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– Entonces eso dijo.– terminó de explicar Jericó a Astrid.

Ella suspiró y se sentó pensándolo. Jericó se acercó y le masajeó los hombro suentiendo la frustración dentro de ella.

– Es solo si quieres intentarlo Astrid, solo si te sientes cómoda, de lo contrario buscaremos otra forma.– Le susurró en el oído.

– Sabes que no hay otra forma.– Dijo ella.– No la hay. Escucha, todo esto de la magia y ese hechizo me da miedo, soy católica y me enseñaron que esa cosas son del diablo.

– Lo entiendo.– Jericó no demostraría que se sentía decepcionado, él tenía esperanza en la bruja pero todo lo que él importaba era Astrid.

– Sin embargo, eso significa que también debería aborrecerte a ti y no lo hago. Escucha, esta cosa me asusta pero lo haremos, quiero intentarlo ¿ Quien dice que al final no tenemos un bebé?

–¿Estás segura?– Dijo Jericó sin poder ocultar su felicidad.

– Claro, llama a esa...¿Bruja? Y dile que acepto el hechizo y eso.– Dijo Astrid sonriendo

– Ella dijo que no garantizaba nada...– Tenía que advertirle a su mujer de la cruel verdad.

– Tener esperanza es mejor que nada. Ahora debo mimarte mucho por ir hasta esa bruja y hacer esto.– Dijo coqueta.

– Y nada me gustaría más pero debes mantenerte pura hasta hacer el hechizo, eso me advirtieron.

– ¿Significa que no hay sexo hoy?- Dijo Astrid haciendo un puchero.

– Yo no puedo entrar en ti pero nadie dijo nada de no lamerte.

–Jer...– Río Astrid al ver a su compañero agacharse frente a ella y levantarle el vestido.

Jericó sonrió, al menos le daría placer a su chica antes de enfrentarse al otro dia.

Jericó fue hábil al romper las bragas de su chica, claro que Astrid se quejó y también gimió de excitación. Joder, Jericó no era canino ni felino pero podía oler la abrumante excitación de su mujer. Podía ver la miel deslizarse entre sus labios vaginales y sin esperar mucho se avalanzó a fuente de vida que su mujer tenía y comenzó a lamerlo hasta sacarle los gemidos más ruidosos de esa hembra que lo volvía loco.
Cómo siempre, su clítoris quería una atención especial y Jericó no podía negarse a darle, siempre comparaba ese clítoris con una cereza: dulce y durita.

Jericó le hacía el amor con su boca y Astrid no podía evitar acariciarle la cabeza mientras él la complacía, amaba como un macho como él se derretía por ella.

– Oh nena, está miel es tan ardiente, siento que voy a emborracharme de ti.

Las palabras de Jericó no hicieron otra cosa que excitarla más, su simio sabía calentarla como un volcán queriendo hacer erupción. Jericó extendió una mano y comenzó a amasar el pecho de Astrid sobre la ropa pero eso rápidamente cambio cuando ella se bajó el vestido exponiendolo. Sentir las lamidas candentes y las caricias obscenas en su pecho no hacía más que empujarla al borde el orgasmo y así fue. Jericó le saco un orgasmo devastador y envolvente junto a un gritó de placer.

– Oh Dios nena.– Gimió Jericó mientras se masturbaba viendo cómo ella sufría el orgasmo.

Astrid sabía que Jericó tenía un lado perverso que nadie lo vería nunca, solo ella, y viendo que no podían tener relaciones solo le quedaba una cosa que hacer: provocarlo hasta que llegue al clímax. Se lo merecía.

Astrid de lavanto y caminó hacia el sofá grande, se quitó toda la ropa y se acostó allí, abriendo sus piernas a Jericó para luego comenzar a masturbarse. Jericó gruñó y comenzó a bombear más fuerte sin despegar sus ojos de ella.

– ¿ Te gusta?– Preguntó coqueta.

– Me encanta, tocaré esos pechos.– Dijo él acercando a ella y comenzó a besar los pechos de Astrid, era la parte favorita de Jericó.

– ¡Si nene!– Gimió ella.

– Métete un dedo adentro nena, imagínate que es mí polla la que abre paso a ese túnel húmedo.

Astrid hizo lo que le pidio y comenzó a meterse los dedos dentro de ella dejando que Jericó la vea. El primate veía la imagen más caliente del mundo: Astrid masturbándose. No faltó mucho antes que se corriera dejando escapar un gruñido.

Ambos sonrieron antes de ir a tomarse una ducha, algo que fue difícil dado a que Jericó solo quería follarla pero se contenía. Él haría todo por ella, incluso poner la felicidad de Astrid ante que la suya.

Astrid: Belleza Divina (Nuevas Especies)0.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora