Las vidas que dejamos

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No podía. Aunque lo intentara muchas veces no podía.

— Otra vez me estás mirando raro —murmuró Aria, desconcertada y sonriente. Liam meneó la cabeza.

— Eres Megan y yo Nicodemus —suspiró sin poder controlar su alegría, no podía dejar de mirarla por miedo a que sea un sueño—. Y estás en mi casa —agregó, mirando a Aria husmear entre sus libros, fotografías y archivos personales donde atesoraba toda la información obtenida.

— Si, lo somos —murmuró ella, incrédula—. Gran parte de mi vida me pregunté qué era lo que me faltaba, por que sentía que nada de lo que hacía tenía sentido —comentó, leyendo con detenimiento algunos fragmentos de historia.

— No es que todo esto tenga sentido, pero si, te entiendo —canturreó Liam caminando a su alrededor.— Cuando empecé a tener estos sueños creí que algo no estaba bien, no sabía si decírselo a alguien por miedo a que me juzgaran hasta que... —sus palabras murieron al mismo tiempo que contemplaba una foto de él con su hermano y su madre.— Decidí investigar qué podía ser lo que me ocurría —terminó.

Aria permaneció mirándolo en silencio, con un halo de tristeza. Ella nunca había podido admitir sus sueños con nadie, y eso la hacía sentir solitaria. Poder hablarlo con alguien en ese momento, era todo un logro.

— Yo nunca quise darles importancia, prefería fingir que no estaban antes de admitir que podía llegar a ser verdad —admitió Aria, y Liam notó la familiaridad de eso. Megan y Zander compartían cierta forma de ser, no le extrañaba que Aria y Ezio también.

— Supongo que todos tenemos diferentes formas de procesar esto —sentenció, aún maravillado de tenerla a su lado y sabiendo quién era. Ella sonrió tímidamente, dejando los libros y viéndose dubitativa.

— Zander —dijo su nombre con cuidado—, ¿lo has encontrado? —inquirió.

Liam dudó. Su hermano rechazaba lo que él hacía, y temía que rechazara también a Aria en su anhelo por olvidar todo lo que Zander significaba. Pero no podía mentirle a Aria, porque Megan había sido su mejor amiga y Zander había sido el amor de la vida de ella.

— Sí, pero él no quiere saber nada de todo esto —dijo en voz queda, apenado por como era su hermano. Sintió el cambio en la actitud de Aria, la notó triste como si sus esperanzas hubieran sido destruidas—. Lo siento, quizás lo que necesita es tiempo —admitió.

Ella sonrió meditabunda.

Y aunque era tarde, Liam no quería dejarla ir tan fácilmente.

— ¿Qué te parece si cenamos y nos podemos al día? Tengo anécdotas muy graciosas de mi vida siendo interrumpida por Nicodemus —comentó. Aria se abrió paso hacia la sala y Liam la siguió de cerca, rodeado por una felicidad que hacía mucho no sentía y la risa de ella que podría llegar a ser su música favorita.

**

Habían pasado días y aún no se acostumbrada a la idea de Megan en su vida, o más bien, Aria. Intentaba conocerla de a poco, sin asustarla aunque su emoción fuese más fuerte.

Reuniones en cafeterías y restaurantes, caminatas por el parque, visitas al museo. Liam y Aria habían recorrido la ciudad juntos más veces de la que lo habían hecho en los últimos años solos. Ezio desconocía esto completamente, porque no estaba interesado en el tema y luego de la discusión no volvieron a hablar sobre sus vidas pasadas.

— Creo que todo esto se ve muy bien, tus ideas son grandiosas —canturreó Liam mirando todo lo que Aria había preparado para promocionar su próxima exhibición. Con el paso de los días, la oficina de ella se había trasladado de su casa donde estaban más cómodos.

No me olvides [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora