Elías iba a gran velocidad entre los arbustos del bosque, detrás de él, Verónica y Manuel apenas le podían seguir el paso. Elías siempre había sido muy atlético, lo que desencadenaba su gran velocidad y habilidad para ir entre tanto obstáculo sin problema.
—¡Esperanos!—gritaba Verónica.
—Si, ¿Porqué tanta prisa?—.
—Ese tipo de la estación—argumentó deteniéndose un instante—. Mi tío me dijo que sabe algo, seguro sabe dónde está Carmen ¡Tenemos que llegar a la estación o la única pista que pudiera ayudarnos a encontrarla se irá!—.
Y así, Elías prosiguió su trayecto con sus amigos detrás. A lo lejos, por la carretera se podían apreciar tanto la patrulla del Sheriff como la camioneta a todo terreno de Gilberto Zarco, las cuales se dirigían a la estación. Más allá, unos metros arriba, sobre una colina, Christian los miraba alejarse, sin ningún tipo de interés se internó en el bosque.
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Ángel David despertó encontrándose en un sitio lleno de color naranja intenso. Habia caído inconsciente y ahora se encontraba solo. El humo estaba abollado en el techo, lo noto al levantar la vista. Más allá de los barrotes, las llamas se acercaban de una manera amenazante en dirección a su celda.
—¡Auxilio!—gritó llegando a los barrotes.
A lo lejos, detrás del escritorio podía ver las piernas de Rubén, quien había sido atacado. A su lado, la celda en donde estaba el sujeto misterioso estaba completamente vacía, se había ido.
—¡Hijo de perra!—.
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Patricia Talamantes y Samuel Jiménez miraban el suceso desde fuera de la iglesia condicionados, al igual que el resto de los presentes a sus espaldas. Apenas podían creer lo ocurrido.
—¿Como sucede algo así?—cuestionó él.
—Tengo que saber lo que está pasando—Patricia caminó a su automóvil.
—Patricia—la llamó él dando algunos pasos.
—Te veo en la escuela—anunció, subió a su vehículo y se marchó. Samuel se quedó ahí a la espera de lo que se fuera a solucionar.
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Los primeros en llegar fueron los chicos, su travesía entre toda esa maleza les había ahorrado algo de tiempo dejando atrás a los policías. Al estar frente a la estación en llamas, se detuvieron. Elías miraba el siniestro de arriba abajo pensando en como adentrarse en el lugar.
—Tengo que entrar—anunció.
—¿Estás loco? ¡Las llamas lo consumen todo!—dijo Manuel limpiando sus lentes.
—Sé que quieres saber qué pasó con Carmen, Elías—ella le agarró las manos—. Pero es muy riesgoso, el Sheriff viene en camino—.
—Diganles que estoy adentro—el chico se soltó y corrió a la parte trasera de la estación.
—¡No! ¡Elías!—gritó ella mirándolo entrar.
Elías llegó a la puerta trasera, la cual estaba abierta de par en par. El chico se quitó la camisa quedando en playera de tirantes. Su camisa le serviría de protección para ni aspirar humo.
—¡Hola!—gritaba escurriendose entre pilares en llamas.
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La patrulla y la camioneta de Gilberto llegaron enseguida. El sitio era devorado por las llamas, apenas el anticuario miró a Verónica y a Manuel, no pudo evitar llegar a ellos.
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MONSTRUO®
Mistério / SuspensePueblo Escondido era un lugar pintoresco, una fantasía. Los habitantes hacían campamentos, fogatas y reuniones cada fin de semana en las inmediaciones del bosque. Todos eran felices hasta el día en que todo ocurrió. Corría el primero de Diciembre cu...