La cama se tambaleaba, las manos de Verónica se sujetaban a la cabecera y Elías se mecía sobre ella. La joven gemia al igual que él y ambos terminaron. En el buro al lado del colchón un teléfono móvil vibraba continuamente.
—Ay, Elías —decía ella complacida, mientras que él, apenas terminó se sentó en el colchón con una expresión de odio.
Ella lo miró y confundida se sentó en la cama quitando su mechón del rostro. Extrañada le tocó el hombro a Elías y el fríamente quitó la mano de la joven.
—¿No vas a contestar?—.
—No, no tiene caso. No quiero saber nada de nadie— él dejo que el teléfono siguiera sonando—, nisiquiera sé porque seguimos haciendo esto ¡Está mal! —.
—Elías —ella le llamó y se sentó a su costado cubriendo su desnudez con la sabana—, no hacemos nada malo. Nos hacemos compañía—ella dejó caer una lagrima—. Nos hace falta a ambos—.
El dejó caer una lagrima a duras penas, pero decidió levantarse y salir de la recamara. Verónica se levantó y fue tras él mientras que la llamada de Julieta en el móvil de Elías pasó a perderse.
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Julieta al lado del punto en donde quedó de verse con su prima estaba sufriendo de frío. Tallando sus brazos miraba a los costados con preocupación y volvió a llamar a Elías. El número sonó un par de veces y después fue el buzón de voz quien la atendió.
—¡Elías! Llámame cuando puedas, es urgente. Creo saber que sucedió con Carmen, ellos están detrás de todo esto ¡El intendente es la clave!— su celular se inmundo.
Confundida revisó su teléfono, se había quedado sin señal. Oprimiendo botones se percató de que no había forma de que salieran llamadas nuevamente y escribió un texto a su prima.
—¿En donde estas? ¡Te estoy esperando! —tecleo y esperó. El mensaje de texto no se enviaba.
Esperaba con ansias mientras las ráfagas heladas provenientes del bosque la azotaban. Ella no quería estar ahí, deseaba irse a casa, pero la verdad siempre estaba primero. Y esperaría toda la noche si fuese necesario para sacar a la luz lo que ella creía le pasó a Carmen.
—¡Estúpida señal!— renegó.
A sus espaldas, se escucharon las hojas secas del otoño crujir al ser pisoteadas. Julieta volteo enseguida con temor, alguien estaba por ahí.
—¿Hola? —cuestionó.
Algo comenzó a moverse entre los arbustos y ella se acercó. Pensaba que podía ser su prima, escondida temiendo que alguien la siguiera. Pero no fue así, una silueta negra se asomo entre las ramas y se abalanzó sobre ella en un grito.
Capítulo XIV
"Malas Decisiones"Sebastián Cuellar caminaba por un pasillo oscuro dentro del Hospital Psiquiátrico atendiendo una llamada en su teléfono móvil.
—Si, Horacio— dijo y tocio los ojos —. Lamento mucho lo que le sucedió a Patricia y a Samuel. Pero en este momento no me es posible ayudarlos—.
Mencionó y se detuvo en seco, un grupo de hombres de traje negro estaban mirando a Christian a través del cristal de su habitación. El consejero guardó el teléfono dejando a Horacio hablar solo antes de colgar.
—¿Quiénes son ustedes? —.
—Somos del Asilo Black a las afueras. Vinimos por el chico —.
—¿Vinieron? El no se va a ir de aquí —.
—Tienen una orden. Lo van a tratar con choques eléctricos — comentó el Dr en turno no tan conforme, tenía una hoja firmada en una tabla.
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MONSTRUO®
Mystery / ThrillerPueblo Escondido era un lugar pintoresco, una fantasía. Los habitantes hacían campamentos, fogatas y reuniones cada fin de semana en las inmediaciones del bosque. Todos eran felices hasta el día en que todo ocurrió. Corría el primero de Diciembre cu...