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La psicóloga Powell


Camino por los largos pasillos hasta llegar al salón de clases, un lugar bastante... peculiar. Lo digo por los colores rojo sangre, negro y gris que adornan el aula. ¿En qué estaban pensando en el momento de la decoración? La idea debió ser  hogareña, para dar una mejor aura y comodidad a los estudiantes, no todo lo contrario.

Las miradas de mis compañeros caen sobre mí, sobretodo seis pares de ojos en específicos y uno de ellos es un gris intenso. Ash está al final de las filas, vistiendo el uniforme que se ciñe bien a su cuerpo y su cabello está alborotado, dándole un toque salvaje a su mirada. Conectamos miradas, no sé por cuánto tiempo, pero rompemos contacto en el momento que una voz gruesa llama mi atención.

—Buenos días, alumnos.

Me doy vuelta para ver al hombre, al profesor que ha entrado. Podría calcularle unos cuarenta y tantos, pero se mantiene muy bien, solo lo delata unas cuantas arrugas. Sus ojos color verde oscuro me observan con fijeza y una sonrisa aparece en su rostro. Luce un característico traje beige.

—Un rostro nuevo. ¿Cuál es su nombre señorita?

Carraspeo la garganta y me enderezo para responderle.

—Soy Ada Ruso, señor.

¿Es idea mía o su mirada se oscureció con la mención de mi nombre?

—Bienvendida, señorita Ruso. —Sonríe complacido—. Soy el profesor George Relish. Por favor tome asiento que comenzaremos la clase.

Asiento en silencio y me doy vuelta para buscar donde sentarme. La sonrisa amplia de Kyla aparece en mi campo de visión, y la misma me señala el asiento a su lado. No dudo en sentarme junto a ella.

—Ya verás que te vas a acostumbrar —me dice Kyla cuando estoy sentada—. Siempre podrás contar con mi amistad.

De todos, la mas normal podría decirse que es Kyla Leduc. Desde que llegué a sido la que mejor me a tratado, lo cual le agradezco mucho. Ella ha sabido ganarse mi confianza.

—Muchas gracias, Kyla. —le sonrío. De repente llega a mi mente la imagen de los otros dos chicos junto a Ash—. Oye, ¿quiénes son los chicos que están sentados con Ash?

El profesor traza en el pizarrón, algunos están prestando atención a su explicación y los demás están cómo yo, hablando en voz baja.

—¿Hablas de Quinby y Hatwin? —susurra ella en respuesta. Asiento—. Ellos junto a Ash son el grupo del que Ivét seguramente te habló.

Con que ellos son los que odian a mis compañeros de cuarto. Disimuladamente, giro a verlos. La chica, Quinby, es alta y también es pelirroja. Sus ojos son de color miel, piel blanca y es bastante delgada.

Hatwin es un chico de cabello negro, piel bronceada y ojos verdes. Tiene facciones marcadas que le dan un toque muy varonil. No puedo negar su atractivo, pero nada comparado con Ash.

«¿Cuál será la causa del odio entre estos dos grupos?»

El resto de la clase transcurre con tranquilidad, pero algo que debo destacar es el hecho de que la forma en la que el profesor Relish me mira, no es precisamente como debería hacerlo.

—¿Por qué la vida es tan injusta?

Kyla le da un mordisco a su manzana y niega con la cabeza.

—No es injusta —responde ella—. No es algo tan difícil ir a ver a la psicóloga Powell.

Todos estamos almorzando después de una jornada de clases, en las mesas del comedor. Se supone que en unos minutos tengo que ir a ver a la señorita Powell, la psicóloga.

El Grito Silenciado. ©			Donde viven las historias. Descúbrelo ahora