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Los estragos del pasado

Castigos peores.

Cada segundo, minuto que paso en este lugar descubro más cosas, no muy lindas debo aclarar.

Suelto un suspiro y camino con Kyla hasta la mesa para cenar. Cada alumno está en su mundo, la mayoría charlando de forma amena. Unos con rostros neutros y otros más expresivos que otros, pero la mayoría relativamente normal, como cualquier adolescente. Lo que a veces me hace cuestionar si en realidad pasa algo en este establecimiento que debe ser más oscuro que la noche misma. Quizás ya están acostumbrados, diría cualquier persona, pero a mí parecer, veo y siento sumisión.

¿Pero voy a urgar hasta encontrar una verdad o respuesta, que lo más probable, me dé como premio una consecuencia de la cual podría arrepentirme? Estoy vacilando mi respuesta, mi elección, y la verdad es que la dudo. No estoy segura de los pasos que doy. ¿Y si solo acepto mi destino? ¿Y si me doblego aceptando que soy una huérfana más y tendré que acostumbrarme? Creo que lo ma sensato sería comer y elegir fingir la demencia.

Aunque la curiosidad me palpite hasta en lo más profundo de mis entrañas... Puedo apaciguarla, dándole repuestas a otras preguntas.

Salgo de mi cabeza por un momento y veo a Kyla. Come tranquila, como si no tuviera nada de qué preocuparse. ¿Y si en realidad hay algo que la perturba?

—¿Cómo llegaste a ser una huérfana más? —La pregunta sale casi inconsciente, dejando a mi cerebro a hablar por sí solo.

Kyla sube la mirada y enanrca una de sus cejas.

—¿A qué viene esa pregunta? —Es su respuesta, un tanto brusca si la asocio con su comportamiento amable hacia mi persona.

—Dijiste que querías que fuéramos algo parecido a ser amigas —respondo—. Dijiste que te preocupas por mí y quieres acercarte, ¿o me equivoco?

De alguna forma, mi repuesta le alivió y soltó un suspiro, para luego reír bajo, mostrando de nuevo esa dulzura que la caracteriza.

¿Acaso pensó que le pregunté eso por otra razón que desconozco?

—Bueno, creo que eso es bastante claro, ¿no? —Sonríe—. Mi tía trabaja aquí.

—¿Tus padres están vivos? —Está bien que esté aquí porque su familiar lo esté, pero lo legal es que esté en custodia de sus padres.

Eso hace que contraja su rostro y haga una mueca.

—Sí —responde casi con resentimiento—. Pero prefiero estar con mi tía. Siempre tuvimos una buena relación, cosa que no compartía con mis progenitores y de lo cual no siento ni la menor pena.

Miente.

¿Miente? ¿Por qué debería mentir? ¿Y por qué mi subconsciente me dice aquello? Niego con la cabeza y le nuestro una sonrisa sincera. Es normal que no quiera estar con sus padres, y si se lleva mejor con su tía, ¿quién soy yo para juzgarla?

Vuelvo a comer tranquila y comenzamos a hablar para conocernos mejor. Ella me cuenta sobre su amor por el dibujo y el arte, un tema interesante que me hace olvidar lo vivido el día de hoy. Terminamos de comer y nos vamos a la habitación. En ella están todos: Ray, Nix, Rea e Ivét. No cruzó muchas palabras con ellos, solo las necesarias, ya que al tocar la cama quedo en manos de morfeo, sucumbiendo a mis profundos deseos de descansar.

El Grito Silenciado. ©			Donde viven las historias. Descúbrelo ahora