CAPÍTULO X
Ese primer día de Gilbert en la casa, Anne decidió para agasajar su llegada preparar galletas de avena, postre en el que se consideraba toda una autoridad culinaria pues era su especialidad y siempre se las alababan. Había sido un día muy lindo y así auguraban venir más.
Pasaron la mayor parte del día bromeando y compartiendo anécdotas de vida junto a Matthew, ya fuera al recorrer la pequeña finca, a la hora del almuerzo o al ordenar la habitación que a partir de ahí Gilbert ocuparía y de la cual el mismo Matthew se había encargado desde hacía una semana antes, de forma sigilosa y sin explicar el por qué, de empezar a arreglar y limpiar, puesto que durante años estuviera designada a bodega y ahora ella comprendía la razón.
Dicho dormitorio era también el del Michael Cuthbert, hermano mayor de Matthew y Marilla, que desde su deceso ya hacía muchísimos años había permanecido relegado casi al abandono. Por ello, el que lo volvieran a ocupar de forma pulcra era una clara señal de que el largo ciclo de luto en Green Gables había sido cerrado y aquello renovaba de nueva y limpia energía el lugar.
"Son los aires nuevos de la esperanza" se decía Anne. La buena vibra proveniente de la felicidad de uno de los miembros de dicha residencia al alcanzar uno de sus sueños más preciados... La prueba verídica de que en la vida a veces no existen los imposibles...
Volviendo de sus pensamientos filosóficos y del montón de cosas que le daban vueltas en la cabeza a la realidad, Anne se concentró en la preparación del postre hasta que Gilbert apareció en la cocina y se ofreció amablemente a ayudarla. Ella aceptó encantada y todo iba bien y así hubiera seguido, de no ser porque él no tardó en comenzar a llevarse a la boca parte de los ingredientes de tanto en tanto. Las gotitas de chocolate, las pasas y las frutas confitadas con las que planeaba adornar las galletas, lo que le llevó a protestar.
-¡Hey, eso no es para que te lo comas ahora!- exclamó dejando de amasar y quitándole el plato con el contenido de las manos, y no exageró en su reclamo porque con esa ya constituía la quinta vez que lo hacía, habiéndoselo en las otras ocasiones dejado pasar.
-¡Está bien, calma!- profirió él levantando los brazos como acusado indefenso mientras terminaba de masticar su bocado –Yo también sé preparar un excelente pastel de "zanahorias" y no ando diciendo nada- alegó en clara alusión para molestarla, ante lo que ella indignada no tardó entonces en reclamar a viva voz.
-¡Lo dices por mí, te voy a matar...!- le gritó lanzándole al tiempo un poquito de harina y cuando él en aparente venganza le aventó otro poco de polvo de hornear en la cara, manchándole además la ropa por encima del delantal, provocó que ella boquiabierta del asombro no dudara en responderle tirándole una parte de la maza, empezando así una guerra de ingredientes que no tardó en volver un caos la cocina pero que no pudieron negar fue un mar de diversión.
Con decir que hasta el propio Matthew, que en algún momento les vio persiguiéndose el uno al otro entre risas alrededor de la mesa, no les dijo nada y los dejo nomas, recordando que alguna vez también había sido joven, aún con su adolescencia retraída y triste, y que hubiese dado lo que fuera por divertirse un poco así.
Entre tanto, Gilbert y Anne luego de concluir el juego al notar su presencia, le pidieron disculpas y enseguida se pusieron a limpiar el desastre que habían generado. Gilbert se ofreció así a baldear el piso, considerando que él era quien había empezado todo, pidiéndole a Anne que ella por su parte sólo terminara las galletas, más Matthew a su debido tiempo intervino.
-Bueno, yo me encargaré de acabar de colocar la maza en la charola y de verificar que se horneen las galletas, ahora por qué no suben los dos a arreglarse previo a cenar- como siempre con sus buenas maneras y confiando en que se portarían bien, el buen hombre les sugirió, y ambos de tal forma, agradeciéndole por no regañarlos, salieron corriendo escaleras arriba para ganar el baño.
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La carrera fue pareja a opinión de Anne, sólo que Gilbert, que cada día se transformaba más en un joven caballero vigoroso y atlético, al subir con agilidad los escalones de dos en dos alcanzó primero la ansiada puerta, ganando la contienda, y a ella de tal modo no le quedó más que cruzándose de brazos con una mueca, resignarse a esperar su turno.
-Deberá ser más veloz la próxima vez señorita Shirley- le sugirió él claramente disfrutando de su victoria –Pero para que veas que soy un caballero, te permitiré por esta ocasión ganar- agregó entonces sorprendiéndola y enseguida se hizo a un lado con una venia para que ella pudiera pasar –Primero las damas- recalcó, dejándola abobada con su pequeña galante acción.
-Sí... yo entonces... sólo iré por mi ropa y... gracias- trabándosele la lengua por el efecto tonto que le causaba cuando se le acercaba demasiado, Anne logró concretar y se encaminó de inmediato nerviosa y rompiendo el contacto visual hacia a su cuarto para que no notara su turbación, aun cuando sentía que él le seguía con la mirada.
-Iré yo en tanto a la habitación a esperar...- dijo Gilbert cuando se dio cuenta que no iba a prestarle más atención por el momento.
Ella por su lado, sólo se volteó una vez alcanzó el umbral de su recámara, cuando él ya estaba llegando a la que ahora le correspondía justo al otro lado del pasillo, desde donde también atraído por su escrutinio, la miró.
-Creo que va a ser divertido este tiempo de convivencia juntos- comentó y ella en respuesta, totalmente de acuerdo, sólo le sonrió antes de adentrarse en el cuarto.
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Continuará...
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Algo adelantado en el tiempo
RomanceQué hubiese sucedido si en un momento decisivo, Marilla, sin que le importase nada más, se hubiese decidido a luchar por su antiguo y único amor... ¿En ese caso que habrían pasado a ser Gilbert y Anne? ¿Hermanastros, sólo amigos...?... o quizá algo...