Capítulo 19

267 28 4
                                    

Narra Paco. 

Bajo una mano hasta su muslo y lo acarició delicadamente antes de acariciar su sexo Cecilia contiene la respiración cuando siente que la acaricio con mis movimientos lentos, tortuosos y suaves. 

Clavo mi cabeza en su cuello y aspiró su fragancia a fresas. Esta mujer tiene el mejor olor del mundo, lamo el lóbulo de su oreja y sonrió al escucharla gemir con suavidad. Sigo acariciándola haciéndole pequeños círculos sobre su clítoris y la beso. 

—Estás húmeda y lista para mi, Chèrie— gruño en su oído.
Ella alza sus caderas y gime de frustración cuando me separo. 
Beso su vientre plano y mordisqueo sus muslos hago que se recueste sobre el piano y sonrió ante la vista. Su pecho sube y baja acompañado de su respiración como si fuese imposible, mi miembro esta endurecido tanto hasta doler. Me estoy volviendo loco. Beso su monte de Venus y vuelvo a tomarla entre mis brazos. 

—Apuesto a que sabes también como hueles, pero tendré que descubrirlo luego—digo. 

Salgo de la biblioteca con ella en brazos y la dirijo hasta su habitación la recuesto sobre la cama y gateó sobre ella para darle un beso. 
Cuando sacó de mi bolsillo el preservativo y me remuevo para quitarme los pantalones Cecilia ríe al verme tan desesperado. Levantó la vista. 
— ¿Qué es tan divertido? —pregunto. 

— Tu desesperación—dice.  Sonrió. 

—No sabes cuánto necesito estar dentro de ti... 

Narra Cecilia 

Un escalofrío recorre por todo mi cuerpo al escucharlo. Luego un pensamiento atraviesa por mi cabeza. ¿Que pasara cuando el...? ¿Tal vez deba decírselo? 
Cuando Paco quita su ropa interior todo pensamiento desaparece de mi cabeza. El sonríe al ver mi rostro y me besa. 
—Sigo dudando que seas un científico—digo. 

—Pues cariño créetelo. 

Se coloca el preservativo y se acomodo entre mis piernas embistiendo con fuerza. El dolor se apodera de mí, junto a un grito de dolor. Paco se retira asustado y me mira incrédulo. 

—Cecilia ¡maldición! ¿Eras virgen? —pregunta. 
Asiento y pasa sus dedos por su cabello con expresión preocupada maldiciendo. — ¿Te lastime? ¡Maldición! Debiste decirme—habla con preocupación. 

Inmediatamente acaricia mi mejilla. Su preocupación y culpa lo enternecen. Sonrió debo admitir que ha dolido siempre había escuchado que la primera vez es así pero no me impide querer hacerlo. 

—Lo siento...—comienza a retirarse de mi hasta que toco su brazo.  

—No, está bien quiero hacerlo—lo detengo. 

—Cecilia tu primera vez tenía que ser mejor que esto. No lo mereces... 

—Yo decido hacer lo que quiera y te digo que estoy bien quiero hacerlo—demandó. 
Paco me mira preocupado sintiéndose como la mierda. Al parecer nunca se había acostado con una mujer virgen la idea de que yo sea la primera me da escalofríos pero también satisfacción al saber que yo estoy decida en hacerlo.—Por favor—digo mirándolo. 
Se inclina para besar mi frente. 

—Si te lastimo solo dímelo así podré parar—dice. 

Reprimo una sonrisa y asiento. Paco vuelve a acomodarse entre mis piernas y coloca una mano en el centro para acariciarme. Introduce un dedo lentamente y siente como me tenso, acaricia mi clítoris con su pulgar e introduce otro dedo dentro de mí. 

Narra Paco  

—Relájate—digo mientras sigo acariciándola rápido y luego lento. Cuando creo que va a llegar al clímax retiro mis dedos. 

Comienza a quejarse cuando entró poco a poco en ella con el dolor todavía  ahí pero estoy seguro de que desaparecerá al rato. Entro por completo en ella y me detengo en el interior para que su cuerpo se acostumbre. Contengo la respiración cuando todo el dolor desaparece convirtiéndose solo en placer. Un gemido ronco sale de su garganta y pasó mis manos por sus hombros. Comienzo a moverme lento y suave algo que no estoy acostumbrado a hacer pero que siento la necesidad de hacerlo con ella. Soy un idiota. Tuve que preguntarle antes si era virgen, pero claro solo he pensando con mi miembro al verla. Tremendo imbécil que soy... 

—Más—jadea ella alzando sus caderas. La miró dudoso y comienzo a cambiar el ritmo. Las nuevas sensaciones se apoderan de su cuerpo mientras una de placer la consume por dentro. La beso mientras sigo moviéndome rápido en su interior, pongo una mano en uno de sus pezones y los acaricio. Ella gime y clava sus uñas en mis hombros cuando ya siento que estoy en el clímax. Luego con un pequeño grito ambos nos corremos al mismo tiempo. 

Me retiro de ella y observó como su pecho sube y baja con respiración agitada. Cecilia sonríe y me mira luego sus párpados se vuelven cada vez más pesados y cae dormida.

Treinta Días de Placer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora