Capítulo 22

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Eddie grita hasta quedarse ronco. Entre los gritos, puede escuchar a todos los Perdedores hablando normalmente afuera, debajo de su ventana. No pueden oírlo, no importa lo fuerte que grite. Pennywise no dejará que lo hagan.

Escucha a Georgie exclamar: —¿¡Neibolt!?— Y su propia voz dice algo en respuesta. Luego los escucha subirse a sus bicicletas y se van.

Se aleja de la ventana y se acurruca en una bola. Quiere otra oportunidad. Quiere que este salto en el tiempo nunca hubiera sucedido en primer lugar. No ha arreglado nada, no ha podido mejorar nada. Esto es peor que él muriendo en la línea de tiempo original.

Eddie se queda ahí durante unos minutos que parecen prolongarse por horas. Solo quiere un pozo profundo y oscuro en el que desaparecer, pero no puede permitirse desaparecer, no cuando todos los demás están en peligro.

Se sienta y tira con ira de la cadena una vez más. Luego la envuelve alrededor del marco y comienza a tirar con cuidado de un extremo, luego del otro, serruchando de un lado a otro contra la madera.

Eddie sabe que esto podría llevar horas. Llegará demasiado tarde para salvarlos. Solloza y parpadea para alejar las lágrimas de los ojos, pero continúa con el movimiento de serruchado. No hay nada más que pueda hacer.

Está tan concentrado en el movimiento que salta cuando la puerta se abre detrás de él. Gira la cabeza con tanta rapidez que algo en su cuello cruje.

Sonia está en la puerta. —Eddie, cariño, deberías bajar y desayunar.

Una ola de alivio lo recorre brevemente. No pensó que seguiría viva después de todo esto.

Permanece mudo el tiempo suficiente para que ella dé un paso adelante y comience a deshacer su cadena. Una chispa de esperanza brilla en su interior, luego se apaga cuando ve que ella no lo libera, solo está recogiendo la cadena para llevarlo escaleras abajo como un perro.

Ella envuelve la cadena alrededor de sus manos y Eddie se cuestiona si está dispuesto a matarla para escapar. Sería más rápido lidiar con ella que con hacer movimientos de serruchado, si pudiera poner sus manos sobre un arma. Pero no puede lastimarla. Sabe que no puede, no cuando ni siquiera es ella quien está haciendo esto.

Eddie intenta comunicarse con ella —Mamá. Déjame ir.— Sacude su brazo, haciendo sonar la cadena —Déjame ir.

Ella abre la boca y luego la vuelve a cerrar. Su cabeza se inclina hacia un lado y su expresión se relaja. A continuación, dice: —No seas tonto. Ya he preparado tu desayuno, no es necesario que vayas a ningún lugar. Estás más seguro aquí, en casa.

Ella lo jala para ponerlo de pie y comienza a tirar de él hacia adelante. Él mantiene los talones en el suelo, luchando lo mejor que puede, quemando la alfombra debido al roce que se produce cuando ella sigue arrastrándolo. —¡Mamá! Puedo caminar por mi cuenta. ¡Quítame la cadena!

Ella no responde. Una vez que llegan a la puerta, Eddie empuja el pie contra el marco de la puerta y usa la palanca para alejarse de ella. Funciona por un momento, la cadena se desliza de sus manos. Es capaz de alejarse por completo, pero en ese momento, ella bloquea la puerta.

Se gira para salir por la ventana, pero ella lo agarra por la parte de atrás de la camisa y tira de él hacia ella.

Sus brazos se envuelven a su alrededor y ella lo levanta, evitando su brazo roto. Patea y lucha, lo que le da bastantes dificultades a Sonia, pero ella aun así lo lleva abajo. Es demasiado pequeño para poder ganarle.

Lo coloca en una de las sillas no coincidentes del comedor y lo encadena a ella. Trata levantarse mientras ella hace esto y ella le da un codazo en el estómago.

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