"El Omega y sus dos alfas"

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Cuando Off encontró a su Omega, jamás pensó que lo tendría que compartir con su mejor amigo, aquel hombre que era como un hermano; Tay. Al principio era duro, los celos y su Alfa luchaban para que su Omega fuera solo suyo, para marcar su territorio y que nadie, además de él, lo tocara.

A través de los meses, ese sentimiento de celos y posesión que compartía con su lobo, fue muriendo poco a poco, mientras veía la sonrisa y la felicidad que Tay le proporcionaba. Y ahí estaban los tres, como todos los sábados después de ver una película en su cama. Tay se encontraba dormido mientras Gun le acariciaba el cabello, vestidos con trajes de animales que tanto Off como Tay estaban dispuestos a ponerse, incluso a hacer cualquier cosa por su Omega, llegando hasta un punto en que podrían hacer lo más ridículo, pero que a su pequeño le hacía feliz.

Off los amaba a los dos, amaba cómo los tres se complementaban de una manera tan especial, de la forma en que antes no lo hacían. Gun era el tierno, el pícaro, el mandón; Tay era el chistoso, el tonto y Off se encargaba de cuidar de los dos, de darles amor y protegerlos de cualquier cosa que los quisiera lastimar.

Con el pasar del tiempo, ese amor fue convirtiéndose en algo tan grande que ambos pudieron marcar al Omega, sin que las cosas tuvieran complicaciones, porque el pequeño Gun los había aceptado a ambos, se había enlazado con los dos. De esa forma, pudieron notar que los celos se sincronizaba y ya no eran tan posesivos entre ambos, Tay y Off lograban complacer al pequeño, de la misma forma en que Gun los complacía a ellos.

Muchos podrían decir que eran raros, para otros Alfas o miembros de la manada no era nada común, según las creencias cada Alfa debía tener un solo Omega, y este solo podía ser marcado por un solo lobo. Incluso podrían pensar que era antinatural, pero el amor que los enlazaba era mucho más fuerte y aferrado, era perfecto. Los tres se amaban, se complementaban.

Tay los hacía reír en sus momentos más tristes, les encantaba que Gun tuviera tanta pasión en sí, que incluso podría provocarles terror, adoraban que Off los cuidara y complaciera con todo lo que tenía para ofrecer. Ellos amaban su hogar de tres, por muy mal visto que fuera.

El Omega los tenía tan perdidos, tan enamorados, al igual que ellos dos, eran el mundo entero del pequeño. Nadie estaba por encima de nadie, nadie amaba más que uno a nadie, porque se podía sentir que su amor era tan equitativo que parecería una ficción, pero no lo era. Por eso ellos amaban su pequeña familia extraña y por nada en el mundo cambiarían eso.

Así que ahí estaba Off, despertándose y encontrando a Gun acariciando la cabellera de su amigo, al que antes solo veía como eso, pero ahora otro sentimiento los une, algo más grande; su pequeño y perfecto omega.

One Shot's (pequeñas historias) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora