Capítulo 19

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El sonido es el mismo. Suave, persistente. Pero cuando abre los ojos el escenario es completamente distinto. Casi no se puede mover, siente todo el cuerpo entumecido, como si estuviera flotando.

Gira levemente la cabeza hacia un lado y ve a Emilio aferrando con fuerza a su mano y con la cabeza apoyada en el borde de la cama.

Duerme tan profundo que siente lástima de despertarlo pero pasa la mano por su pelo, sintiendo su tacto. Él levanta la cabeza de golpe y durante unos segundos no hace otra cosa más que mirarlo mientras le acaricia la mano con suavidad.

- Pensé que ya... - su voz suena entrecortada. - No importa.

- ¿Dónde está Sarah?

- Está en casa de Gibbs. No te preocupes, está bien.

Joaquín lo mira y se da cuenta de que nunca lo había visto con tan mal aspecto. Ojeroso, desaliñado y con la misma ropa que la última vez que estuvo consciente. Sospecha que no ha ido a ducharse, ni se ha separado de él

- ¿Tú estás bien?

- Sí, no me hizo nada.

- ¿Qué ha pasado?

- Te disparó y aunque te trajeron con rapidez has estado sedado dos días. Ya creía que no volverías con nosotros.

Se le quiebra la voz mientras habla y siente que sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas.

- ¿Ha terminado todo?

- Totalmente.

Se quedan en silencio, mirándose como si tuvieran miedo de hablar, como si todo pudiera acabar si alguno de los dos dice una palabra.

- ¿Y qué va a pasar ahora? - le pregunta Emilio finalmente.

Eso quisiera saber. Lo ama y siempre lo amara. Pero algo en su interior le impide volver a su lado. Casi ha perdido a Sarah y solo tiene poco más de un año. Y siente que Emilio ya no forma parte de su mundo, ha traicionado su confianza como ningún otro. Lo ha perdido todo: su amigo, su compañero, su esposo. Su confianza en él se ha resquebrajado por completo.

- Creo que lo mejor es que los dos empecemos de nuevo. Quizás un tiempo separados les sirva para curar las heridas.

- ¿Y qué pasa con Sarah?

- Ella no tiene la culpa de nada, merece verte.

Emilio asiente con la cabeza como si estuviera de acuerdo con la decisión, pero sus ojos lo delatan. Destilan dolor y arrepentimiento.

- Debería marcharme entonces - murmura abatido.

- Sería lo mejor.

Se acerca para darle un beso pero lo hace de forma casta en la frente mientras no resiste más el impulso de soltarse a llorar.

- Te amo, Joaquín.

- Lo sé - responde él acariciándole la mejilla.

Aguanta mientras lo ve marcharse, saliendo de la habitación sin saber cuándo lo volverá a ver o si quiere hacerlo acaso. Pero en cuanto cierra la puerta rompe a llorar.


*****

Un mes después.

En su laboratorio Alejandra observa a Joaquín caminar de un lado a otro. Más allá de preocuparle la actitud de su amigo, le resulta gracioso verlo caminar de ese modo como si intentará hacer un agujero en el suelo.

- ¿Podrías repetirme que fue lo que te puso así? - pregunta ella.

- Una solicitud del banco.

Traición; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora