Finale: Los encontré

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3 años después.

Las luces jugaban entre la oscuridad, el suave humo generaba más misticismo en la gran habitación. La música sonaba fuerte, las personas disfrutaban de la fiesta y estaban entusiasmados por todo lo que vendría.

Con un vestido negro que combinaba con el antifaz que usaba, Aria avanzó entre el gentío. Una mano alrededor de la muñeca de Mora que guiaba el camino hacia la barra y en la otra su teléfono con el cual intentaba comunicarse pero la señal era demasiado mala.

— Creo que veo a Simón —le dijo Mora mirando a través de su máscara blanca y dorada, su cabello ondulado estaba atado en lo alto y llevaba un vestido floreado que resaltaba las curvas de su cuerpo.

— ¿cómo haces para ver a mi primo entre todas estas personas? —preguntó, queriendo llegar a la barra para obtener una bebida.

Recién habían llegado y lo único que necesitaba era quitarse la sed y reconocer a alguien además de Mora.

— Es un talento —sonrió su amiga.

— Al fin llegan, ya comenzaba a creer que huyeron o algo similar —se quejó Simón en cuanto estuvieron junto a él, que estaba apoyado sobre la barra acompañado de conocidos.

— Las mujeres tardamos en arreglarnos, no siempre vamos a una fiesta de disfraces y máscaras —respondió Mora, girando sobre sí misma para mostrar su vestido.

— Y el tiempo valió —murmuró Simón mirándola de arriba hacia abajo y analizando a su prima—. Realmente pueden hacer milagros —dijo, ganándose reproches y maldiciones.

Una vez consiguió una bebida, Aria decidió recorrer el lugar dejando a los otros peleando en paz. Más allá que no reconocía a muchos, le pareció vislumbrar algunas personas que conocía. Vio a Meredith con sus amigas riendo y disfrutando de la noche; ella no había vuelto a juntarse con Ezio luego de que él confesó que no tenía sentimientos por ella, pero más allá de la distancia inicial habían logrado mantener una relación estable en pos de su trabajo. También reconoció personas de su escuela que hacía mucho no veía, y personas del trabajo de Laurent que él le había presentado.

Sin pensarlo mucho, continuó caminando hasta afuera. El patio era silencioso en comparación del interior y no había tantas personas, sus pasos hacían ecos en el suelo hasta que se detuvo al vislumbrar dos figuras que miraban la lejanía, apoyadas sobre el balcón.

Sonrió, dándose cuenta que siempre había una forma de encontrarlos por más perdida que estuviese. Quizás había un hilo que los conectaba, un destino en común, o era el amor que los tres se tenían. Podían correr lejos, ocultarse y perderse, pero siempre a pesar de todo, volverían junto al otro.

Cuando pensaba en las almas gemelas, siempre creía que eran dos personas que se amaban a pesar de todo, pero aprendió que no era eso. Sino que era una persona que completaba a la otra, como un rompecabezas, enseñándote a ayudarte a ser mejor. Pero para la fortuna de ella, no tenía una sino dos almas gemelas a las cuales siempre volvería.

— ¡Llegaste! —canturreó Liam al girarse y verla cerca de ellos.

— Me costó pero los encontré —respondió sonriendo, abrazando a Liam y dándole un beso en los labios a Ezio, quien la miraba con cariño.

— Deberíamos ponernos GPS —sentenció Liam con falso pesar, haciendo que Ezio riera.

— Creo que es buena idea —concordó abrazando a Aria y dejando que ella disfrute de su compañía.

Liam sonrió, apoyándose sobre el balcón con satisfacción. Los miraba a ambos y nada había cambiado con los años. Seguían unidos por pegamento, peleando y queriendose como locos, ayudándose todo el tiempo para ser mejores, y él no podía estar más orgulloso.

Todos sus años de trabajo e investigación habían valido la pena, no se arrepentía de nada y era capaz de hacerlo todo de nuevo con tal de llegar a ese resultado. Los tres eran felices con la vida que les tocó, decidiendo que era mejor pasar por la tristeza en compañía que la felicidad en soledad.

Podía ser que en el pasado hubiese perdido, pero Liam había ganado. Le ganó a la diosa y al destino que los sentenció a los tres, ganó confianza y coraje, ganó amor propio y el amor de los demás.

Nicodemus podría haber sido un héroe por luchar épicas batallas, liberar pueblos y liderar batallas, pero Liam era un héroe por ser lo que era, manteniéndose fiel a sus creencias.

Sus ojos brillantes pasaron de sus amigos hacia el chico que se acercaba a él con una sonrisa, vestido con elegancia y una máscara plateada que lo hacía ver como un sueño.

— Ari llegaste, ya estaba por ir a buscarte —dijo Laurent saludando con un abrazo a Aria, y luego acercándose a Liam para rodearlo con sus brazos por la cintura—. Los dos ya estaban empezando a sonar como dos nenes molestos —agregó maliciosamente.

— Lo siento, Mora a veces tarda, pero ya llegué, ¿como estas pasando tu cumpleaños? —le preguntó.

— Bien, solo se cumple 30 años una vez, así que tengo pensado hacer esta noche épica —confesó.

— ¿eso quiere decir que habrá karaoke? —preguntó Aria encantada con todas las ideas que le había presentado Laurent antes del evento.

— Eso no se duda... ya tengo elegidas nuestras canciones —la señaló con la promesa de más diversión—. ¿Te unirás? —le preguntó Laurent a su amigo.

— Ni en sueños —negó Ezio, sabiendo que probablemente estaban planeando esperar a que hubiera bebido para incitarlo a cantar.

Las risas de Aria, Laurent y Liam se esparcieron a su alrededor. Ezio permaneció en silencio, acurrucado sobre el calor de su novia, dejándose llevar por las suaves caricias y no dudando en besarla cada vez que podía.

A los minutos, Mora y Simón se unieron a ellos y los seis continuaron hablando allí afuera por un largo tiempo. Las bebidas se consumieron, sus cuerpos comenzaron a moverse al ritmo de la música y las risas eran lo único que sobresalía.

Los años podían pasar, los sueños podrían haberse evaporado pero los recuerdos continuaban. Su existencia era un recuerdo que lo que no concluye permanece como un eterno circuito. Pero en el corto tiempo aprendió algunas cosas: no estaba maldito, los dioses estaban muertos, la vida no lo odiaba, no podía conformar a todos y las decisiones de los otros no eran las suyas. Su familia no era perfecta pero aprendió a lidiar con ella, y había encontrado amigos que lo hacían felices.

Esa noche, rodeado de música y amigos, era prueba que a pesar de lo malo había cosas buenas. Tenía a su mejor amigo y hermano, y al amor de su vida a su lado, y no había nada que le importara más. Esta vez, su existencia estaba llena de amor y compañía, dándose cuenta que su enemigo número uno ya no era él. Y ya no temía a lo que fuese que el futuro le deparaba ni a las vidas que le faltaban por vivir.

Sabía que en cada una de ellas los encontraría y sería feliz.

Siempre.

<Fin>

No me olvides [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora