CAPÍTULO 12. Un mensaje dormido

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La mañana siguiente amaneció helada, el frío se sentía incluso trayendo dos chamarras encima. Yamato se había levantado tarde y salió de casa apresurado, se abrigó y cogió su mochila y celular ajetreado, con un dolor de cabeza punzante por haberse levantado de golpe y darse cuenta que solo tenía treinta minutos para llegar a la escuela. Solo había tomado una ducha helada, no tuvo tiempo de esperar a que el agua se calentara y ni siquiera se cepilló el cabello. Cogió su bici y pedaleó incluso más rápido que el viento que soplaba en aquel momento. Llegó  a la escuela y aparcó su bicicleta con movimientos  torpes y corrió lo más rápido que pudo, agarró con mucha fuerza las correas de su mochila tratando de que no se sacudiera tanto y le dio una vuelta extra a la bufanda negra que traía puesta, la cual se expandía libremente con el aire que provocaba la rapidez con la que iba corriendo por el largo pasillo hacia su salón. Su respiración agitada podía verse como vapor saliendo de su boca debido al intenso frío,  estaba a punto de llegar a la puerta de su salón, pero ésta se cerró justo en frente de sus ojos.

Yamato se detuvo de golpe, dio un profundo respiro y expulsó una gran bocanada de aire. Fue hasta ese momento que empezó a sentir el calor y sudor en su cuerpo, un calor intenso lo asfixiaba y se quitó de golpe la bufanda. No tenía otra opción más que quedarse afuera, la maestra Tsunade de ciencias naturales era demasiado estricta con el horario de clases.

Se sintió algo tonto por hacerse quedado dormido de más, cosa que casi nunca le pasaba. Lo único que podía hacer durante las dos horas en que duraba aquella clase, era perder el tiempo en la cafetería, deambular por la escuela o ir a la biblioteca. Hubiera preferido ir a esta última, no sólo porque le gustaran los libros, si no más bien para buscar un lugar caliente, pero no había tenido tiempo de desayunar por la mañana y su hambre era aún más fuerte que la necesidad de estar caliente por el tremendo frío que hacía. 

—Por qué soñé con él anoche... —pensaba Yamato para sus adentros mientras despeinaba su cabellera, tratando de recordar lo último que había pasado en aquel sueño, después de haberse quedado dormido por imaginar a Kinoe.

Cuando llegó a la cafetería, se calmó al ver que no fue el único que fue arrullado por el frío, había varios chicos esparcidos por todo el lugar perdiendo el tiempo en sus celulares y  con las cabezas recargadas sobre las mesas tratando de dormir un poco más. Aún no se acostumbraba completamente a moverse solo por la escuela, de echo, aún sentía que a veces las miradas se posaban sobre él, así que por dentro siempre caminaba nervioso, pero claro que por fuera aparentaba lo contrario. 

Pidió un café caliente y un bollo con carne y se detuvo unos segundos para observar en qué lugar sentarse. Cuando le daba una mirada al lugar, se dio cuenta que una persona le observaba a lo lejos, era Asuma. Ambos se miraron fijamente, con un semblante serio, ninguno de los dos apartaba la vista, hasta que Yamato no pudo soportarlo y soltó una pequeña risa. Asuma arqueó una ceja al ver aquella reacción. 

El castaño se acercó a él relajado y con seguridad, el día anterior ya había comido con él y los demás chicos de su clase; desde que sucedió lo de Kakashi, su grupo se había encariñado con Yamato debido a que él era su canal de comunicación para saber cómo se encontraba el peliplata. 

—El niño bonito llegó tarde —dijo Asuma en cuanto Yamato se sentó junto de él.

—Me alagan tus comentarios amigo Asuma —contestó Yamato, quien empezó a tomar de su café.

—Me sorprende que hayas traído tan deprisa al tonto de Kakashi

Las pupilas de Yamato se alertaron al escuchar aquel nombre,  como una ráfaga recordó el sueño extraño que había tenido por la noche y el mismo que lo había hecho llegar tarde: se encontraba enfrente del peliplata, quien tenía el rostro lleno de lágrimas, pero por más que Yamato quería acercarse a él, el cuerpo del peliplata se alejaba con cada paso que daba, hasta que caía en un recorrido infinito por alcanzarlo. 

—¿Si ha venido?...

—Le vi unos instantes por la ventanilla del salón, antes de que me cerrara la puerta Jiraya.

Hubo un silencio corto en lo que Yamato mordía de su desayuno.

—Es algo incómodo... —continuó Asuma

—¿qué cosa?

—Es como si de la nada quisieras volverte más amable con él

—¿No se supone que así debería ser siempre?

Asuma se rió— es verdad, pero ahora no puedo molestarlo de la misma manera que antes, con lo que le pasó a su padre, uno debe tener mucho más cuidado con lo que dice...

Yamato dio un bocado más antes de decir algo, masticaba pensativo.

—Kakashi podría malinterpretarlo...

—¿A qué te refieres? —preguntó Asuma

—Lo que uno menos quiere es que los demás te consideren débil o frágil

—Es complicado...Anko ayer decía que no debíamos dejarlo solo...y no es como si me sintiera obligado, pero no sé como lo tomará él después de que algunas veces nos peleábamos, no quiero verme como alguien falso

—No creo que él lo vea de esa forma. Estoy seguro de que Kakashi considera un gran detalle que todos estén con él, incluso antes de que pasara lo de Sakumo —Yamato le sonrió a Asuma— no tienes que cambiar el cómo eres,  Kakashi en verdad te aprecia.

Asuma sonrió levemente cabizbajo, le molestaba un poco que un chico menor que él hablara de esa forma tan madura, le sonaba un poco egocéntrico pero tenía mucha razón en lo que decía. Era gracioso porque parecía que Yamato no hablaba así para impresionar, sino que realmente le salía de adentro, y fue precisamente eso lo que más le calaba a Asuma, lo transparente que era con sus pensamientos Yamato.

—Eres todo lo contrario a él niño —dijo Asuma levantándose de la mesa, así terminó con aquella conversación y se retiró— nos vemos luego.

A Yamato le pareció extraño que se fuera tan repentinamente Asuma, ni siquiera tuvo tiempo de decirle adiós porque este último empezó a caminar de la nada.  Suspiró, se quedó observando un momento el vapor tibio que salía de su café, su mirada se perdió en ello mientras pensaba en el peliplata y el día anterior, había sentido un peso extraño en la despedida de Kakashi.

Terminó de desayunar y aún le quedaba una hora libre, así que decidió ir a la biblioteca. Caminaba por los pasillos y cuando dio vuelta en uno de ellos, a lo lejos vio que Kakashi e Iruka se encontraban platicando, parecía que se habían topado sin querer frente a los baños. Por unos segundos pensó en regresarse, pero era demasiado tarde y el peliplata lo había alcanzado a ver, si se escondía iba a verse muy tonto y por eso siguió caminando en dirección a ellos. A fuerzas tenía que pasarlos porque la biblioteca se encontraba pasando los baños, no tenía otra opción.

Casi inmediatamente de que Kakashi viera a Yamato aproximándose, detuvo su plática con Iruka y entre dientes dijo "eso era todo" y se apartó, subió unas escaleras cercanas que daban al piso donde estaba su salón y desapareció.

Yamato vio aquella escena extraña, estaba muy nervioso de atravesarse entre ellos dos,  pero en cuanto vio que Kakashi se apartaba, su nerviosismo se calmó. Llegó hasta donde Iruka y se detuvo a preguntarle lo que había pasado.

—Él iba saliendo del baño y justo yo iba a entrar, pensé que me ignoraría, pero se detuvo justo enfrente mio ...Me ha dicho que ya había olvidado lo de Kurimi, que no tenía problema en que nos viera a ella y a mi juntos.

—Ya veo...

Yamato sabía que Kakashi por dentro estaba sufriendo demasiado, que posiblemente la razón por la que decidió decirle eso a Iruka fuera para que él no llegase a sentir lástima por él. Se sintió frustrado, enojado con el peliplata, que estuviera fingiendo que aquello no le afectaba solo le causaría más dolor. Bajó la cabeza y apretó los puños, se sentía inútil e impotente por no poder ayudarlo más. 

—No la traigas Iruka... —dijo Yamato mientras continuaba caminando hacía la biblioteca, dejando atrás a Iruka, no tenía ganas de entablar conversación con su amigo en esos momentos. 





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