Una mariposa de porcelana
La tengo justo como la quiero, mirándome con la incógnita plasmada en sus ojos que revelan ese miedo y confusión ante mi inesperada aparición. No puedo dejar pasar esta oportunidad para saber de una vez por todas qué mierda oculta este lugar.
—¿Quién eres tú? ¿Eres uno de ellos? —pregunta asustada.
—Quién soy es lo que menos importa ahora. —Ruedo los ojos con fastidio—. ¡Dime todo lo que sabes!
—¡No te diré nada! ¡No te conozco y no confío en ti! —rebate ganando un poco de confianza, la suficiente para soltarse de mi agarre.
¡No puedo dejar que se haga la dura ahora! Dios, Ada, cálmate. Parezco una lunática exijiendo respuestas. Si quiero que coopere, debo cooperar de la misma forma y así nos ayudará a ambas.
—Comenzaré de nuevo. —Eladi se aleja un poco y la desconfianza de su mirada me atraviesa como una espada, sin ningún tipo de piedad—. Soy Ada Ruso. No llevo mucho aquí en este orfanato, pero pude notar muchas cosas raras desde el primer momento en el que pisé este lugar. Hace poco fui amenazada en una carta, diciéndome que si abría la boca o indagaba, terminaría muerta.
La honestidad en este caso es mi única salida para que ella me entienda y pueda confiar en mí. Veo que resulta porque su expresión cambia por un momento a una de horror que rápidamente es reemplazada con negación al mover la cabeza de un lado a otro. Se agarra el cabello con desesperación, lo que demuestra su debate interno. Sé que está reconsiderandolo.
Y cuando creo que estoy a punto de obtener la respuesta que quiero, todo se derrumba en el instante que abre la boca:
—¡No! Lo siento, de verdad. —Vuelve a negar—. Pero ambas perderemos si te digo algo. Créeme, es mejor estar en la ignorancia. No tienes idea de cuánto te salvas, no cometas el mismo error que yo.
¿Es una broma? ¡Me tiene que decir qué ocurre o juro que me volveré loca! Mi paciencia se está agotando, mis manos sudan y mi corazón va acelerándose de a poco. Toca la otra opción.
—Eladi... —Le suplico con la mirada—. Por favor.
No me queda de otra que suplicarle, de hacerle entender mi desespero por saber.
—Por favor, Ada. No te arruines más la vida... —susurra alejándose más.
Me quiero acercar para detenerla porque no me dejará con la palabra en la boca y la curiosidad haciendo estragos en mi cerebro. Y así tenga que obligarla me tendrá que decir. Sin embargo, mi siguiente movimiento es detenido por una voz.
—Ya la escuchaste.
Me giro y me encuentro con los heterocromaticos ojos de Kyla a unos pasos de distancia. Su mirada se encuentra con la de Eladi y siento que ambas se comparten el mayor secreto del universo con tan sólo verse y de forma automática entienden a la perfección lo que la otra quiere decir. Al menos eso acabo de ver, es eso o es que leí demasiados libros de misterio/suspenso.
Kyla se acerca, vestida con un short blanco, una blusa azul oscuro y unos botines negros. Su cabello está recogido en una cola de caballo, dándole estilo a su vestimenta. Se acerca y toca el hombro de Eladi, lo cual hace que ella se tense, pero sonría de igual forma.
—Deja a la pobre Eladi en paz, Ada —reprocha en forma de burla, Kyla—. La chica sufre mucho de los nervios y del corazón, no puedes andar asustándola y atocigarla con preguntas.
—Solo quiero respuestas... —digo en un tono de voz en el que solo Eladi y yo podamos escuchar.
—¡Ay, Ela! —Kyla exclama alegre dirigiéndose a Eladi—. Vine a buscarte porque la profesora Ricth desea hablar contigo para coordinar todo para el evento del sábado.

ESTÁS LEYENDO
El Grito Silenciado. ©
Mistério / SuspensePensé que lo peor en mi vida fue haberme quedado huérfana, pero hoy me retracto de eso. Lo peor fue haber terminado en ese orfanato y gracias a el descubrí tantos secretos oscuros, macabros y perturbadores. No solo del lugar, sino también de mi mism...