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Jerico gruñó furioso mientras caminaba  hacia el muro. Cuando estaba casi por desnudar a Astrid, Tiger lo llamó diciendo que unos manifestantes locos invadieron el muro.

A Jerico no le tomó más de tres segundos en poner a salvo a Astrid en el refugio de su casa. Hace unos meses Alpha tuvo la brillante idea de que cada casa tuviera un sótano secreto para refugiar a los humanos y especies en caso de ataque, desde entonces todos estuvieron de acuerdo a esa muy buena idea. Sin embargo Jerico no habría querido dejar a Astrid sola pero entendió que para evitar que la lastimaran él debia asegurarse que nunca lleguen a ella y eso significa sacar a la luz al simio furioso y poderoso que llevaba adentro de su cuerpo.

El verdadero animal que protege a su compañera.

Ya tendría luego tiempo de reclamar con tranquilidad al amor de su vida y mostrarle que ese cuerpo rellenito lo volvía loco de deseo.

Pero ¿Alguien podría explicarle eso a la Jericonda? A pesar del miedo y la ira, aún estaba excitado así que acabaría con esos estúpidos humanos pronto y volvería a su casa, dónde una caliente hembra lo esperaba en la cama.

–¡Joder!– Dijo agarrando la Teaser y corrió a ayudar a sus "hermanos".

–¡Jerico!– Gritó Tiger acercándose a él mientras noqueaba a unos de los humanos y luego apunto detrás de Jericó.

Sin embargo Jericó fue más rápido y detuvo el cuchillo que el humano planeaba usar encontrar de él. El pálido humano al ver sus ojos gritó de miedo y Jericó lo tomó del cuello de la camiseta y lo tiró contra un árbol dejandolo inconciente.

–Si que estás furioso.–Dijo Tiger cerca de él.

–¿Tú que crees? Éstos estúpidos interrumpieron cuando estaba a punto de hacer mia a Astrid.–Gruño molesto.

–Por suerte no son tantos pero trajeron muchas armas.

Jericó gruñó aún más molesto pero otro gruñido más fuerte y feroz callo a todo el ruido entre humanos y especies. Un lobo, el más grande y monstruoso de todos, de pelaje negro y ojos rojos como la sangre misma llamó su atención. 006, sin duda.
Los humanos al verlo comenzaron a emanar miedo y eso fue suficiente para que las especies noqueran o atraparan a los humanos. Sin embargo unos humanos comenzaron a disparar desde unas piedras.

–¡Cubranse!–Gritó Flame.

Pero a 006 no le importó eso, él corrió hacia ese humano con la clara intención de matarlo. Sin embargo, 006 no vió que otro humano salía con la misma intención hacia él por lo que Jericó salió de su escudo, aún escuchando el gritó de Tiger y de Wrath, para saltar sobre él humano y aplastarlo evitando que le dispare a 006.

El sonido de los huesos del humano rompiéndose le dieron una satisfacción interna a Jericó y aún más él gritó de dolor del hijo de puta combinado con el del humano que 006 acababa de dejar inválido.

–¡Hijos de putas! ¡Se irán al infierno bestias de Belcebú! ¡Dios exterminará a todos juntos sus putas perras!–Gritó un humano mientras era atado pero rápidamente fue noqueado por Vengance que recién aparecía.

–Realmente odio a estas escorias.–Gruñó y se acercó a 006.

Los humanos estaban controlados, ahora debían entregarlos a la policía y reparar el muro y esas cosas. Jericó dió un paso hacia el humano para atarlo pero gruñó de dolor, miró hacia su abdomen y vió un dardo, pero no pudo describir el aroma.

–¡Joder!–Gruñó Vengance cuando alzó un dardo que había sacado del cuerpo de 006.

Eso era lo que Jericó quería: joder, pero a Astrid.

*

Astrid estaba en el refugio asustada, Jericó le dijo que no saliera hasta que una especie o él viniera por ella. Sin embargo ya no aguantaba los horribles pensamientos originados por la preocupación, necesitaba saber que Jericó estuviera bien y vivo.

De pronto el ruido de la puerta principal abrirse la alarma y contuvo la respiración esperando que no sea un humano, al menos no uno de los malos. Sin embargo mientras más se acercaba a la puerta del escondite mas su corazón se tranquilizaba, solo las especies y los humanos que viven en la casa saben los escondites secretos, de todas formas la especie golpeó sobre la entrada secreta con el patron secreto para asegurar que estaba segura.

–Astrid, soy yo, todo está seguro.

Era la voz de Jericó, sonaba profunda y rasposa. Astrid no perdió el tiempo para salir y abrazar a Jericó como si su vida dependiera de ello.

–¡Jesús! Estaba muy preocupada por ti, gracias al cielo que estás bien.

Jericó gruñó gustoso y abrazó más fuerte a su chica, disfrutando del aroma de ella.

–Todo está bien, siempre volveré a ti Astrid, nunca te dejaría sola.–Le susurró en el oído para calmarla.

Astrid se separó de él y lo miró a los ojos para luego besarlo con amor y pasión, expresando todo su ser en ello. Jericó le respondió de la misma manera, incluso más demandante tomándola de la cintura y haciendo que ella caminara hacia atrás hasta ponerla entre la pared y su cuerpo.
La necesidad de Jericó por sentirla se estaba haciendo desesperante, quería el olor de Astrid en su cuerpo y el suyo en el de ella, quería que ambos se pertenecieran mutuamente para siempre. Así que comenzó a restregarse sobre el cuerpo de Astrid, gimiendo en el proceso.

–¿Jer?–Preguntó Astrid extrañada cuando pudo separar sus labios de los de él, entonces sintió la gran erección de Jerico contra su vientre y la forma desesperada que sentía por obtener su aroma lo que la preocupó.–¿Jer está todo bien?

–¡No!–Gruñó dolorosamente.–Te necesito, hembra. Mí cuerpo quema por ti, necesito tu calor, tu aroma en mí. Necesito probarte y hundir mí polla en lo más profundo de ti. Quiero comerte y adorarte al mismo tiempo. Hacerte mía de todas las maneras posibles hasta dejar que mí cachorro crezca en ti.

Astrid quedó abrumada por esa palabras. Él parecía desesperado por sexo y solo le tomó unos segundos ver los ojos de Jericó para entenderlo.

Él estaba drogado.

Astrid: Belleza Divina (Nuevas Especies)0.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora