Conway era un hombre de rutinas y hábitos, quizás porque creció con la educación militar que le dieron desde muy joven, o porque eso lo ayudaba a mantener la calma y el control en su día a día.
Al despertar, su día comenzaba con un café y un cigarrillo. Seguía con una ducha, vestirse con su traje habitual, hacer una visita al cementerio y dirigirse a comisaría.
Ya ahí continuaba la misma rutina de siempre, coger el chaleco, las armas reglamentarias y finalmente entrar en la radio esperando -sin aceptarlo- escuchar el mismo saludo de siempre de la misma persona.
Excepto que no hubo tal saludo.
Daba igual, no importaba... se dijo a sí mismo. Había muchos agentes de servicio, podía patrullar con cualquiera de ellos. Pero no lo hizo, se subió al patrulla solo y así salió de comisaría. Iría a lavar el auto... pero no había nadie que viera lo limpio que quedaría. Tal vez pasar por el mecánico y molestar un poco, eso siempre hace reír a...
Una puta alerta de robo. ¡Perfecto! Justo lo que necesitaba. El conduciría mientras V... bien, le tocaba organizar la malla y a quienes acudirían con él al robo, pero ¿cómo mierda organizar ese puto gallinero de anormales?
¿Los días siempre eran tan largos? Se preguntó luego de apenas unas horas de servicio. Tenía la radio muteada, no podía con eso, tantas voces, tanto gilipollas haciendo el capullo, interrogando por nimiedades. ¿Cómo hacía Volkov para no volverse loco?
Conway soltó un gruñido malhumorado, estaba en el parking de comisaría fumando un cigarrillo, mirando el lugar donde el ruso aparcaba su feo coche, a su mente vino el recuerdo de aquel que le pinto de rosa y su reacción tan... intensa.
—Jodido capullo. —Murmuró apagando el cigarrillo y volver a su patrullaje. Si se mantenía ocupado tal vez el tiempo pasaba más rápido.
Debía dejarlo descansar, después de todo fue él quien insistió en que se tomará unas vacaciones, pero ya había sido suficiente, un día de descanso estaba bien, ¿cierto? Y no era que lo necesitará, o lo extrañará... la malla, sí, ellos lo necesitaban, eran todos unos incompetentes y solo él sabía como manejarlos por eso tenía que volver.
Tomó su celular y decidido comenzó a teclear.
>Tú, anormal...
>Trae tu culo de vuelta...
>La puta malla es un desastre.
>La ciudad es un caos.
>No tienes permiso para estar de vacaciones.
>Vuelve aquí aho... - (mensaje borrado)
Un par de días, tan sólo tenía que aguantar un par de días y no ser un desgraciado egoísta.
>Vuelve apenas terminen tus días de descanso.
Envió al final. Guardo el teléfono y se cago en todos sus muertos al ver en el reloj que apenas llevaba poco más de la mitad de su turno de servicio.
