Capítulo 3

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Kongpob's POV

Me aventé a la cama una vez que la celebración de mi cumpleaños terminó, jamás me había sentido tan agradecido de que un día terminara, o al menos no cuando se trataba de mi cumpleaños; solía disfrutar este día. 

Exacto, solía.

¿Pueden tan solo imaginarse cómo me sentí durante las últimas horas?

Después de una larga y ajetreada noche por fin pude encerrarme en mi habitación, sin la necesidad de ver a Arthit coquetear con Lena o viceversa, era algo incómodo.

"¿Algo?"

Era jodidamente incómodo verlos coquetear, ¿conocían la vergüenza acaso? ¿Qué mierda tenía Arthit en la cabeza?

No solo era porque ese hombre me gustara más de lo que deseaba aceptar, también pensaba en Aran y en lo atrofiada que debe estar la sinapsis de Arthit como para robarle la prometida a alguien —a su propio hermano, hay que recordar—, y más aún, comportarse como si no hubieran hecho nada incorrecto, como si las personas tuvieran que levantarse de su asiento y felicitarlos por su compromiso.

"Por favor, que nadie lo haga nunca".

Suspiré profundamente y me coloqué boca abajo en la cama para soltar un grito ahogado contra la almohada, mi cerebro intentaba comprender la serie de sentimientos que tenía dentro de mí, aunque obviamente, entendía más de física cuántica que de esto y les aseguro que mi conocimiento de física cuántica estaba en ceros.

"Díganme que es un mal sueño. Un muy mal, asqueroso y retorcido sueño".

Estaba decepcionado, enojado, celoso, frustrado, todo ello al mismo tiempo. Sabía que Arthit era heterosexual, maldición, ¿cómo no saberlo? Era consciente de que la probabilidad de que él me viera con otros ojos era una en un millón, no, una en mil millones de millones, pero ¿de verdad Arthit la prefería a ella?

Seguro sonaba como un envidioso-celoso, pero poco me importaba. Lena era atractiva, sí, pero la mujer estaba tonta, tonta en serio. Se reía de cosas estúpidas, hacía berrinches como niña de cuatro años y odiaba fervientemente el puchero que hacía, ¿alguien le dijo que se veía adorable? Claramente la persona que se lo dijo le mintió de forma catastrófica. 

Eso no era todo, hacía las preguntas más absurdas del universo; simplemente era imposible sacarla de la burbuja de privilegios y beneficios en los que ha vivido.

Alcé las manos para masajear mis sienes en un intento de relajar mi rostro fruncido, pero unos toques en la puerta tiraron a la borda mi poca relajación y volví a arrugar la frente.

¿Quién rayos tocaría mi puerta a las 2 am? ¿No pueden dejar descansar a este pobre hombre?

Me levanté a regañadientes y, apenas abrí la puerta, un bonito Arthit estaba afuera.

Ok, poco me faltó para volver a pensar maravillas de él, pero no, por más bonito que se viera con su cabello desalineado y su pijama color vino de seda no me haría olvidar el inexplicable enfado que nacía en mis entrañas al recordar que estaba comprometido con Lena. 

Oh, hablando de eso, sin querer, mis ojos se desviaron hacia el anillo dorado que decoraba el anular izquierdo de Arthit y.

"Maldito seas, Kongpob. ¡No veas eso!"

La mirada de Arthit estaba un poco perdida en algún punto de mi fruncido rostro, tenía las manos en la espalda mientras abría y cerraba la boca, ¿qué rayos hacía Arthit tocando a mi puerta en la madrugada?

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