Capítulo 23

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Eddie intenta colocarse los zapatos con torpeza por un rato, la sangre hace que el talón se le resbale de la mano antes de que pueda meter el pie. Maldice en voz baja, la mano le tiembla.

Sostiene el teléfono contra su oreja con el hombro, espera las preguntas habituales y luego dice: —Ha habido un accidente.

Observa las gotas de sangre aparecer justo debajo de él cuando finalmente puede ponerse el zapato. Al parecer, el corte en su brazo no ha dejado de sangrar. Continúa hablando monótonamente —Mi mamá se cayó mientras cocinaba, hay mucha sangre. Ella no ...— Eddie siente que se queda sin aliento —Ella no se mueve.

No mira para confirmar esto, luchando contra su cuerpo para no entrar en shock.

Se ocupa de volver a vendar su brazo, ocultando la hinchazón y el enrojecimiento de la vista. Ahora no hay tiempo para ir al hospital.

La esposa tintinea cuando tira del vendaje con fuerza. Tampoco tiene tiempo para buscar una llave. Al menos, solo está colgando de su muñeca, el otro extremo ya no está sujeto a la silla.

Responde más preguntas, miente en unas cuantas, todo mientras mira fijamente el viejo papel tapiz que se está despegando frente a él. En ese momento, la operadora pregunta: —¿Cuántos años tienes, cariño?

Esto lo trae devuelta a sí mismo, solo un poco. Piensa en la respuesta que podría darle.

Tiene cuarenta. Al menos los tenía. O tal vez los tendrá. El tiempo no funcionaba bien con él.

Todo se está desmoronando ahora.

Su mano se levanta para frotarse el rostro y la cicatriz de los Perdedores brilla bajo la luz. Aquí no es donde se supone que debe estar.

—Tengo trece. Escuche, ¿vendrá alguien a ayudar a mi mamá?

—Hay una ambulancia en camino. Solo necesito que permanezcas en la línea mientras...

Eddie deja el teléfono sobre el mostrador. Sus ojos pasan por alto la sangre que se acumula en el suelo y mira a lo lejos mientras se pone de pie.

Se detiene y respira entrecortadamente —Adiós, mami.

Luego corre. Sale corriendo por la puerta, tropieza, baja los escalones, vuelve a tropezar, recupera el paso y despega.

El cielo sobre él está nublado, tan oscuro que Eddie piensa que ya es de noche, hasta que recuerda que ni siquiera era mediodía cuando fue sacado a rastras de su habitación.

Eddie se pregunta si lloverá. Se pregunta si llovió este día en la otra línea de tiempo, o si el cambio provino de Pennywise.

Eddie dobla la esquina, recordando esa vez que tuvo que taclear a Georgie para mantenerlo alejado de Eso, cuando todo esto comenzó. Cuanto miedo tenía de llegar demasiado tarde.

Un miedo similar lo envuelve cuando ve a alguien tirado en el suelo frente a la casa del pozo.

Corre hacia él y luego se detiene a trompicones, encorvándose sobre el otro chico, sudando y enfermo porque todo su mundo se está desmoronando. Cierra fuertemente los ojos por un momento, manteniéndolos apretados, luego niega con la cabeza.

La cicatriz en su torso arde, ahora. No más palpitaciones, solo un dolor constante.

Abriendo los ojos, agarra el hombro de Stan y lo coloca boca arriba. Su cabeza sangra mucho, hay una herida abierta cerca de la línea del cabello, pero su pecho se mueve hacia arriba y hacia abajo. Está respirando y vivo, eso es todo lo que importa. Eddie no tiene tiempo para preocuparse por nada más. Se han separado, el cual es el peor de los casos. Para Pennywise es más fácil cazarlos individualmente.

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