro así serán las familias del futuro... cuando la gente no se deje llevar por la críticas con tal de conseguir vivir feliz- con idealismo vaticinó.

Los afectados entre tanto, procuraban hacerse de oídos sordos y no hacer caso a los comentarios, en su mayoría opiniones malintencionadas, que escuchaban, optando por dedicarse de lleno a su nueva normalidad aunque eso a otros les incomodara. Se comenzó a notar abiertamente así la gran complicidad entre ellos que ya no se preocupaban de esconder, sin importarles interactuar con frecuencia en los ratos libres o en el recreo, o regresar juntos a sus casas, aunque dieran la impresión de ser una feliz nueva parejita.

-Que no nos preocupe Anne lo que digan sobre nosotros, igual somos los mejores de la clase, que es lo único que debería importarnos- Gilbert uno de esos días a la salida le alentó para dar por saldado el asunto y ella sonrió en respuesta

-Tienes razón, a ellos no debería importarles nuestra vida-

–Caminemos siempre con la frente en alto, porque así como nosotros no lastimamos a nadie, nadie tiene derecho a dañarnos- él añadió mientras le ofrecía su brazo, del cual ella se tomó encantada dejando ambos de tal forma boquiabiertos a todo el mundo.

Entre tanto en su vida personal los dos se adaptaban a frecuentarse más a menudo, a realizar las tareas escolares juntos y hasta darse la mano el uno al otro de vez en cuando también en las tareas hogareñas de las distintas casas.

A Anne se le volvió entonces normal llevar parte del almuerzo preparado por sí misma unas tres veces a la semana a la casa Blythe, donde Marilla se mudó a vivir, como retribución y agradecimiento a ella por cuidarla y aceptarla entre los Cuthbert, y de paso se entretenía también haciéndole compañía a Gilbert mientras éste ejercía sus labores de la pequeña granja, como ayudar a ordenar el granero o parte de la casa.

Algo adelantado en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora