"SOFT AND HOT"

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(+18 leer bajo su propia responsabilidad)

El día recién comenzaba, los primeros rayos de sol apenas comenzaban a filtrarse por las ventanas, el ambiente era pacífico, lleno de calma. /Never tear us apart de Inxs/ sonaba de fondo, creando una atmósfera sensual, casi romántica.
Volkov salió del cuarto de baño con solo una toalla atada alrededor de sus caderas, su cabello húmedo aún dejaba escapar algunas gotas de agua que resbalaban por la pálida piel del ruso  que debido a lo caliente del agua lucía un tono rosado demasiado atrayente. Su mirada acusadora se fijó en el hombre  de cabellos negros que tranquilamente lo miraba de arriba abajo con total descaro desde la cama donde estaba sentado.
—Deberías estar vestido ya. Llegaremos tarde.
Una sonrisa curvó los labios de Conway, Volkov era magnífico, digno de admiración y él sin duda no se negaba el placer de admirar cada uno de los detalles de su cuerpo. —Soy el Superintendente, puedo llegar tarde si quiero.
—Dile eso a Michelle la próxima vez que llegue antes que nosotros. —Recriminó el comisario, acercándose a su superior pues no podía evitarlo, él lo miraba de esa forma tan intensa que le quemaba la piel y él no se resistía, era inevitablemente atraído, siempre.
—Se lo diré. —Al tenerlo cerca las manos de Conway se aferraron a las caderas de Volkov, tirando de él para frotar la nariz por su abdomen y respirar su aroma. —Ahora, necesito tu ayuda. —Mencionó señalando la crema de afeitar y la navaja que ya tenía listas sobre la mesa de noche.
Volkov sentía las piernas flojas, el aliento caliente de Conway contra su piel era una dulce tortura que lo hacía derretirse de placer. Un jodido inconveniente cuando todo lo que cubría su entrepierna era una toalla. —¿Acaso no puedes hacerlo tú solo? —Cuestionó intentando sonar molesto, sin embargo se acercó aún más, apoyó las rodillas en la cama y se sentó sobre el regazo ajeno.
—Me gusta que lo hagas tú. —Confesó Jack quedándose muy quieto. Mirando siempre a su comisario.
Volkov tomó la crema de afeitar y con mucho cuidado esparció la cantidad adecuada por las mejillas, mentón y barbilla de su pareja. Dejó la crema en la mesa y cogió la navaja, solo con verla sabía lo afilada que estaba la cuchilla, sus ojos azules se fijaron en los de Conway. —No te muevas. —Advirtió.
La música cambio y /make you feel my love de Adele/ se dejó escuchar por toda la habitación. Volkov atento a lo que hacía deslizaba la afilada cuchilla de la navaja por la piel del cuello de Conway. Era tan cuidadoso y metódico, tan delicado que se podía palpar en el aire alrededor la intimidad entre ellos, la confianza, el amor.
Jack mantenía los ojos cerrados, dejando a Volkov hacer con total libertad, aunque sus manos no cooperaban con eso de quedarse quieto, comenzando a moverse por la espalda del ruso, lento, deslizándose por su piel bajando hasta sus glúteos y apretarlos suavemente, lo que le ganó un gruñido por parte del comisario.
—Te vas a quedar sin mejilla si sigues. —Advirtió Volkov, su voz sonó ronca, afectada por el calor que las manos de Conway dejaban en su piel al pasar, provocándole una erección imposible de ocultar bajo la toalla.
—No le tengo mucho aprecio a esa mejilla. —Respondió Jack, apartando la toalla que le impedía tocar a su ruso como quería. Sus dedos, avariciosos subían y bajaban por la blanca piel, delineando cada músculo, sintiéndolo erizarse, tensarse. Le gustaba provocarlo, llevarlo a sus límites, hacerlo perder la cabeza hasta que no podía más y se dejaba llevar por la pasión sin reservas.
—Pero yo sí, le tengo aprecio a todo de ti... —Volkov realmente intentaba mantener la concentración en lo que hacía, no quería hacerle daño, pero no se lo ponía nada fácil al acariciar su piel de esa forma, provocándolo, haciendo arder su sangre, despertando sus deseos y esa necesidad insaciable que tenía de él constantemente.
—A algunas partes de mí más que a otras. —Aseguró Conway con ese tono engreído que Volkov odiaba y amaba por igual.
—Puede ser... —Aceptó el ruso moviendo de forma inconsciente las caderas sobre el regazo de Conway presionando su propia erección contra el abdomen ajeno. Ese pequeño descuido hizo que la navaja cortara la piel justo a un lado del oído de su superior quien soltó un leve quejido.
Volkov iba a disculparse pero Conway se le adelantó, pasó un dedo por la herida recogiendo la gota de sangre. Se lo llevó a la boca y chupo de forma erotica. El ruso trago con fuerza, su corazón latía acelerado, su cuerpo sudaba, era un jodido desastre. —Te dije que te quedaras quieto... —Se defendió un poco avergonzado por haberle hecho daño.
Jack llevo una mano a su propia erección, frotando la punta húmeda y caliente entre los glúteos de su ruso. —Fuiste tú quien se movió, Viktor. —Esa maldita voz tan seductora era la perdición de Volkov quien dejó la navaja a un lado para abrazarse al cuello ajeno y moverse de modo que pudiera penetrarlo.
Los dos hombres soltaron un jadeo cuando sus cuerpos se unieron en uno. El placer mezclándose con el deseo, creando en la lenta fricción de sus pieles una tormenta de lujuria que incrementaba la pasión con la que los dos se movían, buscándose, arañándose, mordiéndose. Y lo que comenzaba como un lento y cariñoso vaivén se convertía en un choque violento que hacía arder todo a su paso.
—Más... —Exigió Viktor, su mirada cargada de deseo se aferró a los ojos castaños de su pareja y no espero a que él se moviera, con las rodillas bien puestas en la cama se movió con rapidez, llevando el miembro erecto de Conway muy profundo en su interior, jadeando al ser recorrido por el placer y el deseo que solo crecía más y más.
Conway por su parte solo podía sonreír, le gustaba cuando Viktor tomaba el control de la situación, y él lo dejaba, disfrutando de la manera en que lo dominaba, buscando su placer, dejándose llevar sin pensar en nada que no fuera ese momento.
—Más, Viktor... —Jadeo Conway, tomándolo por la nuca y besarlo, su mano libre aferró con fuerza a Volkov de la cintura, ayudándole a moverse por su erección, gruñendo bajo al deslizarse dentro suyo, tan apretado y caliente, tan bien hecho a su medida que lo volvía un salvaje posesivo, sacando sus instintos más básicos y oscuros, convirtiéndolo en un yonqui que no tenía suficiente de su droga por mucho que tuviera sobredosis constantes.
Viktor estaba perdido, volando en el espacio exterior, su cuerpo se sentía ligero, caliente, su respiración rápida, como los latidos de su corazón, su piel caliente, ardiendo. Jadeos y gemidos escapaban de su boca sin parar, su propia mano desvergonzada se cerró alrededor de su miembro supurante, moviéndose arriba y abajo con la misma rapidez que sus caderas subían y bajaban. Su espalda se arqueo con placer y dejo caer atrás la cabeza, llamando el apellido de su pareja una y otra vez.
—Viktor... —Decía Conway en respuesta, siguiendo sus movimientos, moviéndose al compás que él le marcaba, deslizándose entre sus paredes hasta perderse dentro suyo y quedarse marcado en él.
—Jack... —Viktor solo se permitía llamarlo así cuando llegaba al orgasmo, era una de esas cosas que era especial para ellos y lo atesoraban profundamente.
Y así, llamándose el uno al otro entre gemidos y jadeos, el extasis  los alcanzaba casi al unísono, produciendo un fuego tan intenso que nunca se extinguía, que seguía ahí, siempre latente entre ellos, en sus cuerpos temblorosos, sudados, cansados, pero en paz, hasta que una nueva tormenta se formara entre sus bocas y una mirada.

Volkway ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora