Capítulo 7

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Domingo 4:32PM.

El tiempo seguía corriendo en el reloj de Paco. Ya había pasado mas de cuatro hora para que expirará el trato. Benigno Suárez estaba a punto de perder todo.
Había pasado el resto de la semana esperando el domingo porque estaba seguro de que Cecilia llegaría a Mexico en la mañana. Pero ahora no estaba tan seguro de ello. Cecilia siempre había sido una de aquellas chica que trataba de ser perfecta para sus padres. Eso lo había podido observar en los pocos años que la conocía.
Siempre sacaba buenas notas en el instituto. No hacia nada malo, pero al parecer todo había cambiado cuando se convirtió en una mujer.

Tamborileo con sus dedos su escritorio y decidió esperar un poco más. Estaba seguro de que Cecilia llegaría. Algo en su interior se lo aseguraba. Se sirvió en una vaso de cristal dos dedos de whisky.

Abrió su portátil y revisó su correo. Algunos eran mensajes basura. Otros de sus amigos. Algún que otro mensaje divertido. Y el resto era sobre la gente del gobierno. Siguió revisando y borrando mensajes cuando bufo y rodó sus ojos al ver aquel nombre en su pantalla. Iker Robles. Negó con su cabeza y abrió el mensaje para leerlo.
Iker Robles, un encargado del gobierno, obligado a verificar si todo marchaba bien y transmitir información a su gente. Desde los comienzo de su proyecto había estado simplemente molestándolo. Era peor que un parásito, todas las semanas le llamaba a horas de la madrugada solo para preguntar si había terminado el proyecto. Paco froto sus sienes con dos dedos al recordar los menudos dolores de cabeza que le había ocasionado mas de una vez.
Suspiro frustrado al leer el mensaje. Quería reunirse de nuevo con el. Cerro la portátil y volvió a ver su reloj.
—¿Esperas a alguien? —pregunto una voz masculina. Paco levanto la mirada y se encontró con la de su amigo Darío. Esbozo una sonrisa y lo dejo pasar a su oficina.

Su amigo se sentó al frente de el. —No has respondido. ¿Esperas a alguien? —volvió a preguntar; esta vez mirándole fijamente.

—No. ¿Debería de estar esperando a alguien? —respondió con otra pregunta.

—No exactamente, pero para que estés mirando el reloj, algo que no haces mucho debes de estarlo —contesto el seguro.

Paco se escogió de hombros restándole importancia. Miro a su amigo y sonrió al pensar en lo que pasaría por todo un mes con una hermosa mujer. Sin duda que estaba mas que convencido que ella aparecería. —No espero a nadie, Darío —mintió.

—Vale —lo miro incrédulo- ¿Quieres salir un rato? Podemos tomarnos algo— sugirió Darío. Paco levanto su vaso de cristal y mostró su contenido.

—Ya estoy tomando y no. No puedo salir.

—Sabia que estas esperando a alguien— Insistió su amigo.

Paco cerro los ojos y suspiro. —No lo hago. Simplemente no puedo salir.

—Claro que si. Solo levanta el culo de ese sillón y muévete —contesto Darío; con tono divertido. Paco no contesto, solo tomo otro trago y lo miro

—No me digas que sigues trabajando en ese jodido proyecto.

Paco asintió. —Sigo prefiriendo mi vida, tengo un trabajo genial y fácil y no tengo complicaciones.

—Eres rico, obvio que la preferirías no necesitas dinero. Tienes suficiente como para tener cinco mansiones.

—Tu también lo eres —gruño.

—Pero lo he conseguido porque trabajo, no por herencia, Darío. Si no recuerdas tuve que arreglármelas yo mismo para sobrevivir apenas con dieciocho años.

Dario hizo un gesto con las manos. —Ya, tranquilizante solo quiero salir un rato. Hay un nuevo bar donde van unas mujeres que están... —hizo un gesto con los dedos y silbo- espectaculares. Paco negó con la cabeza y sonrió. —Pensaba que ibas a por Anna.

—Sigo haciéndolo. Ella es perfecta, se que me acostare con ella tarde o temprano —meneo sus cejas de una manera divertida y sonrió De eso no hay duda alguna.

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