Siento mi estómago gruñir y decido levantarme rápido para ir a la cocina. Me agrada ver a Cristina, aquella mujer debe tener al menos unos cincuenta años y tiene el espíritu de una mujer de treinta es tan feliz y siempre esta sonriendo me hace recordar a mi madre, mi corazón se encoge de tan solo pensarla. Sus ojos marrones siguen grabados en mi cara y aquella sonrisa tan hermosa con la que me abrazaba y me hacía saber que todo estaba bien... el simple recuerdo de mi mamá es lo único bueno de mi juventud, cuando ella murió mi padre pasó a ser mas frío de lo que era ha hecho de mi vida un infierno. Recuerdo haber pasado más tiempo en internados que en mi propia casa. Evito todos aquellos recuerdos y saludo a Cristina.
—Buenos días.
—Buenos días mi niña—responde sonriente—estas reluciente—comenta. Y así me siento hay algo en mi que ha cambiado.
—Gracias—sonrió. ¿Hay algo para comer? Muero de hambre.
—Puedo hacerte unas tostadas francesas con tocino—dice.
—Suena bien—apartó una silla y me siento
—Ok.
Media hora más tarde estoy comiendo mientras escucho las historias de Cristina sin duda que es una cajita repleta de sorpresas me está diciendo como a los veintinueve viajó por casi todo el mundo buscando diversión y placer en cada país, en uno de esos tantos viajes conoció a Alberto su esposo y supo desde ese momento que sería el hombre de su vida. Sonrió al escucharla y apartó el plato ya al terminar.
— ¿No tienes hijos? —le pregunto.
Me arrepiento de haber preguntado cuando veo su triste sonrisa.
—Solo uno Mateó tengo mucho tiempo sin saber de él—suspira. Se casó hace 5 años y se mudó a Italia desde ese entonces no he sabido nada de su existencia.
Sé que le importa mucho su hijo y que daría cualquier cosa por volver a verlo. Le devuelvo una sonrisa y me levanto. —Me encanta hablar contigo espero poder hacerlo siempre—digo sincera. —Claro mi niña, también es un gusto hablar contigo—dice.
Salgo aun con la ropa en mis brazos pienso llevarla a la lavandería, subo las escaleras y me sorprendo al ver que no hay nada mas pero si la casa tiene tres pisos aquí hay algo raro. Frunzo el ceño al ver que hay solo tres puertas blancas en todo el piso. Ok el tipo se ha equivocado al decirme que en la puerta blanca esta la lavandería.
Abro la primera puerta y no es nada más ni nada menos que un pequeño depósito hay cajas, porta retratos, fotos y otras cosas. Escucho un sonido en la puerta de al lado como si estuviesen golpeando algo contra el suelo y sintiendo curiosidad me acerco a la puerta y la abro.
ESTÁS LEYENDO
Treinta Días de Placer
FanficLa venganza puede ser dulce y aún más cuando el deseo está de por medio. Pero cuando la lujuria y la venganza se combinan puede llegar a ser un poco peligroso, pero también ¿excitante? Francisco León un hombre apuesto y más que dispuesto a cobrar v...