6. Convivencia forestal. (Cuidado: sangre)

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Desperté cuando amanecía, algo estaba quemando mi mano. Efectivamente mi mano se encontraba sobre las brasas del fuego que hicimos por la noche.

Grité y puse mi mano sobre la hierba fría de alrededor y gateé por el suelo arrastrando mi mano para enfriarla con la hierba. El primer día en el bosque y me quemé por unas simples brasas. A estas horas lo que más hubiera sufrido sería mi despertador.

-¿Qué haces Clara?- me preguntó mi compañero nocturno al ver esa patética escena.

-¿No hay una mano señalada en las brasas del fuego?- le dije lastimosa. Se rió.

-Anda que llegas a ser tonta.- puse cara de ofendida.

-¡Tú más que nadie deberías saber que por la noche me muevo más que por el día!- le grité provocando que los pajaros de los árboles cercanos volaran más lejos.

-Ya me tiraste varias veces de la cama, y yo iba a tu cara y hacía como que jugaba, me cogías, me mirabas mal, me agitabas como un zumo de bote y me ponías confuso al borde de la cama- nos reímos a carcajadas. Todo eso era verdad y poder comentarlo así con la víctima de mis actos era tan divertido que olvidaba el dolor de la quemadura de primer grado de mi mano.

-Como no quites la mano de la tierra la herida se te va a infectar.- me dijo él haciéndome reaccionar.

Mi mano se veía horrible, me enjuagó la mano con agua y la vendó con una bufanda que yo traía.

-Gracias- le respondí abrazándolo. Al rato me respondió el abrazo.

La mañana pasó planeando lo que haríamos. Yo ordené a un animal que fuera por un hacha para talar los árboles y Alex a otro para que trajera una olla y una sartén.

-Alex, ¿cómo saben los animales qué es cada cosa?- pregunté al notar como entendían todo a la perfección.

-¿Aún no se te ha ocurrido pensar que si le pasas información de lo que quieres, le das una imagen de ello con tu imaginación?-me dijo parándose en el sitio con una ceja alzada y los brazos en jarras.

-Uhmmm, no se me había ocurrido. Recuerda que yo no he vivido antes con druidas, esto es nuevo.

-Vale, vale, almenos aprendes pronto- suspiró y relajó su postura.-venga ve a buscar agua, yo haré un pequeño fuego para cocinar unos...-miró la bolsa que acaba de cojer arrugando la nariz-Spaghettis.-sonrió orgulloso enseñandome el paquete de pasta.

-Bueno, mientras sepas como es, todo bien. Yo iré por agua y si encuentro algo comestible lo traigo. Animales no. Creo que me haré vegetariana.- El idiota que no sabe hervir pasta se rió por ese comentario. Sabe que no soy muy verde que digamos.

Después de una charla y acabar explicándole como se cocina la pasta, creé un pájaro carpintero y le dije que buscara comestible y marcara con el pico su lugar . Luego yo me monté en un ave fénix y fui buscando sobre los árboles alguna cascada estaba despejado así que me fue fácil. Cuando llegué a los bordes del agua, dispuesta a llevarla, me di cuenta que no llevaba nada para el agua.

Invoqué un mono grandecito, lo mandé buscar un burro de carga con alforjas y cubos. Esperando, me desvestí y entré lentamente a la poza de agua de alrededor de la cascada. El agua estaba congelada pero muy limpia, con el día soleado me secaría mejor. Aproveché para frotarme bien con una de mis camisetas, dentro del agua, a modo de esponja. No importaba que esa camiseta se mojara, yo llevaba puesta esa camiseta mas dos de manga larga y una chaqueta abrigada. Salí del agua y me senté sobre una roca cercana a esperar secarme. Empecé a casi congelarme, entre aquellos enormes árboles, mojada y sin ropa, no importaba mucho si había sol. Puse la camiseta extendida en la roca enorme, alrededor de la roca, muchas ramas y finalmente hice que un dragón lo incendiara. Me pude secar más rápido y cuando me ponía la ropa, el mono venía con mi burro de carga. El mono desapareció.

Los 10 druidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora