"It's not the end."

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El sol aún no había salido en la ciudad de Los Santos, el ambiente se notaba lúgubre debido a los acontecimientos de los últimos días, las calles permanecían solitarias, y el constante bullicio fue remplazado por un triste silencio.
En el cementerio, parado frente a una reciente tumba, se encontraba un hombre. Su cabeza estaba cubierta por una gorra negra, llevaba una sudadera y pantalón tipo militar del mismo tono, sus ojos ocultos detrás de las gafas oscuras.
Su semblante era serio, triste, pero a la vez parecía aliviado mientras leía la inscripción en el mármol de la tumba.
—Tenemos que irnos, nos esperan. —Un segundo hombre con vestimenta similar se paro a su derecha quedando hombro con hombro.
—No se supone que esto acabaría así.
—Ya lo sé. —El otro hombre le mostró la botella de vodka que llevaba en la mano. La abrió, le dio un buen trago y se la entregó al primero. Se llevó la mano a la frente haciendo un saludo. —Buen servicio, compañeros. —Murmuró dejando caer la mano.
El primer hombre repitió el proceso, beber, saludar y volver a beber. —до свидания, Волков. —Susurró en ruso, pasando los dedos con calma sobre la tumba. —до свидания, Конвей. —Dijo mirando la tumba a su lado.
—Vamos, nos esperan. —Insistió el segundo hombre.
El primero dejó la botella y una cajetilla de cigarros entre las tumbas, así tendrían algo que compartir, les dedico un último saludo y se apresuró a alcanzar a su compañero. —Al menos seguirán juntos.
—Correcto.
Sus pasos en perfecta sincronía eran el único sonido se escuchaba en el cementerio. —Aunque, pasar la eternidad con un "hijo" —El más joven hizo las comillas al aire de forma exagerada
—Ya estás con eso de nuevo, ¿qué querías que le dijera? ¿Qué perdía al amor de mi vida? —El mayor negó con fastidio.
—¡Y yo que sé! ¿Qué soy tu consciencia? —El hombre encogió los hombros con falsa indiferencia. —Aunque ese hubiera sido un bonito detalle.
—No sé te escapa ni una, ¿eh? —El hombre se detuvo al llegar al vehículo. —El pobre chaval ya sufría bastante por la culpa, no iba a agregar más mierda a su pila.
El más joven se encontró de pronto sin argumentos ante esa lógica por lo que sin más subió al vehículo en el asiento del copiloto.
El auto avanzó por las familiares calles de la ciudad, trayendo a su mente innumerables recuerdos que le oprimían el pecho con fuerza. Una mano tomó la suya con cariño y apretó levemente. Su mirada azul se fijo en el hombre a su lado, el cual sonreía de forma casi imperceptible.
Sin duda no era el final que esperaban, pero estaban juntos y eso era lo único que importaba.
El vehículo se detuvo en el hangar del aeropuerto junto a un avión privado, Michelle se acercó a ambos hombres y les entregó un sobre a cada uno. —Sus nuevas identidades y todo lo que necesitan para comenzar de cero.
Se dirigió al más joven, lo abrazo con cuidado pues había pasado hacia poco por una larga operación a corazón abierto. —Cuídate mucho V, y no dudes en llamarme si necesitas algo.
—Y tú... —la pelirroja abrazo al mayor de ellos con fuerza. —Cuida mucho de él o haré realidad tu deseo de morir.
El hombre soltó una risa y le devolvió el abrazo a Michelle. —Ya estoy muerto, Evans.
Y era verdad, en parte. Viktor Volkov y Jack Conway habían muerto durante los acontecimientos de los últimos días, esa era la versión que se le contó a la ciudad entera. Sin embargo seguían vivos, juntos, yendo a un nuevo destino dónde tal vez el orgullo sería menos importante que los sentimientos.
—Se lo dije, a dónde usted vaya, yo voy. —Le recordó el antes comisario a su superior.
Este esbozo una sonrisa y se acercó a besarlo en los labios. —Eres un puto pesado... —El antes Superintendente se abrazo al cuerpo del ruso con fuerza, aun temeroso de lo cerca que estuvo de perderlo. —Te haré cumplir esa promesa cada jodido día. Y si la palmas, al mismo infierno te seguiré yo.
Mientras se siga contando, ninguna historia tiene un final.

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