Capítulo 14: ¿Eres tú?

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Al día siguiente, me desperté más temprano de lo normal. Aunque bueno, en realidad no dormí nada, solo 2 horas. Todo por estar pensando en el regalo de Matteo...

Fui a la cocina y me preparé un cereal con leche, creo que estaban vencidos pero no importaba en ese momento, tenía muchas cosas en la cabeza como para estar pensando en productos vencidos, no?

Fui a mi habitación y busqué mi uniforme, me lo puse y salí corriendo a la escuela.

Cuando llegué noté que todos los de mi curso me estaban mirando raro, y no entendía por qué. La verdad en ese momento no importaban los demás, solo estaba esperando con ansias a que llegara bueno, el amor de mi vida.

Ay, sentí que eso sonó más cursi de lo normal...

Sentía algo en mi estómago que no me dejaba en paz, mis manos estaban heladas como el hielo... Todo por anhelar su regreso.

Faltaban pocos minutos para que comenzaran las tediosas clases, así que me senté al lado de mis amigas pero, bueno, no les dije ni una sola palabra.

La ventaja es que ellas me conocían, sabían que cuando estaba nerviosa no me importaba el resto del mundo, solo mi objetivo nerviéutico.

Abrí mi casillero y me di cuenta que había algo extraño allí, era una pequeña cajita de madera, tenía una frase escrita en la tapa, pero no se lograba entender muy bien que decía.

La cogí entre mis manos, fui al baño y la abrí.

Adentro había una usb, una hoja de papel algo arrugada y un dibujo que parecía ser un mapa.

Ahí fue cuando recordé el papel del otro día, el que la maestra de artes me entregó, y, bueno, realmente no sé donde lo boté... Nunca faltan los descuidos de Ema Thomson.

—Ema, estás aquí? Ya empezaron las clases y la maestra está preguntando por ti, sal ahora mismo—.

Ay no, no, no recordaba las clases... Bueno cajita, tendrás que estar muy escondidita, no queremos que nadie te descubra, verdad?.

—Em, sí, lo siento, tuve un percance, ya sabes—...

—Si si, te entiendo, pero ven ya— Dijo Dulce un tanto desesperada.

Regresé al salón y miré por todos lados, pero mi mayor objetivo no estaba allí...

Estaba sumida en mis pensamientos, cuando sentí una mano que tocó mi hombro derecho. Llevé la mirada hacia ese lado, y lo que vi fue a la maestra con una expresión indescifrable.

—Señorita Ema, usted está prestando atención a la clase—?

—Sí, claro, ¿Por qué lo pregunta—?

—No, no se preocupe, por nada en especial. Solamente le estoy preguntando hace exactamente 5 minutos los tipos de oración, y parece que estuviera hablándole a la pared—. Dice mirando su reloj

—Em, ay, lo siento, es que sinceramente ayer no pasé una noche muy buena que digamos, no pude dormir casi nada—...

—Maestra, me permite decirle unas palabras a mi compañera—? Dice Max con una voz de total seguridad.

—Sí, claro—.

—Mira, compañera: Sé que Matteo te tiene muy mal, eso a nadie se lo puedes negar. Pero si lees muy bien las normas, dice específicamente que sin importar los problemas personales, se debe venir con una actitud adecuada para recibir las clases—.

—Hum, sí, idio... Em, disculpe maestra.

Sí, compañerito, muchísimas gracias por recordarme las reglas, créeme que no la sabía. Lo tendré en cuenta para la próxima—.

—Maestra, le puedo hacer una pequeña pregunta si no se enoja—? Dice nuevamente Max con su voz de seguridad y respeto hacia la maestra que, por cierto, odiaba tanto.

—¿Habrá una próxima vez para la estudiante? Con todo el respeto que se merece, considero que se le debería aplicar una sanción, puede ser un reporte firmado por sus papás, por ejemplo.

Ay, lo siento, lo olvidaba, sus papis nunca están pendientes de lo que le pase o no le pase, me equivoco—?

¡—Wow Max! Veo que tienes muchas palabras para decirme, no sabes cuando me alegra. Y por cierto maestra, póngale usted una nota de buena conducta y de buen conocimiento de las reglas de este plantel, no hay personas que se las sepa más que él.

En cuanto a mis papás, sí, tienes toda la razón, no me hacen caso: Imagínate que un día estaba tan pero tan enferma, que no se dieron cuenta. Pero sabes qué? Otro día cometí un gran error y estuvieron ahí para corregirlo y ponerme límites, cosa que, con todo respeto, los tuyos no lo hacen, me equivoco?

Ay amigo, pero no te preocupes, esto quedará entre nosotros, nadie se enterará—.

Max se levanta de su asiento y se dirige hacia mí, levanta su mano y cuando estaba a punto de ponérmela encima, llega otra persona que se lo hace a él primero...

Amor Sin Fronteras©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora