Literalmente siento que me estoy muriendo por dentro. Marco a su teléfono y siquiera me responde, como si ya no existiera para ella.
Luego de la llamada número 200 sin su respuesta solo pude alejar esa porquería lo más lejos de mí. Por un lado porque me consume mí ego el saber que no le importo ni un poco, y ella para mí es todo mí mundo.
En la maldita vida me importo alguien más que a mí mismo, y quizás mis padres, pero... ella no se importa ni un poco por mí.
Voy hasta el escritorio de mí dormitorio para abrir la gaveta y tomar un cigarrillo y allá estaba. La foto de nuestra primera cita.
Ella cree que no recuerdo ciertos detalles pero sobre ella recuerdo todo, todo el tiempo.
Ese día su cabello olía a vainilla y sus labios un brillo sabor cereza. No sé exactamente porque siempre lo arruino todo con ella, intento, pero no parece haber manera de que la ame correctamente; sin embargo, no puedo dejarla ir. De ser así, siento que moriré en cualquier momento.
A veces siento que la manera en que la amo más que una bendición es un castigo, estoy siendo castigado por algo. Supongo que lo merezco, pero por otro lado no puedo estar sin ella.
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(...)
Narra Riley:
Al otro día me levanté un poco más tarde que de costumbre, estos días me he negado a tomar los medicamentos que por años debía tomar para dormir. No estoy enferma, me negaba a tratarme como tal, sin embargo el cuerpo toma ciertas costumbres y no he dormido muy bien.
¿A quien quiero engañar?. El asunto es que tampoco he podido por lo que vi.
Se que a quien vi no fue a Kyle, pero, de alguna manera siento que todo está conectado. No dejaba de pensar en lo que Miley me había contado, sobre la ex de Kyle, Vanessa.
Bien. A esta hora ella ya está en la Escuela. Quizás la encuentre en línea. No quiero tomar mí teléfono, se con que me encontraré.
Sin embargo, usaré mí laptop. Eso es... estás en línea.
__ Miley. ¿Puedes hablar?.
__ ¡Riley Morgan!. Por supuesto. ¿Cómo has estado?.
