La Tormenta

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Sentía desfallecer, por más que caminaba sus pies no le permitían llegar a ningún lado, la desesperación comenzaba a invadirla y un fuerte dolor en su vientre la hacía encorvarse por instantes, con mucho esfuerzo y trabajo logro abordar un taxi y darle su dirección para ir a casa.

No volteo atrás en ningún momento, en aquella plaza se había queda la mitad de su vida, la mitad de su alma y todo su corazón, ella amaba a Draco Malfoy por sobre todas las cosas, se había entregado a ese hombre por amor verdadero, creía haber encontrado entre sus brazos el refugio perfecto para vencer sus miedos, pero hoy, todo eso no significaba nada y el miedo estaba con ella de nuevo, en el momento más importante de su relación, justo cuando más lo necesitaba el simplemente le cerraba la puerta en la cara, era lógico, ella solo era una aventura más en la vida de aquel rubio, muy a pesar de los te amos que el chico alguna vez le dedico.

Mientras subía las escaleras hacia su departamento, el sudor frio seguía recorriendo su cuerpo y la punzada en su vientre se hacía más fuerte, trataba de tranquilizarse respirando profundo pero el dolor físico y emocional la estaba partiendo por la mitad.

La castaña casi arrastrándose tocaba incansablemente la puerta de Ginny sin recibir alguna respuesta, no había nadie, pero claro, todos tenían una vida, no era ella el centro del mundo, no era nadie en ese momento.

Un grito desgarrador se escucho y la castaña cayó al suelo, un hilo de sangre comenzaba a bajar por sus piernas, el color carmesí comenzaba a cubrir su ropa.

—     Mi hijo, no por favor, mi hijo, ayuda, por favor— imploraba en un mar de lagrimas, el dolor era intolerable cada vez que trataba de ponerse de pie sentía que algo dentro de ella se desprendía.

—     Por favor ayuda— el llanto era amargo y doloroso

Inhalaba y exhalaba como queriendo absorber el dolor, musitaba por lo bajito y entre sus cosas por fin encontró su teléfono.

—     Emergencias, en que puedo ayudarle

—     Señorita, por favor, necesito una ambulancia, estoy embarazada y me estoy desangrando-

La ambulancia llego diez minutos después, fueron los minutos más largos que pudieron pasar, pero no estaba dispuesta a perder la conciencia, tenía que mantenerse fuerte, ella y su hijito eran lo único que se tenían en el mundo.

Ya en el hospital todo se ponía borroso, no tenía fuerza en sus brazos o piernas, sentía como iba en movimiento, pero no entienda bien como, parecía flotar, algunos tubos se movían por sobre de ella y muchas voces se escuchaban unas tan cerca y otras tan lejos.

—     Intentaremos estabilizarla, ha perdido mucha sangre, haremos todo lo posible, pero si no funciona, no tendremos alternativa que practicar un legrado-

Legrado, esa palabra fue clara y contundente.

—     No por favor, Doctor, mi hijo no, sálvelo — era un clamor desesperado, ella había conseguido fuerzas y trataba de erguirse sobre la camilla en la que era empujada por los pasillos del hospital

—     Tranquila Señora, haremos todo lo posible, si quiere salvar a su bebe por favor relájese —

Habían pasado ya dos horas desde que la castaña había ingresado a urgencias, ciertamente la sala de espera aun cuando estaba llena, nadie preguntaba por ella, estaba ahí, con la vida de sus hijo escapándose de sus manos y no había ni una sola persona más en el mundo que estuviera a su lado, acaso era una persona tan despreciable que no se le concedía ni la mas mínima compañía, quizá había hecho algo muy grave en algún momento y era hora de pagar, de pagar en vida las consecuencia de sus errores, se odiaba a si misma por ser tan débil, por no poder defender la vida que dependía de ella, se odiaba a si misma por estar en ese lugar en ese preciso momento, se odiaba a si misma simplemente por haber nacido.

En un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora