—Aprecio el esfuerzo de su preocupación por mi y esta consulta de mi vida, pero en realidad me encuentro genial.— Una sonrisa se esbozo en los labios del castaño, era sin sentido y apagada, obviamente algo fingida, aunque en realidad fácilmente podía haber engañado a alguien más.
—No puedo dejarte ir Dazai, me encargaron que te tratara—
—Y usted le hará caso a alguien que no conoce nada de mi, solo me ve en el salón de clases.—
—Conozco todo de ti.— Las manos del hombre golpeteaban un poco el escritorio de madera, que destacaba bastante en aquella sala blanca. Aunque el vendado no prestaba mucha atención a aquel hombre, si no que inspeccionaba completamente el cuarto.—¿Que piensas?.—
Le devolvió la mirada sonriente, despreocupado.
—Que aburrido es este sitio, esta en blanco, solo destaca usted, ¿No le cansa un espacio tan monótono como este?.— Sacudió un poco su ropa, aparentemente estaba con uniforme—Los cambios a veces hacen bien.—
—No eres quién para decir eso.— El castaño lo fulmino con la mirada, después de todo esa respuesta era una falta de respeto.
—¿Disculpe?.—
—¿Estas dispuesto a cambiar la monotonía de tu vida tal y como yo podría cambiar la de esta sala, o prefieres vivir estancado en lo mismo para siempre?.— No recibió respuesta, solo un silencio sepulcral, que aparentemente arrastraba un eco por cada respiración.— Se nos acaba el tiempo, es hora de que despiertes.—
Dazai lo miro confuso, pero antes de que cualquier palabra pudiera salir de su boca, pudo oír el sonido de su despertador resonando en el lugar hasta que finalmente fue tan claro que incluso lo hizo saltar un poco sobre la cama. Al parecer solo había sido un sueño.
Tomo asiento analizando un poco la situación y el lugar en el cual se encontraba, era su cuarto, todo estaba normal, el se había dormido sobre la cama con su uniforme, y se sentía algo somnoliento, a pesar de haber dormido más de doce horas. Ordeno un poco su castaño cabello que caía sobre sus ojos y tapa ligeramente su visión, aunque no había mucho que apreciar, su cuarto era oscuro ya que las cortinas yacían cerradas la mayor parte del tiempo, y ese día no era la excepción. Recordando que ya era su primer día de vacaciones de verano, decidió que en realidad, ya no podía más con su propia mente, por lo que ese día iba a ser un martirio.
Se levanto sobando su cabeza, la cual dolía por las horas dormidas, aunque debía admitir que si no fuese por su error de no haber apagado el despertador hubiese seguido dormido.
Rebusco en su closet, no hacia tanto calor como para lanzarse a una pileta, pero tampoco estaba para abrigarse, por lo que con unos simples pantalones y una camisa le bastaba. Debía admitir que en realidad no se hubiese cambiado de ropa, pero no quería usar ese uniforme ni un segundo más.Volvió a lanzarse sobre la cama manteniendo sus ojos cerrados, había lanzado su anterior prenda de ropa al suelo con la idea de que luego la levantaría, aunque sabia que no seria así. Desvió su mirada del techo para observar a su lado, y toparse con ese estuche negro de violín, tentándolo, era tanta la tentación que gano la negación, soltando un bufido.
No quería tocar ese instrumento en todo lo que le quedaban de vacaciones.
Cerro sus ojos dispuesto a intentar nuevamente dormir, pero antes de poder lograrlo recibió una llamada, cosa que le pareció extraña, ya que nunca recibía ni una sola llamada.
En la pantalla claramente se podía leer el nombre de cierto albino, no recordaba el cuando lo había agendado, pero aparentemente lo había hecho. Suspiro y contesto sin lograr desviar su mirada del cielo raso.—¿Si?.— Se pudo oír un suspiro apenas contesto, evidente muestra de cansancio. ¿Cansancio de que, en realidad, si solo había dormido?.-
—Au, si se...¡Dazai!, pasa que quería invitarte a salir, Kunikida organizo algo y quiso invitarte pero tenia miedo que te nega-.—
ESTÁS LEYENDO
𝗪𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿 𝖼𝗈𝗇𝖼𝖾𝗋𝗍. || 𝘚𝘰𝘶𝘬𝘰𝘬𝘶.
Fanfiction❝ Sospecho qué, yo muerto debo estar. El vacío de mi pecho me veo incapaz de llenar. Si, todos desde que existimos tenemos claro, que tarde o temprano nos debemos morir, No importa lo que hagas nadie te rescatará. Con suerte tengo aún deseos de resp...