Capítulo XIII: "La Bestia"

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Ezequiel Lora y Gabriel Cárdenas bebían frente a una camioneta en las inmediaciones del bosque a media noche. Compartían una botella de tequila y reían.

-Hugo es un idiota- bufo Ezequiel, un hombre calvo que llevaba una gorra roja. Su camisa de cuadros blancos y rojos encima de una playera de tirantes blanca. Llevaba un pantalón de mezclilla.

-Lo mismo le dije al muy bastardo- añadió Gabriel-. No sé qué idiotez hizo ahora, pero ya le dije que no lo vamos a cubrir -.

-¿Crees que haya hecho lo mismo que el año pasado? -.

-Es un pervertido- dijo Gabriel y dio un trago -, ahora mismo debe estar acosando desde la ventana a una de esas chicas del colegio- río.

-Cada quien las de su edad- dijo Ezequiel-. Yo iré más tarde al Coyote y me voy a traer a Rita. Voy a hacérselo en ese árbol de allá - alzó la botella.

-¡Salud por eso! - dijo Gabriel-. Y por las tetas de Rita- ambos rieron haciendo ademanes con las mano en alucion a los pechos de Rita.

Todo era diversión para ambos hasta que un sonido se escucho a lo lejos. Ese singular ruido que hacen las hojas secas al ser pisadas por alguien. Ambos se quedaron en silencio y el más próximo a la camioneta, Gabriel, tomó su escopeta.

-Ezequiel- le hizo una seña hacia la caja de la camioneta y su amigo tomó otra arma.

-¿Un ciervo? -.

-Quizás - mencionó Gabriel dando algunos pasos hacia la maleza- ¡Cacemos a ese hijo de puta! -.

-Bien- Ezquiel lo siguió.

Ambos se metieron entre los arbustos a paso rápido. Gabriel estaba más que emocionado de cazar a esas horas y embriagarse comiendo una buena pierna de venado.

-¡Está por allá! - gritó y se adelantó - ¡Lo tengo! -.

-¡Espérame, no tan rápido! - gritó Ezequiel tratando de llevarle el paso.

-¡Lo tengo! - corrió a un grupo de arbustos y entonces sucedió.

Algo colosal, una espantosa y enorme figura nunca antes vista embistió a Gabriel mientras que Ezequiel miraba hacia arriba aterrorizado. Se quedó helado viendo como eso capturaba a su amigo y no hizo más que dejar caer la escopeta. Gabriel gritó un par de veces siendo arrastrado hacia los arbustos.

-¡Que carajo! -

Escuchando como lo que fuera venía de regreso tras callar a su amigo, salió corriendo a toda prisa de ahí. El pobre diablo iba sollozando mientras que torpemente trataba de alejarse.

-¡Mierda, mierda! - gemia mirando a atrás de vez en vez.

A lo lejos podía ver la luz de los faros de su camioneta que se asomaban por encima de una colina. Sin darse cuenta se habían alejado bastante en unos segundos, así que aceleró el paso. Detrás de él, los arbustos se sacudían, las hojas secas del suelo crujía y ese rugido ensordecedor se acercaba cada vez más.

-¡Ayúdenme! - gritaba.

Al pasar al lado de un ancho tallo de árbol, Ezequiel recibió un tremendo golpe en la cabeza. Alguien lo había sorprendido desde detrás del árbol, así que con ese golpe cayó al suelo y rodó unos metros.

-¡Ah, puta madre! - gritaba con la mano en un costado de la cabeza - ¿Qué pasa? ¿Quién anda ahí? -preguntaba en un grito.

Del costado de su cabeza corría sangre por el golpe. A gatas trataba de ver a su alrededor en un intento vano, el líquido vital entorpecia su vista.

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