Capítulo XV

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Pueblo Escondido había cambiado por completo. Ahora, no solo era la desaparición de Carmen, si no un par de homicidios más. La gente salía a las calles solamente a lo indispensable y se miraban unos a otros frunciendo el ceño. Nadie confiaba en nadie, todos escondían secretos.

Angel David iba en su vehículo en dirección a la biblioteca local en su automóvil. Estaba por girar cuando un par de patrullas le pasaron por el frente con los códigos encendidos, iban a toda velocidad.

—¿Y ahora qué? — renegó —, en este maldito pueblo siempre está pasando algo—.

Intrigado, decidió dejar de lado la emergencia y seguir hacia la biblioteca. Mientras que en las patrullas, los oficiales y el mismo Jaime iban a toda prisa hacia la residencia Colmenares. Donde se había reportado un hallazgo macabro.

Las unidades se detuvieron y los oficiales defendieron de ellas con armas en mano. A la cabeza iba Jaime. Completamente desesperado, quien a sí mismo se pedía que no fuera cierto.

—¡Todos adentro, ahora! ¡Revisen todo el perímetro! — gritaba señalando a donde fuera.

Con una patada entró a la residencia solo para hincarse mostrando impotencia ante dos cuerpos suspendidos que se balanceaban. Ambos, padre y madre estaban colgados de una viga de madera. El Sheriff se quedó ahí, completamente deshecho mirando la trágica escena.

—¡Oh, Dios! — dijo Helena y volvió a afuera.

Abdiel desde el marco de la puerta miraba perplejo como los padres de Carmen se habían suicidado. No habían soportado la presión de no encontrar a su hija.

Capítulo XV
"Nada es lo que parece"

Elías le mostró el buzón de voz a Arlene, quien estaba decidida a encontrar a su prima. Ambos se marcharon hacia la escuela en la bicicleta. Tenían que llegar cuanto antes, así que se apresuraron.

—¡Rápido, Elías! — pidió ella.

Avanzaron por toda la calle principal hasta la escuela. Apenas llegaron, Elías lanzó la bicicleta a un costado y así corriendo adentro de la institución.

—¡Elías, Hey! — lo saludo el pequeño Manuel acomodando sus anteojos—, ¿Todo bien? —.

—¡Hola, ayúdanos a encontrar al intendente! ¡Es importante! — le pidió Elías.

—No lo he visto, quizás Horacio sepa. Él está a cargo junto con el maestro Marcos ¿Porque lo necesitan? — cuestionó —. Hola— saludo a la chica apenado y se sonrojó.

—Él puede saber donde esta mi prima y Carmen — afirmó Arlene—. Elías, dame el móvil. Julieta debe tener equipo en su oficina para rastrear la llamada que te hizo. Ustedes busquen al intendente y nos vemos en cinco minutos—.

—¡Bien! — dijo Elías y se llevó a Manuel consigo.

—¿Qué está pasando? — preguntó Manuel extrañado.

—¡Es una larga historia, te explicaré después! —dijo Elías.

El instituto estaba en crisis, con pocos maestros y las instalaciones sin estar listas todo era caos. Muchos estudiantes iban de lado a lado y el ruido de las conversaciones y risas era ensordecedor.

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Angel David llegó frente a la biblioteca local, aparcó el automóvil y bajó enseguida. No era un lugar muy concurrido, quizás noto a un par de estudiantes analizando datos para alguna tarea, pero nada más. El señor Velez, un anciano de anteojos redondos estaba en la recepción frente a un computador viejisimo, un pionera de las computadoras. Un enorme monitor lleno de polvo y una lista de visitas.

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