Capítulo 5

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Me encuentro poniendo los platos sobre la mesa en el jardín de la casa. 

Es un bonito domingo soleado. Se oye la leve música proveniente de adentro, como así también se puede oler el aroma a comida hecha en casa. No existe mejor platillo para mi que el spaghetti de mi padre, en combinación con la salsa de mi madre. 

Mi hermano mayor sale con copas en sus manos y las va colocando en la mesa. 

- ¿Cómo están las cosas en tú trabajo? - le pregunto. 

- Todo marcha bien, si sigue así conseguiré el ascenso que tanto quiero. - dice. 

- Me alegro tanto por ti. - digo con una sonrisa. - Te lo mereces más que nadie, has trabajado duro.

Damiano se fue a vivir hace un par de años a Génova, es una ciudad que queda a una hora y media de aquí, por lo que lo vemos los fines de semana. Vera se fue al poco tiempo a Milán, consiguió un trabajo en una empresa de moda muy conocida, por lo que está cumpliendo su sueño, ya que a ella siempre le gusto la vida glamurosa y caótica de las ciudades grandes. Chiara, por otro lado, se caso y se fue a vivir con su esposo a La Toscana, ya que él es dueño de un viñedo. Por lo que los únicos que seguimos aquí somos Gianni y yo. Que para ser honesto, con el tiempo terminaré quedando yo solo aquí, ya que Gianni apenas tenga la oportunidad se ira. De todos modos, a pesar de que cada uno vive en una ciudad diferente, que quedan en tres puntos diferentes contarios, todos nos unimos aquí. Nuestra amada Cinque Terre. 

- ¿Y tú que...? - comienza a decir, pero se detiene al ver que nuestra madre salé al jardín.

- ¿Qué? - dice está divertida. - ¿Acaso hablan de algo que su querida madre no puede oír?  

- Si, sobre que te regalaremos para tú cumpleaños. - dice Damiano.

Ríe. - El único regalo que quiero es a mis cinco bebes todos juntos aquí. - dice. 

- Mamaaá... - dice Gianni saliendo. - No seas cursi. 

- Son mis bambini... - dice nuestra amorosa madre. Me mira. - Por cierto corazón, has contado mal, falta un plato. 

- ¿Por qué? - pregunto extrañado. 

- Nosotros cuatro, Rosella y Ciro. - dice. 

- Ah si, es qué... - comienzo a decir, pero me detengo al oír que suena el timbre. 

- Puede que sea él. - dice mi madre y se dirige a abrir. 

- ¿¡No has dicho nada aún!? - me reprochan mis dos hermanos a dúo en un susurro. 

- ¡Estaba buscando el momento! - digo. - De todos modos se darán cuenta ahora, ya que no va a venir. 

- Era él. - dice mi madre con una sonrisa saliendo de vuelta al jardín con... Ciro. 

- Decías. - dice Gianni despacio, tosiendo.

Esto tiene que ser una maldita broma. 

- Vayan sentándose muchachos. - dice mamá. - Iré por su padre y Rosella. 

Mis hermanos se sientan, yo también me siento y Ciro se acerca y se sienta a mi lado.

- Escucha... - me dice en un susurro. 

- Ni una palabra. - susurro algo molesto. - No quiero tener está conversación ahora y menos en un almuerzo familiar. 

Salen los tres de la dentro de la casa. Mi padre se sienta en la punta y mi madre en la otra. Yo estoy entre Ciro y Gianni, frente nuestro Damiano con Rosella, su novia. 

La Receta del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora