Capítulo 44

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Una semana después... 
—Cecilia, cariño tienes que despertar—estiro mi mano y golpeó a Manolo. 
—Levántate, debes estar en el estudio dentro de hora y media— Manolo me sacude el cuerpo cubierto con mi manta blanca abro un ojo y lo cierro cuando la luz de la habitación comienza a molestarme.  —Levántate ya o lo hago yo—exige. 
— ¿Qué pasará sino voy? —pregunto somnolienta. 
—Probablemente te mandaran a buscar y no ganarás dinero para tu nueva exposición—mi amigo enarca una ceja.  Dejó escapar un suspiro y me levanto con pereza. Estiro mi cuerpo y gruño cuando mi cabeza y cuello empiezan a doler. 
—Si sales de mi habitación podre cambiarme—digo. 
—Es mi habitación—me recuerda—Tu solo me obligaste a salir de ella—dice irritado. 
—Y como  el buen caballero que eres me las has cedido—le muestro mi lengua como niña pequeña y lo empujo sacándolo fuera de la habitación.  Cierro la puerta y me froto las sienes con dos dedos dejando escapar un sonido de cansancio.
No ha pasado más de una semana que he vuelto y ya han empezado a atosigarme de cosas por hacer entrevistas y cosas nuevas... 
Amo mi trabajo pero a veces, solo aveces odio estar tan ocupada y no tener un poco de espacio personal. Reviso el reloj que marcan las diez y cinco minutos y me dispongo a abrir mi maleta. 
Cuando volví a Tampico decidí llamar a Manolo y pedirle quedarme una semana con él, no quiero ver a mi padre se que al verlo recordaría el porque he estado en la casa de Paco. Me aclaro la garganta cuando un nudo empieza a formarse, me he prometido a mi misma no llorar. Estaba segura que una semana sería suficiente para no darle importancia a Paco pero cada día que pasa me duele más y más. 
Tuve que haber prestado atención a la regla de Paco.
"No confundas el sexo con el amor"
pero sin importarme que lo he hecho y ahora estoy en el profundo pozo de la destrucción cojo mi ropa y al instante veo un trozo de papel en el rincón. Frunzo el ceño y desdobló el papel. Es una nota que Paco me había dejado una mañana después de haber pasado toda la noche juntos. Maldigo por lo bajo al releerla y escucho su voz en mi mente. 
Una lágrima cae por mi mejilla y sin poder evitarlo más lágrimas se unen. La puerta se abre y me apresuro a limpiarme las mejillas. 
— ¿Estas bien? —pregunta Manolo. 
—Puedes tocar la puerta antes de entrar ¿sabes? —lo fulmino con la mirada. 
Niega y se acerca a mí rodeándome por los hombros. Ve el papel y lo sostiene para leerlo. 
—Debería matar a ese bastardo—gruñe.
—Manolo...—lo detengo no quiero que cometa una locura de la cual se arrepentirá luego. 
—Es un hijo de puta no puedo creer que te haya tratado así, te usó y luego te boto. ¿Qué clase de animal hace eso con una mujer?  Lo atravieso con la mirada.  
—Hiciste lo mismo con tu ex una vez—lo reprocho. 
—Sí, pero me arrepentí. Mi mejor amiga no merece ser tratada de la misma forma no sin que la cara de ese imbécil este destrozada antes—dice con rabia.  Esbozo una sonrisa. 
—Por eso te quiero eres lo más cercano a un hermano que tengo. Sin duda si me tocara elegir entre tú y mi padre te elijo a ti sin pensarlo—Manolo ríe y le doy un empujoncito. 
—No quiero volver a verte soltar una lágrima por Francisco ¿sí? con el tiempo vas a olvidarlo—dice. 
—Eso espero—murmuró. 
—Lo harás, tal vez solo has confundido el sexo con el amor, si es así lo olvidarás fácilmente. 
Suelto un suspiro y recojo mi ropa. 
—Lo dices como si fuera tan fácil—me encojo de hombros. 
—Lo es y sino es para ti entonces le parto la cara—se le escapa una risita.  Rio y vuelvo a empujarlo fuera de la habitación. 
—Lárgate, necesito vestirme. 
Tengo que hacerle caso a Manolo debo olvidarlo. Me pregunto ¿Qué estará haciendo Paco? Tal vez no me tome en cuenta ya, apuesto todo lo que tengo a que volveré a mi rutina diaria.

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