Pesadilla

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Los días pasaban bajo el sutil filo de la incertidumbre, vivíamos como ratas huyendo de la luz de los policías, nuestra vida se reducía a movimientos nocturnos en catedrales abandonas, el antiguo sistema de drenaje, lugares lúgubres y menos transcurridos, hacíamos lo necesario para subsistir en un mundo donde la libertad era penada con la muerte.

Lo nuestro no era vida, no era mas que una mera supervivencia, pudimos quedarnos ocultos, agazapados entre las sombras sin peligro alguno, pero nuestra misión eran más grande que nosotros, nuestros ideales eran más fuerte que nuestros miedos.

Evangelizábamos poco a poco a pequeños grupos de individuos que aun no había perdido por completo su capacidad de imaginar, aquellos que aun no habían entregado su alma y cuando no eran observado por nadie eran libres de soñar, una mente a la vez era nuestra consigna, nuestro lema, la idea original que dio forma a este gran monstruo que la hacia frente al señor sociedad y a todos sus lacayos.

Nos movíamos en grupos pequeños, en parejas y en pocas ocasiones tomábamos acciones individuales, estas eran las más peligrosas ya que el señor sociedad tenia muchos ojos y nosotros solo teníamos un par de ellos.

Llego un momento en donde nos volvíamos presa fácil, objetos de persecución y la muerte siempre terminaba alcanzándonos, sus muertes no eran nada dignas ni agraciadas, como perros éramos fusilados en las plazas frente al escarnio publico, en un corto periodo de tiempo fueron incontables las bajas de muchos profetas, aquellos que eran de importancia para nuestra organización eran encerrados en macaira, y una vez allí adentro perdíamos total contacto con ellos por lo que empezamos a suponer que de igual manera los habían matado, así que por el bien colectivo se prohibieron las incursiones en solitario para todos los miembros de la organización.

Nadie quería cruzar la delgada línea del terrorismo, ninguno quería bañar sus manos de sangre, es escudaban en el hecho de que ellos solo cumplían ordenes, que en su interior eran controlados, que no estaban consiente de sus acciones, cansado de sus tantas excusas solo pude gritar en desagravio, ira y rencor.

NO PODEMOS VIVIR CON MIEDO, MIENTRAS NUESTROS HERMANOS MUEREN...

Cada segundo me alejaba más de aquel club nocturno ignorando los gritos de mis compañeros hasta que aquel sonido me hizo voltear súbitamente, fue un estrepitoso estruendo, múltiples detonaciones, granadas de humo y dispersión volaban por los aires, mientras que yo observaba todo en cámara lenta... 

CLAUSTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora