Aquella mañana, Yamato no había sido el único que se había sentido extraño. Kakashi también parecía estar pensando en muchas cosas, entre ellas, el por qué le resultaba difícil sacarse de la cabeza a Yamato últimamente. Cuando Yamato tomó de él en la plaza, sintió miedo por unos segundos; el miedo de no saber qué hacer o cómo reaccionar mientras otros te están viendo. Pero al sentir la mano de Yamato que le tomaba con fuerza, también se sintió rescatado. La verdad es que quería desaparecer de aquel lugar lo más rápido posible, no por tener que ver a Kurimi, era más bien que se sentía humillado frente a Asuma y los demás, al ver que Kurimi lo había cambiando por alguien más joven y de la misma escuela.
Lo que le faltó decirle a Yamato fue precisamente eso, que lo había rescatado, pero no lo dijo porque no quería que el castaño se preocupara más. Mientras caminaban de regreso a con los demás, Kakashi percibía un cosquilleo en su mano, como si se hubiese quedado impregnada la sensación de la mano de Yamato.
Su cabeza era un lio, un sin fin de pensamientos se le atravesaban en ese momento. Quería dejar ir a Kurimi, olvidarse de ella por completo, quería llegar a casa y volver a ver a su padre, quería que Yamato no se fuera, seguir caminando con él sin algún rumbo solo para sentir la presencia de alguien con quien realmente se sentía cómodo. Fueron unos cuantos segundos después de que se despidieron, que toda aquella desesperación salió del cuerpo de Kakashi en un grito. Había pensado también, en que no volvería a arrepentirse de no haber pasado tiempo con las personas que apreciaba. Después de volver a recordar la imagen de su padre la última vez que le vio sonreír en la televisión, se dio la vuelta para gritar el nombre de Yamato en medio de todas las personas que caminaban en ese momento en la plaza. Un grito que parecía tener vida propia y que logró esquivar la barrera de los cuerpos que se le atravesaban hasta llegar al castaño. Nunca hubiese imaginado que su amigo sentiría la misma alegría que él en ese momento.
...
Después de unos minutos caminando por la plaza, Kakashi encontró nuevamente a sus amigos. Los saludó de lejos, estaban en una tienda de videojuegos; Anko parecía muy entretenida en uno de carreras junto con Gai y Kurenai, en cambio Asuma solo se limitaba a observarlos. Kakashi se acercó a un lado de él, Asuma le miró relajado y sonrió cabizbajo.
-Sabía que estarían aquí -dijo el peliplata
-Cuida de Yamato idiota -le mencionó Asuma mientras miraba a sus amigos jugar.
-¿Qué? -contestó Kakashi sin comprender del todo a que venía tal comentario.
Asuma soltó una pequeña sonrisa, él más que nadie analizaba detenidamente a las demás personas y por la actitud que aquellos dos habían estado tomando sospechaba de algo que los demás, ni siquiera el propio Kakashi, sospecharían.
-Lo de Kurimi a nosotros no nos interesa, mira a Gai, seguramente ya lo olvidó -continuó Asuma señalando con la mirada a Gai que estaba muy concentrado en ganar la carrera- y Anko ni siquiera se ha dado cuenta
Kakashi bajó la mirada sonriendo- gracias
-De todas formas tengo otras mejores cosas con las cuales molestarte
Kakashi soltó un risa, mientras Asuma se acercaba a con los demás, jalando del cuerpo de Gai y haciéndolo a un lado para ocupar su lugar en la carrera- hazte a un lado, te mostraré como se juega esto -dijo Asuma son su aire de superioridad.
Desde aquel lugar en donde se encontraba, Kakashi, viendo a sus amigos divertirse, se sentía reconfortado. Muy pocas veces tomaba fotografías, pero aquel momento quería guardarlo. Sacó su celular y tomó la fotografía sin que los demás se diesen cuenta, la observó unos segundos y sonrió. El sentimiento de enviársela a Yamato surgió de repente, como aquel cosquilleo que había sentido momentos antes, un cosquilleo del cual quería deshacerse. Entró a su chat de whatsapp, abrió la opción de enviar imagen, pero justo antes de hacerlo se detuvo.
-¿Por qué hago esto? -se preguntó Kakashi internamente, y simplemente bloqueó su celular. Se acercó a sus amigos y todo aquel día se la pasó con ellos, con el pensamiento de que al próximo día vería a Yamato.
...
El peliplata esperó todo el día para mandarle un mensaje a su amigo, sabía que trabajaba y que lo más probable era que llegase tarde. Mientras Kakashi estaba en su casa, Yamato acababa de salir del trabajo cuando escuchó que su celular vibraba, pero como iba caminando no revisó los mensajes, siempre esperaba llegar a su casa para verlos.
Regularmente le tomaba quince minutos llegar, pero a medio camino se detuvo. Quizá había sido la noche o el cansancio, pero Yamato hubiese jurado ver a un chico con las mismas facciones que Kinoe, llevaba el pelo medio largo y negro, su piel era blanca y estaba por entrar a una tienda del otro lado de la calle. Las pupilas de Yamato se contrajeron, el sonido desapareció para él, cruzó a la otra banqueta con algo de prisa sin poner atención en los autos que pasaban, entró a la tienda y siguió a aquella persona. Cuando estaba a pocos metros de él, por detrás suyo, aquel chico se dio la vuelta y Yamato se percató de que su rostro no se parecía en nada al de Kinoe. Se había quedado pasmado y sorprendido, tanto que el otro chico le preguntó si todo estaba bien. Yamato asintió un poco apenado, solo le quedó observar como aquel joven se alejaba poco a poco por los pasillos del lugar.
Yamato sacudió su cabeza y salió de la tienda tratando de ocultar su rostro por la vergüenza de haber entrado tan de repente y sin haber comprado nada.
Era una noche despejada y fresca, con esos ligeros soplidos del viento que luego traen recuerdos; aquel día no pudo haber sido más melancólico para Yamato. Mientras seguía caminando hacía su casa, no podía dejar de pensar en Kinoe. No podía entender el por qué eran más frecuentes aquellas imágenes, aquellos recuerdos que nacían de la nada en cualquier lugar.
Llegó a casa y dejó sus cosas en la entrada, tenía mucha pereza de cargarlas hasta su habitación. No había cenado pero el hambre y las ganas de comer se le habían matado con lo que acababa de pasar. Entró al baño de su habitación y se restregó con agua fría el rostro, luego se miró al espejo por unos segundos.
-Eres patético Yamato... -se dijo a si mismo enfrente de su reflejo. No tenía ánimos para nada, así que después de lavarse los dientes se fue a recostar a su cama. Solo por la pura costumbre prendió su celular y fue ahí que vio de quien eran los mensajes que había recibido, era Kakashi. Hasta ese momento había recordado que habían quedado de verse el día de mañana. Incluso siendo Kakashi, en ese momento se le pasó por la cabeza cancelarle, se sentía bastante deprimido. Lo único que quería, era un cuerpo a un lado suyo, aquella noche ansiaba recordar de nuevo a Kinoe, era una noche de esas que el cuerpo busca el calor de alguien más, muy de vez en cuando se sentía así, pero esta vez estaba más desesperado, más vacío.
Yamato terminó de enviar aquel mensaje, esperando a que el peliplata decidiera aparecerse de la nada en su casa aquella noche. Hizo a un lado su celular y se recostó boca arriba, observando el techo de su habitación. Cerró los ojos.
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Two boys
Hayran KurguEn el último año de preparatoria de Kakashi, su padre decide suicidarse. Yamato, su mejor amigo de la infancia, llega de nuevo a su vida para evitar que caiga en una fuerte depresión.