11. El poder de Alice.

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-¿Se te ha comido la lengua el gato?- dijo ella sonriente. Se me abría la boca por la sorpresa mientras apoyaba sus rodillas a cada lado de mi cuerpo rígido en la cama. Se sentó lentamente sobre mi cuerpo y noté su piel fresca tras mi ropa. Su espalda se curvaba hacia abajo y su cabello caía como una cascada rozando mi cara, humedeciéndola. Olía a frutas, sobre todo cítricos. Mis manos por fin se movieron y agarraron su cintura, tocar su cuerpo me mandó una descarga a todo mi cuerpo. En mi mente solo existía ella. Vi su sonrisa brillante, un momento antes de sentir el tacto de sus labios con los míos. Tardé en responder su tierno beso por la sorpresa. Estuvimos un rato unidos, ella se había dejado caer sobre mí y seguíamos besándonos de diversas maneras.

Escuchamos un click y unas llaves. Alice había llegado. La cara de Clara, de repente reflejó el temor: estar en la casa de una chica que conocían de una semana, con su bata de seda y su ropa interior...

Los pasos de Alice se escuchaban cerca. Las luces de la casa estaban apagadas, me puse orejas de lobo para escuchar mejor y al parecer vería la luz del baño encendida y el vapor que desprendía.

-¿Clara?, ¿Alex?- preguntaba algo asustada andando lentamente hasta el cuarto de Clara, luego hacia el mío. Clara ya se había levantado con una cara de fastidio y corrió tras mi puerta.

Alice llegó a mi puerta y encendió la luz. Yo estaba en estado de shock, mirando la puerta, rígido sobre la cama y notaba mis mejillas arder.

-Alex, ¿estás bien? Estás muy rojo, ¿tu te has duchado?- miró a su alrededor rápidamente-¿y Clara?- su mirada inquisidora me hizo encojer en el sitio.

De repente escuché un estornudo aguantado detrás de la puerta, algo que seguro Alice no pasó por alto. Efectivamente, se dirigía al escondite de Clara.

Narra Clara:

Se me escapó un estornudo en el momento menos adecuado. Escuché a Alice acercarse a mí y me arropé en su fina bata de seda blanca.  Despegó la puerta, secándome de mi escondite y se quedó helada con la boca abierta mirándome de arriba a abajo. Sonreí con timidez y la saludé con la mano.

-¡Qué haces así! ¿Esa es mi ropa interior? ¡Por dios, Clara!- estaba sorprendida pero en sus ojos noté un atisbo de diversión.

-Siento esta situación... quería....- me quedé callada cuando pensé en lo que habíamos hecho: besos ardientes, sorprendentes, en su casa.

-¿Sorprender a Alex?- se rió, no sabía si de la situación o de mi cara roja como la ropa interior prestada que llevaba. - Anda, Clara, cambiate y calientame la cena, dejemos este tema. Hoy tuve un día laargo.- asentí mirando al suelo y fui a por una de mis mudas, ahora limpia, en la cama donde estaba Alex, que se estaba levantando y saliendo para que me cambiara. Preparé la ropa que había cogido en mi antigua casa de las bolsas que había dejado por ahí para meterla en la lavadora, junto la ropa interior de Alice que me había puesto y al terminar de programar ese trasto, busqué a mis amigos.

En la cocina estaban Alice y Alex conversando mientras ella cenaba, fui a la lavadora y metí mi ropa. Me quedé observando mi vestido azul polvoriento recordando que lo usé para la boda de mi prima. El casamiento fue precioso a pesar de que no fue religioso. Yo lo preferí así.

Cuando terminé de poner la lavadora, fui hacia mis amigos y les escuché que hablaban sobre lo que Alex y yo vimos esa misma tarde.

-.... si, tenían gusanos por todas partes y grandes huecos que seguro habían visto los cazadores, para saber a qué se enfrentaban.- Alice se veía blanca ante la explicación de Alex, un atisbo de rabia en sus ojos brillaba.

-¿Alice, estas bien?- le pregunté acercándome a ella, que giró su cabeza, me miró y nego con la cabeza, para luego mirar hacia abajo.-Alex, ¡ten cuidado de cómo describes!

-Clara... no es por la descripción, cuando Ryan y yo simplemente estábamos creando nuestra casa en otro bosque, unos cazadores nos empezaron a observar: el poder,  los pasos... y un día nos atacaron.- tragó con fuerza, quitándose el nudo de ira de la garganta y prosiguió- atraparon a Ryan, vi cómo se lo llevaban insconciente en un helicóptero que habían usado...

-¿Cómo no se enteraron de que llegaban con el helicóptero?- Alex expresó con palabras la misma pregunta que yo tenía.

-Los vimos llegar, pero pensamos que podríamos con ellos, a parte de que no podemos volar y escapar. Nos defendimos con plantas del sueño. Pero los más listos estaban preparados y, pesar de que yo era la débil,  se lo llevaron a él.- pausó su explicación.  Pronto observamos el por qué: se estaba transformando en su alma.

-¡Alice!- Alex gritó y corrió hacia ella.

Nuestra amiga, ahora tenía una boca que le ocupaba toda la cara, con cientos de dientes afilados. Su pelo era ahora rosa y cobraba forma de pétalos amenazantes. Su cuerpo era como el de Verdi, sólo que gigante.

La que antes era casi humana, ahora era una bestia que emitía un ruido similar al ruido de árboles en llamas.

Distraída por su cambio, no noté sus acciones hasta que un estruendo me despertó: había cogido un cuadro y lo había arrojado por la ventana. 

Verdi salió de su escondite, entre sí se comunicaron y la pequeña planta mascota, roció a Alice con un líquido azul que salió de su boca.  A los pocos segundos, ella empezó a cambiar en el aire y a ser de nuevo una persona normal, manchada de algo azul y pringoso.

Antes de que cayera, pude reaccionar y la cojí en el aire. Se había desmayado.

-Alex, prepara la bañera con agua templada por la mitad, yo la sujeto.- asintió y fue rápidamente. 

Volvió y la llevamos, la metimos y la enjuagamos lo mejor posible, aún llevaba ropa.  Al rato de estar en el agua,  se despertó temblando y la ayudé a cambiarse por algo seco y a acostarse.

Cuando todo terminó, Alex me ayudó a recoger el desorden y decidimos dormir juntos, por si las pesadillas con plantas ocurrían.

Narra Alice:

Me levanté con el despertador, en mi cama, bebí agua y pude recordar lo sucedido, por ello me sobresalté y el vaso se calló de mis manos y me disponía a recogerlo, cuando Alex y Clara acudieron corriendo a ver que pasaba. Ambos suspiraron con alivio al ver que yo estaba bien.

-¿Cómo estás, Alice?- me preguntó amablemente ella.

-Sorprendida por mi mal autocontrol... y hambrienta.- rió con lo último.

-No te preocupes, estamos bien... haciendo unas tostadas con huevo frito y tomate.

-¡Guardadme un poco! Ahora mismo voy.- nos despedimos con sonrisas y terminé de limpiar rápido.

Me preparé para trabajar y viajé a la cocina. Los olores danzaban por el aire haciéndome la boca agua, al final con todo lo que había pasado por la noche, no había cenado.

-¡Chicos!, ¿sólo dos tostadas, un huevo y... y el tomate?- me entristeció ver que ellos estaban en la misma situación.

-Tengo algo más para tí- Clara sonrió maliciosamente y me enseñó un vaso grande con tonos blancos y marrones.- es chocate caliente abajo y helado de vainilla encima. ¡Eso anima hasta a un muerto!- reímos todos con su comentario y empecé a comer.

-Clara, me vas a tener que hacer ésta mezcla más veces.

-Si se come siempre, pierde su poder.

-Tienes razón, déjalo así. Y con respecto a lo de anoche...- ambos me miraron con interés al mencionarlo- eso me pasó cuando se lo llevaron y todas las veces que me había enfadado de verdad. Maté a todos los cazadores de druidas menos a uno, que torturé hasta que contó cómo lo hicieron.

Cuando concluyó, lo maté y enterré a todos en una fosa hecha por mí, que al poco tiempo inspeccionaron también.

-Y te mudaste- concluyó Alex, yo solo asentí. Miré el reloj del salón, llegaba tarde.-Bueno amigos míos, me voy, id a comprar, gracias.- me desearon suerte y me fui. La suerte fue la que tuvieron ellos de no ser heridos...

N/a: soy muy torpe con los móviles, hoy mismo lo he recuperado después de haberse roto a los 19 días de haber sido comprado y ya he escrito el nuevo. Tardo por los fallos técnicos o los exámenes. Gracias por leer, espero publicar pronto.

Los 10 druidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora