𝟏.- 𝘋𝘢𝘻𝘢𝘪 𝘖𝘴𝘢𝘮𝘶.

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Su vida era así.
Un remolino extraño, que se llevaba todo a su paso sin importar lo que fuera, la odiaba por eso, no lograba mantener nada de lo que amaba con él.
Y eso antes de aquel fatídico día, cuando Oda Sakunosuke se atrevio a irse de su lado.

Se juntaba con el, y Ango, eran un trío casi inseparable, no podías ver a uno sin saber que los otros dos estarían cerca, y es que en ese tiempo no era extraño ver a Dazai acompañado y animado, era su día a día, verlo bromeando, molestando gente.
Claro cuando estaba con sus amigos, era un comportamiento extraño, flotante, y eso se vio cuando volvió a la escuela próximo a ese incidente.

Tomaba el tren a diario, por alguna razón le daba igual donde estuviera, si parado o sentado, cerca o lejos de la puerta y de la gente. Miraba el suelo, o la ventana, más específicamente el cielo azul, esperando que alguna gota de lluvia cayera dandole indicio de que su amigo se recordaba de él. Le gustaba la lluvia, y Oda lo sabía.
También leía aquel libro, que no demoro mucho en aprenderse de memoria, tenia tapa roja, letras blancas que destellaban "El completo manual del suicidio.", pero nadie veía o sabía eso aparte de el, pues la portada roja llamativa era cubierta por la portada de algún manga que tenía en su hogar, y que a lo mejor había dejado tirado en algún lado, sin terminar.

Leía con una mano, preocupado que no se cayera la falsa portada, repasaba lo escrito una y otra vez con sus ojos, evaluando cual podía intentar, cual lo alejaria de este mundo sin dolor.
En su otra mano, un maletín, en su interior lo que usaba cada tarde de jueves después de la escuela, donde ya ni si quiera se esforzaba en prestar atención, pasaban las horas, las actividades, los recesos, esperando el momento de irse, de lograr salir de aquel salón que lo hostigaba, que al darse vuelta su garganta se cerraba y su corazón se apretaba por tener que ver el antiguo puesto de su amigo.
Cuando solía estar vivo -
Y es que odiaba tener que recordarlo de ese modo - hablaban todas las clases.
Osamu solía tener las mejores notas del salón, se proponía cada año lograr pasar a Ango, quien iba un curso más adelante que él y Oda.

Pero había ahogado todos esos pensamientos, todos sus ideales se habían ido a la basura, se habian perdido para no volver a encontrarlos, y es que creía estar mejor así, en un vacío creado por el mismo, para vivir flotando en una mentira que mantendría cuanto el quisiera.

Cada jueves luego de clases, solía asistir a aquel salón donde resonaban hasta las respiraciones, un salón que solía compartir con más gente y que luego le permitieron usar en soledad, tal vez porque alguna vez le trajo prestigio a la escuela.
En ese lugar era cuando usaba el objeto de su maletín, cuando todos le decían que realmente era talentoso, que expresaba tantas cosas que jamás podrían entender en qué pensaba cuando tocaba, muchísimos halagos que en su tiempo elevaban su autoestima, pero ahora no hacían más que provocarle repudió ya que sabía que no eran más que mentiras de gente que le tenia pena.
Odiaba ese salón.
Odiaba su instrumento, y odiaba la música.
Pero se refugió tanto tiempo en ello que no era capaz de alejarse, no podía soltar aquel embriagador sonido de las cuerdas siendo rozadas por el arco que ágilmente podía balancear sobre ellas, dando tonos tanto dulces como graves.

Pero ya todos le parecían agrios, vacíos. No era capaz de tocar nada, podía mirar la partitura y entender, tocar al instante todos esos puntos negros que no eran más que impresiones por donde sus cansados ojos pasaban e imitaban, solo moviendo su muñeca, no le costaba para nada sacar una canción completa repasando una vez simplemente la hoja.

Pero era inútil, no sentía nada ante aquellos afinados ruidos en sus oídos, solía dar bailes con cada nota, con cada sonata. Ahora se veía incapaz, ¿porque lo haría?, ¿de qué le servía la música en ese momento?.
Era una escoria humana, no merecía que nada lo hiciera feliz, no merecia ese talento falso basado en ilusiones.

𝗪𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿 𝖼𝗈𝗇𝖼𝖾𝗋𝗍. || 𝘚𝘰𝘶𝘬𝘰𝘬𝘶.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora