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En ese instante la imagen cambió, la niebla invadió el lugar para mostrar otra escena una más horrible que la anterior, una que hizo sufrir a su corazón infantil ocultado en el fondo de su ser.

–¡ Mami!–Dijo Astrud moviendola.–¡Despierta mami, no es hora de dormir! ¡Despierta, la casa se quema mami!

El humo y el fuego se abría paso por todo el lugar. Adalin estaba tirada en el piso del baño recién recuperando la conciencia mientras la casa caía a su alrededor.

–¿Que...? Cof, cof, cof.– Adalin miró alrededor y se asustó al ver el fuego.– ¡Rápido!

Ella agarró una toalla y la mojó, envolvió a Astrid con ella cubriendola y la alzó, a duras penas pudo salir del baño pero al darse cuenta que no podían salir del pasillo sin que que les cayera el techo encima, ella camino a otra puerta que daba a su habitación. El fuego aún no estaba consumiendo el esa habitación pero lo haría pronto.

– Mami.– Susurró ella.

Adalin la miró y Jericó vio el dolor y la culpa en la mirada de de la mujer y Jericó lo supo, él lo adivino e intentó correr a ella y decirle que no lo haga pero a diferencia de otros recuerdos, él no podía hablar, no podía tocar era como si él no existiera.

– Astrid, escúchame cariño. Mamá te ama mucho, te ama mucho. Y cuando seas adulta sabrás cosas horribles de mi, cosas malas que mami hizo pero debes ser diferente a mi, debes ser única. Yo te amo y perdoname por todo cariño. Hubiera querido que todo fuera diferente, que tu vida fuera diferente pero no pude. Pero te amo ¿Si Astrid?

–Si mami, tambien te amo.

Salinas sollozo y besó a Astrid. Caminó hacia su ropero  antes que se incendiara y  logró sacar un montón de sábanas, Adalin tomó a Astrid y fueron al balcón. El fuego consumía más y más, Adalin comenzó a hacer rápidamente nudos en los extremos creando así una gran tira de sábanas unidas.

– Muy bien Astrid, mamá te atara esto en la cintura, cuando llegues a abajo te desatarás y correrás a la casita de campo, toma el teléfono y llama a emergencia ¿Recuerdas el número?

–911 mami.

– Bien, ven acá.– Adalin la abrazó y la besó, para luego amarrar las sábanas a sus cintura.– Cuídate Astrid, sostener fuerte.

Astrid asintió y su mamá la subió al barandal y cuidadosamente la bajó con las sábanas.

Jericó vio el fuego enloquecer pero por fortuna Astrid ya estaba en el suelo.

–¡Corre Astrid!

Ahora Jericó estaba corriendo junto a Astrid, sin mirar atrás, pero cuando estaba casi llegando a la casa se escuchó una gran explosión. Ambos miraron atrás y el corazón de Jericó se paró: la casa había explotado y Adalin estaba allí, pero muerta.

–¡Mamá!

Astrid intentó correr pero Jericó la detuvo y la abrazó, sorprendentemente la pudo tocar y Astrid lloró en su pecho.

–Ella murió ¿No?

–Lo siento, cariño.– Susurró Jericó.

En ese momento la bruma volvió y ahora la escena era diferente. Astrid y él estaban sentados en la parte de atrás de un auto, Astrid vestía de negro y su mirada estaba perdida, estaba triste. Jericó la abrazó pero Astrid no reaccionaba.

– Bien, vamos.– Dijo un anciano humano al chófer mientras se sentaba junto a una anciana. Jericó supo que eran sus abuelo.

– George, no es necesario.– Dijo la mujer.

Astrid: Belleza Divina (Nuevas Especies)0.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora