Lunática

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Título: Lunática.

Personajes: Nametsu Mai || Futakuchi Kenji.

Descripción: Mai es la clase de persona que brilla aún envuelta en una bandera que no la representa, y aunque está chiflada, Kenji la ama.

Elaborado en base al prompt colors de la Haikyuu Girls Week.

Elaborado en base al prompt colors de la Haikyuu Girls Week

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Mai es un tsunami, en todos los sentidos. Llega de improviso con locuras que Futakuchi no sabe cómo interpretar, paseándose con su avasallante personalidad frente a él y haciéndolo dudar de todo. Le gusta teñirse la punta del cabello con colores fantasía, y gritarles a los protagonistas de películas románticas. No hay coherencia en su accionar y no conoce el concepto de vergüenza.

Se pasea en semidesnuda en su presencia como si fuera lo más normal del mundo, aunque en un inicio solo fueran amigos y compañeros de piso que buscaban independizarse de sus padres a cualquier costo. Cuando estaba en medio de su período se echaba en el sillón y le pedía que la consintiera; cuando llegaba cansada del trabajo, lo obligaba a masajearle los pies. Siempre fue impredecible, y por eso es que Kenji se ha enamorado de ella ─aunque pensase, en un inicio, que lo suyo era imposible.

Porque lo que Mai tenía de loca (que iba desde tocar la trompeta a las cinco de madrugada hasta mezclar fideos con atún y mostaza) era proporcional a su capacidad de ligue. Le gustaba salir a bailar a clubes con música tronante y guiñarle el ojo a toda persona que le pareciera atractiva.

Corrección: a toda chica que le pareciera atractiva.

Y cuando Futakuchi lo supo se sintió como un imbécil, porque los sentimientos que tan celosamente había cuidado desde la secundaria no iban a irse así como así. Derrotado, terminó diciéndose a sí mismo que había más peces en el agua, y que no podía quedarse enganchado con un camarón que obviamente no iba a interesarse en él bajo ninguna situación.

Hasta que, entre lágrimas, Mai le gritó a la laptop que ojalá ser Katsuki Yuuri para estar con un dios como Víctor; y como si estuviera poseído, Kenji giró la cabeza hasta el salón. Debía de ser una broma, ¿verdad? De seguro solo le iban los hombres de los animes, ¿verdad?

─Quiero un novio que sea bueno en los deportes y me trate bonito, ¿es demasiado pedir, Ken-kun? ─preguntó al aire, como sin esperar la respuesta.

─Pero si a ti ni te van los hombres ─dijo él, intentando cubrir el temblequeo de su voz con mofa.

─¿De dónde sacaste eso? Si yo camino por ambas aceras ─aclaró ella, cerrando la computadora y buscando un tarro de esmalte entre las porquerías que había acumulado en el centro de la mesa ratona.

No podía estar hablando en serio.

Armándose de valor, y diciéndose a sí mismo que en caso de que ella lo echara a patadas siempre podía volver a casa de su madre para que ella lo consolara como el bebé que era; se limpió las manos y atravesó el apartamento en su dirección.

Y la besó, tomándola de improviso. El esmalte que tenía entre las manos se le volcó sobre el sillón de tela, en una mancha que en la actualidad les recuerda a los inicios de su relación.

Y aunque en ese momento ella le encajó tremenda bofetada de la que más tarde él admitiría ser merecedor, lo cierto es que desde entonces captó su atención, y mientras él hacía lo imposible por redimirse de su impulsividad, ella iba notando detalles que antes había pasado por alto.

El amor la sorprendió, porque, y según le comentaría más tarde, no esperaba hallarlo bajo el mismo techo de siempre. Con la consciencia de que era ciega y tonta, lo besó mientras le confesaba sus sentimientos con lágrimas en los ojos, porque aquel al que tanto había buscado estuvo frente a sus ojos desde el inicio.

Ahora se ríe, mientras bailan en la silenciosa cocina con la armonía formada por sus risas de felicidad; mientras ella, envuelta en una bandera rosa, azul y violeta, se escurre de entre sus brazos como una ninfa rebelde. Bate la pestañas con la intención de que se aprecie la brillantina que le cubre los párpados, y mientras se despoja del apretado moño que sostiene sus mechones ─castaños y verdes─, le dice con una sonrisa traviesa que ella no cree en banderas, pero que a veces le gusta sentirse parte de algo.

Y Kenji no la entiende, prefiriendo susurrarle al oído que está como una cabra; pero que se ha acostumbrado a sus sinsentidos.

Ella ríe, él la ama hasta la luna ─viaje de ida y vuelta.

Weno, no releí esto antes de publicarlo, así que no tengo nada que decir la verdad

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Weno, no releí esto antes de publicarlo, así que no tengo nada que decir la verdad. Que Haikyuu merece ships hetero, porque los hetero no están haciendo nada mal POR SER HETEROS. Ah se re zafaba. Perdón gente :( yo quiero ser otaku en paz y Twitter me mete tuis raros que no me interesan.

Saludos.

Nana.

One Touch || HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora