Dramione II

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Su mente regreso a la tarde anterior, que tarde la que había pasado, se sentía tan plena como mujer, había sido la mejor experiencia de su vida, el solo pensar en cómo las manos del rubio habían recorrido su ser la hacía estremecer.

-Te ves muy feliz-

-Solo recordaba-

-¿Qué cosa?- le decía al mismo que se acuclillaba frente a ella

-No te voy a decir, me da pena- dijo sonroja y ocultando su rostro entre sus manos

El rubio poso sus manos en la cadera de la chica, las subió lentamente apreciando cada parte de su anatomía, le descubrió la cara y se levanto para besarla, era un beso dulce pero apasionado, ansioso de poseerla de nuevo, la tomo entre sus brazos y la llevo hasta la habitación, sin dejar de besarla, se tiro sobre la cama con ella y comenzó su noche.

-Draco…yo…espera…-

-¿Qué pasa Hermione, no quieres hacer el amor conmigo?-

-No, bueno si…Draco….yo, no quiero que pienses mal de mí-

-¿Yooo?, pensar mal de ti, al contrario princesa, eres hermosa, me encantas, te deseo, quiero amarte, si tú me dejas-

Ella no dijo nada, ella también lo quería, ese hombre era fantástico y la hacía sentir como nadie más en la vida; amada, correspondió el beso de aquel rubio para hacerle saber que estaba bien, sería de él.

Se levanto un poco apoyando sus manos sobre la cama a los costados de la castaña, la amo con la mirada, era tan hermosa, y solo de él; comenzó a besar su cuello, bajo el tirante de su blusa, beso sus hombros, sus brazos, regreso a su boca, mordió un poco su oreja, le saco la blusa dejando al descubierto su sostén de encaje negro, se quito la camisa para estar más en contacto con su piel suave y blanca, necesitaba sentirla, llenarse de ella como si no hubiera mañana.

Lentamente la despojo de su pantalón, su pantaleta era el juego perfecto para el sostén, su deseo aumento más, no podía ignorar lo que su miembro le pedía ya entre su ropa, pero quería esperar, quería disfrutarla a ella, motivarla con el mejor placer de la vida; el amor.

Con su boca le quieto la ropa interior, beso, acaricio y lamio sus senos, como niño recién nacido se pego a uno de ellos dando pequeños mordiscos, mientras pellizcaba el otro, jamás había imaginado que alguien pudiera ser tan perfecta como ella, continuaba con su idilio, saboreando cada centímetro de piel, se sentía estallar con oler su esencia de jazmín, no podía esperar más, necesitaba entrar en ella, no sin antes regalarle un orgasmo; se dirigió hasta sus piernas, comenzó a besar sus muslos, apretó sus caderas y bajo hasta su sexo, comenzó a lamerlo y a succionarlo, lo acariciaba con sus dedos, delineaba cada parte de ella como queriendo memorizarla.

-Draco- susurro ella apenas audible mientras retorcía sus manos entre la cama, su cuerpo esta maravillado cada toque de sus manos y su lengua le provocaban un choque eléctrico que la recorría de los pies a la cabeza, como se había perdido algo tan maravilloso durante toda su vida, el era delicioso, su cuerpo era perfecto y marcado, brazos fuertes pero caricias delicadas, su cabello rubio alborotado por el movimiento y esos ojos grises la hacían enloquecer, gritaba y gemía como nunca pensó que ella lo haría, subía y bajaba al cielo con cada contracción que su cuerpo experimentaba por el placer.

Mil emociones estallaron cuando ella alcanzo el clímax, sin esperar más la embistió de un golpe para disfrutar de la humedad de su pareja, con movimientos rápidos y constantes la hacía suya, apretaba su cuerpo, sus brazos, su cadera, sus glúteos, tenía todo ese esplendor solo para él, la elevo un poco para alcanzar más profundidad y llegaron juntos el orgasmo, ambos gimieron y el cayo sobre el cuerpo de la castaña, ambos jadeaban mientras su cuerpo se inundaban el uno del otro.

En un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora