CAPÍTULO 25.Detrás de su sonrisa

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-Su piel es tan cálida que quiero tocarlo -pensaba el peliplata a medida que aquel beso que los unía avanzaba. Los movimientos de Yamato eran más suaves, sus labios apenas y se rosaban y parecía que poco a poco se fuese quedando sin fuerza. Pero  era esa debilidad la que atrapaba más al peliplata, sentía el cuerpo relajado y por primera vez su cuerpo n estaba tenso estando cerca de él. 

Fue así como de un momento a otro, Kakashi fue acomodando su cuerpo hasta estar encima del castaño. Ni siquiera él se dio cuenta de lo rápido que iban las cosas. Esta vez se acercaba a él sin  miedo, todo lo contrario, se sentía demasiado seguro y hasta cierto punto, superior. 

El cuerpo de Yamato ardía, su sudor le humedecía los cabellos que sobresalían por encima de sus orejas y eso lo hacía lucir aún más agotado y vulnerable. Kakashi podía sentir aquel calor mientras pasaba una de sus manos en su mejilla, estaba siendo atrapado por aquel cuerpo que expulsaba cierta esencia que lo alejaba de su estado racional, Kakashi no pensaba en ese momento, simplemente se estaba dejando llevar por los impulsos de su propio cuerpo, sin embargo, un susurro  detuvo sus labios de golpe y lo apartó de aquel estado de ensueño. 

-Kinoe... -aquel nombre salió de la boca de Yamato en un sonido demasiado débil.

Kakashi abrió los ojos y separó un  poco su cuerpo del de Yamato, quien tenía las mejillas completamente rojas por el alcohol que aún no se le bajaba por completo y por el calor del cuerpo del peliplata. Sus ojos no podía abrirlos porque le faltaban fuerzas, pero de ellos comenzaban a brotar unas cuantas lágrimas que se escurrieron hasta las sábanas. 

Kakashi se asustó. Nunca imaginó verlo de tal manera. Era la primera vez que le parecía ver a Yamato sufrir.  Pero en cuanto el castaño abrió los ojos, Kakashi comprendió todo y se inmutó al ver aquella mirada vacía y gris que tenía frente suyo. Parecía como si las pupilas de Yamato   hubiesen desaparecido y fundido en un color gris y sin brillo. Como la persona que no está presente y deja que su mirada lo pierda en el tiempo, alejándolo de la realidad. 

En cuanto Yamato se dio cuenta de que estaba siendo observado, se llevó un brazo al rostro para esconderse. Se sentía demasiado nefasto  y ni él mismo creía lo que acababa de decir frente a Kakashi, la persona con quien intentaba crear un vínculo. 

-Lo siento -dijo Yamato apretando los dientes. Sabía que había cometido un error, pero entre el alcohol y las caricias del peliplata, no pudo evitar relacionar esa sensación como cuando  estaba con Kinoe. Ese hombre que no le daba miedo tocar y usar su cuerpo como quisiera, se había reprimido tanto tiempo que entre el mareo y el calor, había dejado su cuerpo rendido, dejando que Kakashi hiciera con él lo que quisiera. Es por eso que la sensación que tuvo tiempo atrás, le pareció la misma.  Pero al percatarse de que ese cuerpo se  trataba del de Kakashi, sus lagrimas comenzaron a brotar. No merecía a alguien así, él no merecía el amor de alguien más después del error que había cometido. Eso era lo que Yamato pensaba. Aquella culpa seguía enterrada en su interior como una maldición que le impedía vivir pleno. 

Yamato quería irse pero no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo y entonces,  sonrío. Pensó que con eso terminaría con todo y Kakashi se sentiría ofendido. Quería que el peliplata lo corriera o lo golpeara, algo que terminara con esa relación que apenas comenzaba pero que para él no tenía futuro. 

En cuanto Kakashi vio aquella falsa sonrisa se sintió furioso, pero no de la forma en que Yamato hubiese esperado.  Estaba harto de verlo fingir, de siempre verlo con esa sonrisa que le servía como coraza para ocultar lo que sufría.  Estaba harto de que no le dijera la verdad y que cargara con tantas cosas él solo, como si él no pudiese ayudarlo.  No lo soportó más, sus manos, que para ese momento ya estaban bastante tensas apretando con fuerza la sábanas, pasaron de golpe a apartar el brazo que Yamato utilizaba para cubrir su rostro y posteriormente  empujar de sus hombros, hundiendo con algo de brusquedad el cuerpo de este en la cama.

-¡Idiota! -le gritó Kakashi, haciendo que el castaño abriera de golpe sus ojos, impresionados de tan repentina brusquedad.  Era la primera vez que Yamato veía tan furioso al peliplata. Fue un momento donde los dos estaban tan tensos que cada uno podía sentir los latidos del otro. 

Yamato no sabía que esperar, se había quedado en blanco, pero de pronto, unas gotas comenzaron a caer en su rostro desde arriba, lo cual le hizo darse cuenta de que Kakashi lloraba. Poco a poco el peliplata fue cayendo encima del cuerpo de Yamato rendido, su furia desapareció en un segundo y la contuvo en un abrazo que envolvió al castaño. 

-idiota...deja de cargar con todo tu solo -susurró entre cortado el peliplata. 

Ninguno de los dos podía verse por la posición contraria en que se encontraban sus rostros. Pero no fue eso lo que hizo que Yamato dejara salir más lagrimas, fueron esas ultimas palabras que habían rosado uno de sus oídos lo que lo ocasionó. No era lo que esperaba escuchar ¿Acaso Kakashi había descubierto que mentía? Hubiese creído que Kakashi desaparecería, que se iría de inmediato y lo dejaría solo, pero no fue así- soy patético -pensó en ese momento Yamato.

-Han pasado muchas cosas desde la secundaria y a decir verdad no te conozco...incluso a veces me das miedo. Pero me equivoqué al pensar que eras demasiado fuerte -decía Kakashi mientras apretaba los dientes y apoyaba con más fuerza su cabeza contra la cama, a un costado de la de Yamato- sé que no puedo sanarte y mucho menos suplir la presencia de alguien, pero... sea cual sea la razón de tu dolor, de ahora en adelante, compártela conmigo...

Yamato no podía más, sus lagrimas brotaban incontrolablemente. No podía decir palabra alguna  y su mirada que se mantenía puesta en el techo, se vio interrumpida nuevamente por el rostro del peliplata, quien con los ojos humedecidos y el cabello algo alborotado, sonreía. Aquella sonrisa dejó perplejo al castaño, era tan pura que le pareció estar en un sueño y se le iluminaron las pupilas, como si un niño viese magia. Luego recordó que tenía la cara llena de lágrimas y se sonrojo porque Kakashi lo estuviese viendo de aquella forma tan patética, Desvió la mirada. 

-Yamato -lo llamó la voz suave de Kakashi para que regresara la vista a él. Pero el castaño estaba tan apenado que no lo hizo- Yamato -llamó una vez más.

Finalmente, el castaño no tuvo más remedio que regresar su mirada al frente y enseguida volvió a sentir los labios de Kakashi. Ahora era él quien comenzó a sentir aquella calidez que le invadía y recorría poco a poco su cuerpo. Aquel beso conectaba con todos sus nervios y fue instantáneo el deseo de volver a sentir que Kakashi se apoderaba de él. No podía más con aquel calor. 

-Sigue tocándome Kakashi... -dijo  en voz baja Yamato, como si de una súplica se tratara.

Y por primera vez, Kakashi se dejó llevar por el momento y se olvidó de todo. Estaba actuando con la misma seguridad como si se acercara a una chica, pero claro que estaba consiente de que con quien estaba ahora, era un chico. Poco a poco, las manos de Kakashi fueron colándose entre las ropas de Yamato para tener contacto directamente con la piel de su pecho y su abdomen. 

Yamato se estremecía con cada caricia de Kakashi, pero al mismo tiempo lo arrullaban, era tanto el cansancio que sentía, que las caricias eran con un masaje que lo relajaba aun más y no se percató del momento en que se quedó dormido. En cuanto los labios del castaño dejaron de moverse, Kakashi abrió los ojos y miró a Yamato caído de sueño.

Kakashi rio, no imagino que eso fuese a pasar, pero era de esperar que Yamato estuviese agotado después de su primera vez tomando alcohol. El peliplata se levantó delicadamente sin hacer muchos movimientos y lo más sigiloso que pudo para no despertar al castaño. Sacó una sabana de su armario y la puso encima del cuerpo que dormía ya profundamente.  No quería molestarlo viéndolo de aquella forma y mejor bajó para dormir en el sillón de su sala. 

Pero antes de echarse a dormir, se le cruzó de reojo el altar de su padre que estaba al fondo. Lo volteó a ver unos segundos, pensando. 

- Ahora entiendo a las personas como tu padre, ¿Qué tanta tristeza cargabas detrás de esa sonrisa?....no lo comprendo, pero no quiero perderlo a él tampoco...


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