Yamato dejó sus cosas y se acomodó en su banca, recargó sus brazos entrecruzados sobre ella y ocultó su cabeza en un pequeño hueco que se formaba entre sus brazos y pecho; hacía mucho tiempo que no se sentía preocupado por curar los infortunios de otros, o más bien, era la primera vez que lo sentía. Se le desbordaba de alguna parte del cuerpo que ni él mismo sabía de dónde, una responsabilidad por acompañar en su tristeza a su amigo el peliplata. Porque si bien Yamato no tenía nada que ver en aquel asunto amoroso, él lo sabía todo, sabía del vago concepto de amor de su prima Kurimi, del amor precoz y en inicios de desarrollo de su amigo Iruka, y conocía sobre todo, la desafortunada situación de Kakashi, a quien lo arrojaron devuelta y sin culpa a su mundo de soledad y solo porque era incapaz de acostarse con una chica aún con su aire de rompecorazones y su imponente hombría.
Como persona que conocía ambas partes de la historia y que ubicaba sin problema a la persona mas desafortunada, estaba siendo apretado y devorado por cierta culpa que solo podía liberarla, según él, hablando con Kakashi. Giró su rostro de aquel hueco que ya estaba poniéndose húmedo por su respiración atrapada y liberó un gran suspiro que incluso estando dentro del salón y con las ventanas cerradas, soltó un vaho gélido. Estaba con la mirada puesta en la puerta de entrada de su salón, no le ponía atención a sus compañeros que iban llegando en pequeños grupos y que cuchicheaban y se apretujaban entre ellos por el terrible frío de afuera, pensaba más bien en que en alguna de sus horas libres de aquel día, iría a buscar a Kakashi para hacerle una simple pregunta con el único pretexto de estar con él y acompañarlo. Tenía en la cabeza la ultima imagen de su rostro desvelado y desinteresado que acaba de ver en las escaleras y se preguntó si aquellas ojeras irritadas se debían a algún llanto, pero casi enseguida le pareció sorprendente y cómico ese pensamiento tan ridículo, como si aquello fuese algo imposible para Kakashi, el hombre más hombre, el chico más guapo, la conquista imposible, como decían las chicas.
Todos esos pensamientos se vieron interrumpidos de pronto cuando Iruka entró por la puerta del salón, casi resbalándose por la velocidad con la que iba, había corrido desde su casa porque el autobús no lo alcanzó a tomar debido a que se levantó tarde por un desvelo lleno de mensajes de texto con su novia. Llegó cuando las campanillas comenzaron a sonar, justo detrás del profesor; traía el cabello despeinado, la coleta que siempre llevaba se le deshizo por la corredera y su camisa blanca se transparentaba por el sudor que le escurría desde el cuello hasta su espalda baja. A pesar de su mal día, llegó con una gran emoción, casi enseguida de sentarse en su banca, ni siquiera se tomó el tiempo para recuperar la respiración, si no que se inclinó un poco hacia donde estaba Yamato el cual se sentaba justo a un lado de él y le preguntó entre susurros lo que había pasado ayer en su casa con Kakashi y cuál había sido su reacción cuando lo vio junto con Kurimi. Yamato lo miró desinteresado, como si estuviese decepcionado de su amigo por ser incapaz de comprender el fondo de la situación y en el dilema con el que tenía que luchar él, pues todo eso involucraba a su prima, a su mejor amigo y a su amigo de la secundaria. Yamato estaba seguro de que Iruka ni siquiera sentía vergüenza o pena por lo que estaba pasando y eso era lo que le molestaba. No le dijo nada y lo ignoró, levantó el rostro hacia la ventana que tenía a un lado, y veía como el viento agitaba ferozmente las ramas de los arboles, que generaban un ruido que incluso estando dentro se escuchaba tremendamente fuerte: en ese momento valía más la pena escuchar el aire pegar contra la ventana, que escuchar la molesta voz de Iruka. Así se quedó todo el tiempo de esa mañana, distante a todo lo que le rodeaba, indiferente incluso a las clases y profesores, esperando a que llegara el receso para poder hablar con el peliplata.
Llegó la hora y todos los de primero se volvieron a reunir en la misma esquina de la cafetería, como una pequeña manada que se protegía de los grupos mas grandes estando todos juntos. Mientras Iruka platicaba con sus demás compañeros en la mesa, miraba por el rabillo del ojo lo distraído que estaba Yamato, parecía que estaba buscando a alguien porque movía y levantaba la cabeza como una zuricata, luego vio que se levantó con su refresco en la mano y caminó a la mesa de los de ultimo año, platicó con una chica de cabello morado e hizo una pequeña reverencia ante ella antes de que siguiera su andar y saliera de la cafetería. Iruka estaba extrañado, para ese momento ya sospechaba del posible enojo de Yamato, pero le pareció que este actuaba como un niño queriendo resolver las cosas que no le incumbían, así que lo dejó alejarse.
Yamato se había acercado a Anko para preguntar por Kakashi porque no le veía cerca. Anko le dijo que se había salido a mitad de la clase y que no le dijo nada a nadie, ni siquiera a Gai- salió casi corriendo y no contesta el teléfono -le dijo Anko. Yamato le pidió el celular de Kakashi y luego se fue. Subió las escaleras hacia la azotea mientras llamaba a su amigo, escuchando el repetitivo sonido de la llamada que nadie contestaba. Le pareció totalmente extraño ese día, tan frío, tan melancólico. Mientras las ráfagas de viento rozaban su rostro casi cortándolo, pensó en lo extraño que se pone el mundo- justo cuando necesitamos hablar con cierta persona, ésta de la nada desaparece -pensó.
Terminando aquel día, Iruka invitó a su casa a Yamato pero este le rechazó, dijo que necesitaba descansar porque en realidad no se sentía muy bien, no tenia muchas ganas de estar con nadie en esos momentos. Se subió a la bicicleta y comenzó a andar hacia su casa con un ritmo desganado, mientras subía la última cuesta antes de llegar a su condominio, se acordó de la imagen del día anterior cuando Kakashi intentaba no sucumbir a medio camino, con ese gracioso recuerdo decidió dar la vuelta para ir a buscarlo y ver de nuevo su rostro tranquilo que tenía el día anterior. Recordó que le dijo que seguía viviendo en la misma casa de siempre y se puso en camino a toda velocidad, sin importar que el helado viento le abriera grietas en su cara y manos descubiertas.
Llegó, todo seguía igual, las flores en el mismo lugar, los arboles bien cortados y la pintura de la casa era la misma. No aparcó la bici, sentía como si una presión en la espalda lo apresurara, así que la dejó tirada en el cesped y se acercó a tocar la puerta, pero esta se deslizó sola. Llamó al nombre de Kakashi esperando a que este respondiera, pero nada. Se adentró cada vez mas a la casa, entrando a cada cuarto oscuro y silencioso, sintiendo extrañamente el ritmo de su corazón acelerandose, como si las habitaciones lo sofocaran poco a poco. Sentía que le apretaban la garganta, estaba agotado, la casa era demasiado grande para que solo dos personas vivieran en ella. Llegó al ultimo cuarto, era la habitación de Sakumo, el padre de Kakashi, nunca había entrado antes ahí a pesar de haber ido tantas veces. Deslizó la puerta que estaba entreabierta y como si le sacaran de golpe el poco aire que le quedaba, vio en un rincón a Kakashi, escondido en la sombra, sentado como un niño que esconde su rostro entre sus piernas dobladas. Se acercó a él con miedo, a pesar de que no había ningún rayo de luz que entrara ahí y que todo estaba completamente oscuro, ese lugar específicamente, Yamato podía jurar que era todavía más oscuro. Antes de que llegara a estar frente de él, Kakashi levantó la mirada destrozada, humedecida y roja por las lagrimas. Yamato dio un paso atrás, se asustó verlo por primera vez así, cuando vio que el peliplata regresaba el rostro a esconderse, pudo volver a mover su cuerpo y se puso de cuclillas frente de él, llamándolo por su nombre para que le dijera lo que había pasado. Kakashi decía algo inentendible por el llanto que le era incapaz de detener, Yamato desesperado por tratar de saber lo que decía su amigo, le tomo de los hombros y le pregunto con fuerza lo que pasaba.
-Mi padre -dijo Kakashi
-¿Qué pasa con Sakumo-san?
-Se ha muerto.
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Two boys
FanfictionEn el último año de preparatoria de Kakashi, su padre decide suicidarse. Yamato, su mejor amigo de la infancia, llega de nuevo a su vida para evitar que caiga en una fuerte depresión.