Consejo y enfrentamiento
—¡Lo sabía! —Abro la puerta de golpe, haciendo que las chicas se giren a verme con curiosidad y debo admitir que no era la acción que esperaba. Ni siquiera se sorprendieron con mi llegada—. Ojalá hubiera apostado porque habría ganado. Ustedes ocultan algo.
Ivét se cruza de brazos y junto a Rea forman una sonrisa de boca cerrada, mostrando esa seguridad que poseen.
—¿Ocultando algo? —cuestiona Rea con una encantadora sonrisa—. Ada, ¿no te enseñaron alguna vez a que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? Creí que tendrías más clase y no serias tan básica como todos en este lugar. Veo que me equivoqué.
—¿Y a ti no te enseñaron a que hablar a las espaldas de los demás es un acto de muy mal gusto? —contraataco, lástima que no lo hago con el mismo tono de seguridad que ella.
Veo a Ivét rodar los ojos y chasquear la lengua.
—Yo no tengo nada que fingir frente a ti, Ruso —declara con seriedad y sus penetrantes ojos oscuros ven a través de mi alma, o al menos es lo que siento—. ¿Me tienes hasta la madre con tus interrogantes? Sí. ¿Te cuesta entrar con la misma ignorancia cómo el resto de los adolescentes clase media de éste lugar?
La tensión se podría cortar con un cuchillo y el aire se respira más pesado. El ambiente acaba de tornarse tenso y desafiante. No me fio de Ivét, quien lo único que ha demostrado de un tiempo para acá, es desagrado e intolerancia hacia a mi persona.
No soy de esas chicas que pelean o es de confrontaciones, por lo que me puedo llegar a sentir un tanto intimidada ante sus fuertes miradas que parecen dagas que solo quieren cortarte por dentro.
—No hay ninguna verdad —responde Rea antes de que yo lo haga—. Solo trato de calmar a doña problemas con respecto a ti. —Ella se acerca y toma mi mano, tomándome desprevenida por su interesante acto—. Aquí entre nosotras, me caes bien pero no puedo decir lo mismo de mi compañera. No hay razón para ocultar nada.
Dios, esos ojos mieles son tan llamativos y reflejan una honestidad tan fluida que me cuesta desconfiar de su palabra. La presión de su mano contra la mía me genera miles de sensaciones que jamás había sentido. ¿Debería creerle? No lo sé.
—Esto es una pérdida de tiempo, ya no existe la maldita privacidad en este lugar —exclama Ivét molesta mientras camina a la salida y cuando se me acerca choca su hombro contra el mío apropósito. Y antes de salir añade—: Cuando podamos tener una conversación sin gente tan metiche, me avisas. Y ya sabes lo que te dije, Rea Foster.
—Sí, sí, lo que tu digas. —Rueda los ojos Rea.
Y dando un portazo, Ivét sale de la habitación y me quedo a solas con la chica ridículamente atractiva de Rea. Bajo la mirada y veo que aún tengo mi mano entrelazada con la de la morena a mi lado, me sonrojo un poco y aparto mi mano para cruzarme de brazos, algo incómoda.
—Lo siento. Esa perra ladra, pero no muerde —dice Rea encogiéndose de hombros—. ¿No deberías estar con la psicóloga Powell, Ada?
—¿Qué? Yo... —Me muerdo el labio inferior—. Odio a los psicólogos.
—Y yo los odio a todos, pero en fin, así es la vida —dice restándole importancia—. Un consejo para tu estadía en este lugar, Ada.
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El Grito Silenciado. ©
Mystery / ThrillerPensé que lo peor en mi vida fue haberme quedado huérfana, pero hoy me retracto de eso. Lo peor fue haber terminado en ese orfanato y gracias a el descubrí tantos secretos oscuros, macabros y perturbadores. No solo del lugar, sino también de mi mism...